
La begonia se ha consolidado como una de las plantas más frecuentes tanto en interiores como en exteriores de los hogares, gracias a su capacidad de adaptación y a la sencillez de sus cuidados. Esta especie, originaria de regiones tropicales de América Central y del Sur, Asia y África, ha logrado aclimatarse a entornos muy distintos a los de su procedencia, lo que explica su popularidad en climas alejados de los trópicos. La versatilidad de la begonia se manifiesta no solo en su resistencia, sino también en la enorme variedad de formas y tamaños que presenta, ya que el género incluye más de 1.500 especies, aunque en jardinería se emplean habitualmente unas 150.
A pesar de que la mayoría de las begonias comparten unas necesidades básicas de cultivo, es fundamental conocer las particularidades de cada tipo para garantizar su desarrollo óptimo. La begonia se ha ganado un lugar destacado en la jardinería doméstica por su floración sencilla y atractiva, así como por la facilidad de sus cuidados, que no requieren conocimientos avanzados. Sin embargo, la diversidad de especies implica que cada planta puede presentar matices en sus requerimientos, por lo que conviene identificar a qué grupo pertenece cada ejemplar.
Tres grandes grupos de begonias según su sistema radicular

Estos son los principales tipos de begonia en función de sus raíces, ya que esta clasificación influye en algunos aspectos del cultivo. Se agrupan en tres categorías principales:
- Begonias rizomatosas: Poseen un tallo subterráneo o rizoma que actúa como reserva de nutrientes. De este rizoma surgen tanto las raíces como los brotes aéreos. Entre las variedades más conocidas de este grupo se encuentran la Rex y la Masoniana. Para su correcto desarrollo, estas begonias requieren temperaturas superiores a 15 grados y solo deben regarse cuando la capa superficial del sustrato se haya secado.
- Begonias tuberosas: El almacenamiento de nutrientes se produce en los bulbos de sus raíces. Ejemplos destacados de este grupo son la Elatior y la Evansiana. Estas begonias precisan un riego más constante, tanto en interior como en exterior. En cuanto a la temperatura, pueden mantenerse a 13 grados en condiciones normales, pero durante la floración o cuando están a punto de florecer, necesitan al menos 18 grados.
- Begonias fasciculadas: Presentan un sistema radicular similar al de la mayoría de las plantas de interior, con raíces que se extienden en busca de nutrientes. A este grupo pertenecen especies tan comunes como la semperflorens y la maculata, esta última muy valorada por los aficionados a las plantas. Estas begonias toleran temperaturas de hasta 10 grados y su floración se produce en racimos.
Claves para el cuidado de la begonia en el hogar
La begonia necesita una buena cantidad de luz indirecta para prosperar. La mayoría de las especies requieren luminosidad abundante pero tamizada, ya que el sol directo puede dañar sus hojas, salvo en el caso de las semperflorens, que toleran mejor la exposición solar.
En cuanto a la humedad, la begonia demanda un sustrato y un ambiente húmedos, pero sin llegar al encharcamiento, ya que el exceso de agua puede provocar la pudrición de las raíces. Es recomendable emplear un sustrato que retenga la humedad y permita la aireación.
El riego debe ajustarse a la estación: durante el invierno, basta con regar cada siete o nueve días, mientras que en verano es necesario hacerlo cada tres días como máximo. Para evitar mojar hojas y flores, lo más adecuado es colocar agua en el plato bajo la maceta y dejar que la planta absorba la cantidad necesaria.

La temperatura ideal para la begonia oscila entre los 13 y los 22 grados. Tanto el frío excesivo como el calor intenso pueden perjudicarla, por lo que es esencial evitar la exposición a heladas, especialmente en ejemplares que se colocan en el exterior.
La ventilación es otro factor relevante. La begonia necesita aire renovado para mantenerse sana, pero debe protegerse de las corrientes de aire, ya que es sensible a los cambios bruscos de temperatura.
La poda manual resulta imprescindible para favorecer el crecimiento y la floración. Eliminar hojas y flores marchitas permite a la planta concentrar su energía en las partes sanas y estimula la aparición de nuevos brotes.
El abonado regular es necesario tanto en begonias de flor como de hoja. En las primeras, se recomienda aplicar abono líquido diluido en el agua de riego cada 20 días durante la época de floración. Para las begonias de hoja, es preferible utilizar un fertilizante específico para plantas verdes.
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