El libro para comprender mejor a Rosalía y las canciones de ‘LUX’: ‘Misticismo’, el manual de un ateo para encontrar a Dios sin creer en él

Simon Critchley firma un ensayo en el que, a través de la vida y el pensamiento de diferentes religiosas, filósofos y artistas contemporáneos, reivindica el valor de una experiencia mística muy similar a la expresada por la cantante en su último disco

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Montaje fotográfico en el que
Montaje fotográfico en el que Rosalía aparece junto a la cubierta de 'Misticismo', de Simon Critchley. (Infobae España)

A estas alturas, ya nadie puede dudar de que el lanzamiento de LUX, el disco de Rosalía, ha sido uno de los acontecimientos musicales del año. El nuevo proyecto de la cantante catalana, una apuesta arriesgada llena de experimentación en el terreno de la experimentación, ha llamado mucho la atención también por su temática religiosa, presente tanto en la letra de sus canciones como en la estética de todo lo que ha rodeado al lanzamiento del disco.

En este sentido, la cantante ya ha explicado en más de una entrevista lo importante que ha llegado a ser la lectura para preparar el álbum. A pesar de dedicándose un año entero exclusivamente a documentarse sobre la espiritualidad y la mística femenina: Simone Weil, Santa Teresa de Jesús, Hildegarda de Bingen... autoras que hablaron de su propia experiencia en el terreno de la fe.

Ahora bien, si para los no doctos (o no creyentes) puede resultar arduo enfrentarse a ese tipo de autoras, el lanzamiento de LUX ha coincidido con la publicación de un libro en España que, precisamente, recoge su pensamiento y el de otras tantas religiosas. Hablamos de Misticismo (Sexto Piso), de Simon Critchley, un ensayo a medio camino entre el libro de historia y el de filosofía que, de una forma tan llana como precisa, reivindica el sentimiento místico como algo que podemos experimentar sin tener por qué confluir con ninguna religión.

Simon Critchley, autor de 'Misticismo'.
Simon Critchley, autor de 'Misticismo'. (Sexto Piso)

Qué es el misticismo: Critchley y Rosalía no pueden ser más claros

Para Critchley, el misticismo es la experiencia del éxtasis, es decir, de una experiencia intensa (la más intensa, de hecho) en la que somos capaces de salir de nuestro yo consciente, ir más allá y expandir nuestra conciencia. No es una religión, tampoco una unión con lo divino, ya que, como expresa el filósofo, es mejor pensarlo como una “presencia de Dios”, que puede darse incluso desde su ausencia, “un lenguaje que se deshace sin cesar”, pero que parte del sentimiento más gozoso de todos: el amor.

En Rosalía, esto lo encontramos desde las primeras canciones de LUX. Si en Sexo, violencia y llantas, la canción que abre el disco, describe esa vaga presencia de lo divino en sus primeras frases (“Quién pudiera venir de esta tierra / Y entrar en el cielo y volver a la tierra”), en temas siguientes como Reliquia o Divinize se deshará de su propio cuerpo para que la luz atraviese su cuerpo. En Porcelana, no podrá decirlo más claro: "Ego sum nihil, ego sum lux mundi" (“yo no soy nada, yo soy la luz del mundo”).

Y es que, si algo nos deja claro Critchley es que, en el misticismo, la transformación de uno mismo es algo clave, porque, si lo más habitual en nosotros es abandonarnos a sentimientos como la melancolía o la duda, trascender implica abandonarse a “una especie de júbilo, una especie de liberación y elevación, el pálpito de que, a pesar de todo, todo va a ir bien”.

Cubierta de 'Misticismo', de Simon
Cubierta de 'Misticismo', de Simon Critchley. (Sexto Piso)

La música es la puerta de entrada

En Misticismo, la música es un elemento central para el autor, especialmente como una forma de experimentar este sentimiento a día de hoy. “Cuando escuchamos la música que nos gusta, parece que el mundo se reanima, parece completamente vivo, rebosante de sentido. La única prueba del animismo que conozco es la música. Cuando la escuchamos, es como si el mundo cayese bajo el hechizo de una suerte de magia natural. En la música, el cosmos parece infundido de divinidad”. El filósofo señala, por ejemplo, cómo para el poeta T.S Eliot o la más contemporánea Anne Carson, el objetivo de la poesía era alcanzar un estado lo más cercano a la música.

