
Si hay un día que quedará marcado para siempre en la vida de Isabel Pantoja es el 21 de noviembre de 2014, fecha en la que ingresó en prisión por su implicación en el Caso Malaya. Entonces, la tonadillera ingresó en la cárcel de mujeres de Álcalá de Guadaíra, en Sevilla, tras ser condenada por blanqueo de capitales.
El proceso judicial comenzó tras su relación con Julián Muñoz, exalcalde de Marbella, con quien mantuvo una relación sentimental desde 2003 hasta 2006. El exedil, entonces casado con Mayte Zaldívar, comenzó una historia de amor con la intérprete de Garlochí después de que esta fuese imagen de Marbella. Aunque, inicialmente, los dos dejaron claro que entre ellos solo había una amistad, lo cierto es que, poco después, se confirmó lo que era un secreto a voces. Tres años después de dar rienda suelta a su amor, se conoció que su relación no llegó a buen puerto. Sin embargo, nada hacia presagiar que la madre de Kiko Rivera se vería implicada en una trama de corrupción.
Las investigaciones posteriores sacaron a la luz que Zaldívar y Pantoja actuaron como testaferros en operaciones de blanqueo de dinero procedente del ayuntamiento. De acuerdo con la sentencia, entre 2003 y 2006, la cantante percibió cerca de 600.000 euros en sus sociedades. El tribunal determinó que la expareja de Paquirrí llegó a recibir hasta 3.000 euros diarios. La condena implicó una pena de dos años de prisión y una multa de 1.147.000 euros.
El 21 de noviembre de 2014 a las 7:55 de la mañana, Isabel Pantoja ingresaba en la prisión sevillana escoltada por dos funcionarias. Con su larga y morena melena recogida, unas gafas de sol XXL, un abrigo largo en color negro y un gran bolso bajo el brazo, la artista entraba con paso firme y la cabeza alta a la cárcel. Su ingreso en prisión marcó un antes y un después en la vida de la cantante, quien ocultó esta situación a su madre alegando que se encontraba de gira en Latinoamérica.

Tras cumplir dos tercios de la condena y gracias a su buen comportamiento, Pantoja obtuvo la libertad condicional el 2 de marzo de 2016. El impacto de los hechos judiciales no solo afectó a la figura pública de Pantoja, sino también a su economía personal. Al abandonar la prisión, la artista se enfrentó a deudas elevadas y a dificultades financieras tras varios negocios fallidos y el elevado coste de mantenimiento de Cantora.
Una dinamitada relación familiar
Actualmente, la cantante tomó la decisión de dejar atrás su preciada finca para empezar una nueva vida en una lujosa urbanización de Madrid. Aunque tenía en mente residir fuera de España, lo cierto es que, finalmente, continuará viviendo en la capital española. En el plano personal, su relación con su hijo, Kiko Rivera, sigue estando deteriorada. Todo cambió con las diferencias por la herencia de Paquirri y la gestión de los bienes familiares en Cantora, situación que llevó a un distanciamiento total.
El vínculo con su hija, Isa Pantoja, tampoco es estrecho. Y es que la joven decidió alejarse por completo tras no recibir el apoyo esperado de su madre, ni siquiera en su reciente maternidad con Asraf Beno. Aunque han pasado más de diez años desde su ingreso en prisión, lo cierto es que la vida de Isabel Pantoja sigue estando marcada por la distancia con sus hijos, refugiada en su carrera profesional y recibiedno el apoyo de su mano derecha, Agustín Pantoja.
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