Ni 60 ni 90 grados: esta es la temperatura adecuada para lavar la ropa y eliminar todas las bacterias

El exceso de calor carece de justificación higiénica en la mayoría de los casos

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Lavar la ropa. (Pexels)
Lavar la ropa. (Pexels)

Durante muchos años, la creencia predominante en numerosos hogares europeos ha sido que las altas temperaturas, específicamente lavados a 60 °C o 90 °C, eran el único modo seguro de eliminar los gérmenes de la ropa de cama. Sin embargo, las nuevas investigaciones han desmontado gradualmente este mito, y en la actualidad, tanto las lavadoras modernas como los detergentes enzimáticos permiten conseguir resultados eficaces a menor temperatura y con menor impacto en recursos energéticos y desgaste de los textiles.

El avance de la tecnología del hogar y la química aplicada a detergentes ha transformado los estándares de limpieza para las sábanas y otros textiles. El mito de que únicamente el agua hirviendo puede acabar con bacterias y ácaros proviene de épocas en las que los tejidos consistían en algodón crudo sin tratar, y los detergentes no contenían aditivos antibacterianos. Hoy, la lógica que sostenía esta práctica se mantiene más como una costumbre heredada que como una necesidad respaldada por datos actuales. Unas pruebas realizadas por el laboratorio TÜV Rheinland, por ejemplo, han demostrado que un lavado a 40 °C con detergente enzimático elimina hasta un 99% de las bacterias comunes presentes en la ropa de cama.

Así, lavar a 40 °C permite un equilibrio perfecto: asegura la eliminación de bacterias y ácaros, preserva las fibras de la ropa y reduce de manera significativa el gasto energético. Además, los lavados a temperaturas elevadas generan mayor desgaste en los tejidos y acortan la vida útil de la ropa de cama, mientras que las temperaturas moderadas ayudan a mantener la elasticidad y resistencia de las fibras, disminuyendo la frecuencia con la que deben ser renovados los textiles.

Pese a todo, existen situaciones en las que elevar la temperatura es indispensable. En presencia de cuadros infecciosos, como gripe estacional o infecciones cutáneas, las recomendaciones sanitarias —incluyendo las del Ministerio de Salud— indican lavados a más de 60 °C para combatir la transmisión doméstica de gérmenes. Asimismo, en hogares con personas alérgicas a los ácaros, se sugiere programar al menos una vez al mes un lavado a esa temperatura máxima. Por último, las familias con recién nacidos o personas inmunodeprimidas también deben alternar lavados a 40 °C y 60 °C de manera semanal.

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La importancia de lavar las sábanas

El estado de limpieza de las sábanas impacta de forma directa en la calidad del sueño y la salud. Un adulto puede perder hasta 300 mililitros de sudor y miles de células cutáneas cada noche, lo que convierte el lecho en un entorno propicio para la proliferación de ácaros y bacterias. En un simple cojín, pueden coexistir más de 1,5 millones de microorganismos, invisibles al ojo humano. La acumulación de residuos biológicos, junto con ácaros y bacterias, crece con el uso continuado. Por eso, mantener una rutina adecuada de higiene reduce el riesgo de alergias respiratorias, mejora el entorno de descanso y protege a las personas vulnerables, como niños pequeños, ancianos o inmunodeprimidos.

¿Y cuál es la mejor manera de lavar las sábanas? Las principales recomendaciones son:

  • Lavar la ropa de cama estándar a 40 °C, con detergente enzimático y ciclos prolongados, como pauta semanal.
  • Para personas con alergias o asma, elevar a 60 °C la temperatura, preferiblemente cada dos semanas.
  • Cambiar sábanas y fundas cada siete a diez días, o cada cinco en verano o tras periodos de sudor intenso.
  • Usar detergentes ecológicos certificados o dermatológicamente probados, evitar suavizantes siliconados y optar por el secado al aire libre cuando sea posible.
  • Revisar siempre las etiquetas de las prendas y respetar las recomendaciones de cada fabricante en cuanto a producto, temperatura y ciclo.