Si duermes con el calentador eléctrico, gastarás más de 60 euros al mes en calefacción

Con la llegada del frío, muchos hogares españoles recurren a los calefactores como solución rápida para caldear estancias

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Un calentador de aire estándar
Un calentador de aire estándar consume unos 2.000 vatios. (Freepik)

Con la llegada del frío, muchos hogares españoles recurren a diferentes tipos de calefactores como solución rápida para caldear estancias. La comodidad de encender un aparato y sentir calor inmediato es innegable, pero no todos los modelos consumen igual ni resultan igual de eficientes. Desde los pequeños calefactores portátiles hasta los radiadores eléctricos inteligentes, el abanico de opciones es amplio y conviene conocer sus diferencias antes de enchufarlos y ver cómo afecta a la factura de la luz.

Jaime, experto del canal de TikTok de Suop Mobile, ha analizado el coste real de dormir con un calefactor eléctrico encendido toda la noche y los resultados son sorprendentes. “Un calentador de aire estándar consume unos 2.000 vatios. Si lo tienes encendido ocho horas para dormir, eso son 16 kilovatios por hora cada noche”, explica el especialista. Este cálculo se basa en multiplicar la potencia del aparato por el tiempo de uso y dividir entre 1.000 para pasar de vatios-hora a kilovatios-hora, la unidad por la que se factura la electricidad.

Si se considera que el precio de la luz en horario nocturno está en torno a 13 céntimos por kilovatio hora, la operación es sencilla: “16 por 0,13 son 2,08 euros cada noche. Si lo conectas todas las noches durante un mes, hablamos de 62,4 euros al mes”, puntualiza Jaime. Una cifra que puede sorprender a quienes pensaban que los calefactores portátiles eran una alternativa barata para pasar las noches frías.

Tipos de calefactores eléctricos y su impacto en la factura

En el mercado doméstico, los calefactores eléctricos portátiles y los radiadores eléctricos son los más frecuentes. Los primeros destacan por su tamaño compacto, su bajo precio y su capacidad para calentar rápidamente espacios reducidos, como un baño o un despacho. Funcionan mediante resistencias que calientan el aire y lo distribuyen gracias a un ventilador. Sin embargo, presentan un inconveniente importante: su consumo energético es elevado en relación con el tiempo de uso. Por ello, los expertos recomiendan emplearlos de manera puntual, en lugar de dejarlo encendido durante toda la noche.

Por su parte, los radiadores eléctricos, especialmente los modelos conectados o “inteligentes”, pueden ofrecer un uso más eficiente de la energía. Ajustan la temperatura de manera automática y permiten programar horarios de encendido y apagado, reduciendo el gasto innecesario. Aun así, conviene tener en cuenta que su potencia también varía y, en términos generales, un aparato más potente consumirá más electricidad, aunque reparta el calor de forma más uniforme.

Es importante tener en cuenta que el consumo de un calefactor depende directamente de su potencia, que se mide en vatios. Los modelos más comunes oscilan entre 1.000 y 2.500 W, aunque algunos aparatos más potentes pueden superar esas cifras. Esto significa que un mismo hábito de uso puede costar mucho más en función del aparato que se elija. Por ejemplo, un calefactor de 1.000 W que funcione toda la noche consumirá la mitad que uno de 2.000 W, pero también tardará más en calentar la habitación.

Cómo el precio de la luz y el uso responsable afectan la factura

El impacto económico de dormir con calefactor también depende del coste de la electricidad, que en España varía según la tarifa y el horario. En muchas tarifas con discriminación horaria, la luz por la noche es más barata que durante el día, pero incluso en esos casos, dejar encendido un calefactor toda la noche supone un gasto mensual que puede superar los 60 euros. Además, el uso prolongado de calefactores eléctricos tiene consecuencias ambientales, ya que incrementa la demanda de energía y, por tanto, las emisiones asociadas a la producción eléctrica.

Para reducir la factura sin renunciar al confort, los expertos recomiendan algunas estrategias sencillas: usar calefactores solo en el momento necesario, aprovechar mantas y ropa de abrigo dentro de casa, aislar puertas y ventanas para evitar fugas de calor, y optar por radiadores eléctricos programables o de bajo consumo. Porque, en definitiva, no se trata de dejar de usar la calefacción, sino de utilizarla de manera eficiente.