Condenadas a multas que alcanzan los 900 euros cuatro auxiliares de una residencia de ancianos de Cantabria por vejar a dos personas dependientes

La sentencia ha sido redactada después de que las autoras de los hechos y las acusaciones hayan llegado a un acuerdo

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Una mujer anciana (Freepik)
Una mujer anciana (Freepik)

El Juzgado de lo Penal número 3 de Santander ha condenado a cuatro auxiliares de una residencia por vejaciones hacia las personas residentes, tras llegar a un acuerdo entre las acusaciones y las autoras de los hechos. La sentencia, dictada in voce por la magistrada, ya es firme, recoge los términos de la conformidad y condena a las cuatro mujeres como autoras de delitos de vejaciones injustas de carácter leve.

A dos de ellas se les ha aplicado la continuidad delictiva porque los hechos se repitieron, y se les atribuyen dos delitos a cada una, porque se vieron afectados dos internos. La pena para cada auxiliar asciende a una multa de 900 euros, que deberán abonar en cuotas mensuales.

Otra de las auxiliares es autora de dos delitos leves de vejaciones injustas y la pena que se le ha impuesto es de 360 euros de multa, mientras que la última de las condenadas lo es por un delito leve de vejaciones injustas, a una pena de 180 euros de multa.

“Abre la puta boca”

Los hechos ocurrieron durante los meses de diciembre de 2022 y enero de 2023, cuando las cuatro auxiliares trabajaban en la tercera planta del centro, encargadas directamente del cuidado de dos residentes, quienes compartían habitación y dependían por completo de la atención de terceros para cualquier actividad básica.

Según consta en la resolución, uno de ellos sufría un deterioro cognitivo severo que le impedía moverse por sí mismo, mientras que el otro era invidente y también se desplazaba en silla de ruedas. Ambos estaban totalmente indefensos ante quienes debían velar por su bienestar.

El primer episodio acreditado ocurrió entre la tarde del 18 de diciembre y la tarde del día siguiente. En la sala donde se encontraban varios residentes, dos de las auxiliares profirieron insultos, gritos y expresiones vejatorias hacia los ancianos a los que atendían. Las grabaciones incorporadas a la causa recogen cómo una de las auxiliares increpaba ásperamente a uno de ellos para que comiera, utilizando expresiones despectivas, y tratándoles como si fueran una molestia. Les dijeron frases como “abre la puta boca”, “es un niñato”, “caguen mi puta madre”, parte de un trato degradante que se prolongó durante toda la intervención, con llantos y quejidos de los residentes como única respuesta posible frente a la situación.

Horas después, ya en la habitación compartida por los residentes, la conducta de las auxiliares escaló a un maltrato físico. El tribunal considera probado que ambas zarandearon a uno de los residentes y le propinaron golpes mientras se burlaban del bruxismo que el hombre padecía. Incluso llegaron a introducirle un objeto en la boca para intentar obligarle a dejar de hacer el ruido involuntario de su mandíbula.

Durante la escena, los insultos y amenazas continuaron. Las auxiliares se quejaban de que el residente “les daba dentera”, aseguraban que “le matarían” si seguía haciendo ese ruido y se reían mientras manipulaban bruscamente su cuerpo. Los sonidos registrados —golpes, gemidos, quejidos ahogados— fueron tenidos por la magistrada como prueba directa del maltrato físico ejercido.

Le obligaron a defecar en medio de la habitación

El 30 de diciembre volvieron a repetirse episodios similares. Durante la cena, dos de las auxiliares se dirigieron en tono violento a varios residentes. Exigían que el anciano “abriera la puta boca” para comer y, ante las quejas de otras personas mayores, respondían con comentarios como “come mierda” o “a tomar por el culo”. La escena, registrada nuevamente en audio, mostraba un ambiente hostil y humillante para quienes dependían completamente de su cuidado.

Ese mismo día, ya de noche, una de ellas irrumpió en la habitación de los residentes con una radio a volumen desproporcionado, despertando sobresaltado a una de las víctimas. Ante sus quejas, la trabajadora respondió elevando la voz y recriminándole su reacción. Horas después, en otro episodio relevante, la misma auxiliar procedió al cambio de pañal del otro residente empleando insultos, gritos y expresiones despectivas.

La violencia verbal no se limitó a ellos. En la madrugada del 29 de diciembre, una de las condenadas se dirigió a otra residente, una mujer anciana desorientada, con insultos y un tono agresivo que incrementó su angustia. La residente respondió llorando y pidiendo ayuda mientras la auxiliar la reprendía por salir de su habitación, reprochándole que hacía “tonterías que no son normales” y ordenándole a gritos que regresara a su cuarto.

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El último episodio confirmado ocurrió el 4 de enero de 2023, cuando las otras dos auxiliares acudieron a acostar y cambiar a los dos hombres. En ese momento, uno de ellos estaba defecando, y lejos de asistirle, ambas auxiliares lo obligaron a hacerlo de pie en medio de la habitación, entre risas y comentarios de burla. El tribunal considera probado que las trabajadoras se mofaron del residente, describieron de manera grotesca sus heces y procedieron a manipular su cuerpo y su ropa sin cuidado, en un comportamiento que la sentencia califica como un abierto menosprecio hacia su dignidad.