Si las estructuras musicales en LUX se repiten una y otra vez en la misma canción (el ejemplo más claro es La Yugular), es porque la cantante recrea un canto devocional en la que la espiritualidad lo permea todo: el ritmo en temas como en Berghain o Dios es un stalker, la voz en Memória (en portugués: “Dime si todavía tropiezo / Si me alegro, si doy las gracias / O si todavía sé cantar”)... “De manera milagrosa, la música es capaz de retener esa emoción (un ”júbilo idiota", en palabras del mítico productor musical Brian Eno) y de retenernos a nosotros ahí por un instante”, reflexiona Critchley en su libro. “Como insistía Nietzsche, la vida sin música sería un error”.

Por eso, dentro y fuera de la religión, la música, en tanto abandono, podría entenderse como una práctica devocional: con sus propios santos, sus propios ritos y peregrinajes, nos convierte en practicantes, como otras artes que, al alcanzar lo sublime, también son capaces de sacarnos de nosotros mismos. “Las experiencias sensoriales, corpóreas, disponibles en la poesía, la prosa y la música son maneras de trasladar y extender la práctica mística hasta llegar al éxtasis, el embeleso y la visión”.

Tapa de 'LUX', el último
Tapa de 'LUX', el último disco de Rosalía.

La religión condenó a las místicas

A lo largo de su disco, Rosalía hace referencia a más de una decena de santas, lo que también podría a contribuir a pensar en el carácter religioso de su disco. No obstante, la distinción entre lo espiritual o mítico y la religión, más aún la institucional, queda más que probada si se tiene en cuenta que la religión, en más de una ocasión, llegó a condenar a estas mujeres que compartían sus encuentros con Dios.

Un ejemplo claro sería una de las tres canciones exclusivas que la cantante ha preparado para la edición física de LUX, Jeanne, donde narra la historia de Juana de Arco y quemada por las autoridades eclesiásticas). Sin embargo, Critchley, quien dedica buena parte de su libro también a las vidas de santas y religiosas tildadas de herejes, como Margarita Porete (fundadora de “la herejía del libre espíritu”, por la que fue condenada a la hoguera junto con su libro) o Juana María de la Motte Guyon, también juzgada. Además, en Misticismo, el autor nos da varias claves para entender a otra figura capital en el disco de Rosalía: Santa Teresa de Jesús.

“Teresa”, nos cuenta este autor, “tenía la tendencia a levitar después de recibir la comunión, algo que le provocaba una gran vergüenza”. Tenía una conexión con Dios muy erótica, razón por la que sería muy cuestionada por sus coetáneos religiosos e incluso investigada por los mismos, si bien es cierto que acabaría siendo la primera mujer en lograr el título de “doctora” en la Iglesia, para más tarde ser canonizada. Rosalía, por su parte, rinde homenaje a esta santa en varias canciones, entre ellas Sauvignon Blanc: “Ella decidió despojarse de todo lo material… y buscar otro tipo de vida y otro camino”, expresaba la artista al hablar sobre cómo le influyó su figura para hacer la letra del tema.

Rosalía presenta 'LUX', su nuevo álbum.

La importancia de recuperar el misticismo en los estudios filosóficos

Lejos de la Iglesia, por lo tanto, el misticismo podría encajar como una filosofía, si bien por sus connotaciones religiosas este ha sido rechazado por más de un pensador. “El misticismo consiste en la posibilidad de una vida extática. Durante los últimos dos siglos, con las obvias excepciones de gente como Nietzsche y, de manera más reciente, Georges Bataille, la filosofía ha conseguido vacunarse de un modo más o menos eficaz contra ese tipo de experiencias que hallamos en los místicos”, escribe. “Ha llegado el momento de reintroducir el virus”.

Si LUX expresa a través de la música la fuerza transformadora de la espiritualidad, Critchley propone adoptar igualmente el misticismo como una forma de vida transformada en experiencia estética. Así, para él, el filósofo debe liberarse del rol de “heroico defensor público en el juzgado de la razón” y tomarse el mundo “de un modo religioso”. Critchley, por cierto, y a diferencia de Rosalía, es ateo. “¿Me estoy contradiciendo a propósito”, se pregunta, “dejaré que sea el propio lector quien lo juzgue”.

Para él, la comprensión de la religión no debe ya pasar tanto por una cuestión teórica o metafísica, sino convertirse en una herramienta para recuperar ciertos sentimientos que la vida moderna nos ha arrebatado. No hay que creer en Dios para alcanzarlo. Más bien, propone buscarlo aunque no exista. Y en el viaje, tal vez, encontrarnos una parte de nosotros, de los demás y del mundo que nos rodea que, como cantaría Rosalía, “no conseguimos recordar”.