Once años sin Cayetana de Alba: el legado vivo de la duquesa que eligió ser libre

Este 20 de noviembre recordamos a la duquesa de Alba, una mujer inimitable que dejó tal estela que su labor sigue siendo visible

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Cayetana de Alba en una
Cayetana de Alba en una imagen de archivo. (Europa Press)

El 20 de noviembre sigue siendo una fecha especial en el calendario de la crónica social española, pues es el de una despedida que todavía pelliza el corazón de muchos. Este 2025 se cumplen once años del fallecimiento de Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba, una figura cuya presencia continúa siendo poderosa, casi como cuando recorría ferias, palacios y playas sin más norma que la de su propia voluntad. Lejos de diluirse, su recuerdo sigue creciendo, quizá porque pocas aristócratas supieron unir tradición y rebeldía con tanta naturalidad como ella.

Como cada año, la familia honra su memoria en la iglesia del Cristo de los Gitanos, en Sevilla, el templo donde descansan sus cenizas y al que Cayetana acudía con una devoción tan íntima como festiva. Si bien es su hijo pequeño, Cayetano Martínez de Irujo, quien promueve desde el principio estas misas, en ocasiones también asisten tanto el viudo de la duquesa, Alfonso Díez, como grandes amigos como Curro Romero y Carmen Tello, además de otros de sus hijos. Este aniversario será especial, pues es el primero del duque de Arjona tras su boda con Bárbara Mirjan.

La iglesia del Cristo de
La iglesia del Cristo de los Gitanos en Sevilla el día del funeral de la duquesa de Alba (EFE).

Pero más allá de los movimientos familiares, este aniversario invita a recordar a la mujer que convirtió una vida marcada por el protocolo en un relato propio. Cayetana de Alba fue conocida en todo el mundo por ser la aristócrata con más títulos nobiliarios, una cifra que incluso alimentó leyendas sobre reverencias y protocolos ante los reyes de España. Pero más allá de eso, dicen los que la conocieron que era una mujer magnética.

Su estilo a la hora de vestir, su manera de habitar el poder y su capacidad para desmarcarse de lo previsible la llevaron a convertirse en algo más que una duquesa: se volvió un personaje cultural, un icono social y, finalmente, “la duquesa del pueblo”.

El próximo 4 de octubre, Cayetano Martínez de Irujo contraerá matrimonio con Bárbara Mirján en una ceremonia que se llevara a cabo en Sevilla.

Los primeros años de Cayetana de Alba

Su vida arrancó marcada por circunstancias difíciles: la pérdida temprana de su madre y un exilio obligado por la Guerra Civil. Aun así, su infancia y juventud fueron extraordinarias. En Londres, donde su padre fue embajador, conoció de primera mano el ambiente diplomático y trató a figuras como Winston Churchill o la futura Isabel II, a quien siguió unida durante toda su vida. Aquellos años moldearon a una mujer cosmopolita, acostumbrada a conversar en varios idiomas y a moverse entre artistas, políticos y aristócratas con absoluta soltura.

El primer gran capítulo de su vida adulta llegó de la mano del amor. Su boda con Luis Martínez de Irujo en 1947 fue uno de los grandes acontecimientos sociales del siglo XX en España: 3.000 invitados, crónicas internacionales y fotos que hoy siguen fascinando. Durante ese matrimonio, Cayetana brilló en los salones más elegantes del planeta. Cecil Beaton y Richard Avedon la retrataron para revistas de moda, y por los palacios de Dueñas y Liria pasaron desde Audrey Hepburn hasta Grace Kelly. Aquella duquesa joven, vestida de Dior y Balenciaga, representaba el glamour aristocrático en su versión más luminosa.

Boda de Cayetana de Alba
Boda de Cayetana de Alba y Luis Martínez de Irujo. (Archivo RTVE)

Tras enviudar en 1972, su vida dio un giro tan inesperado como valiente. Su segundo matrimonio con Jesús Aguirre, un intelectual progresista y ajeno a la aristocracia, rompió moldes dentro y fuera de la familia. Con él llegó también una etapa más bohemia, donde surgieron los famosos kaftanes, el pelo alborotado, los veranos en Ibiza y esa libertad estética que tanto inspiró y desconcertó. Aquella Cayetana, más cercana a la cultura popular y al folclore, se convirtió en un referente de autenticidad.

Su tercer matrimonio, con Alfonso Díez, consolidó la última gran declaración de principios de la duquesa: la felicidad no tiene edad y la vida no se negocia con las expectativas ajenas. Con 85 años, vestida de novia y rodeada de una Sevilla entregada, volvió a demostrar que la libertad siempre fue su título más valioso.

Alfonso Díez en una imagen
Alfonso Díez en una imagen de archivo. (Europa Press)

Once años después de su muerte en el Palacio de las Dueñas, la figura de Cayetana de Alba permanece viva porque desbordó los límites de su tiempo. Fue una aristócrata clásica y, a la vez, una mujer adelantada a su época; un personaje mediático sin proponérselo; una señora de palacios que bailaba sevillanas descalza; un símbolo de tradición que eligió ser moderna.