Unos propietarios logran desahuciar a un inquilino con 22.000 euros de deuda y descubren un acuario gigante en la casa: obligados a mantenerlo para que no mueran los peces

La hija del matrimonio busca asociaciones o entusiastas dispuestos a acoger a los animales

Guardar
Imagen representativa de un acuario
Imagen representativa de un acuario en un hohar (shutterstock)

Los desahucios permiten a los propietarios recuperar la posesión de una vivienda o local que habían sido alquilados, normalmente porque el inquilino no ha cumplido con las condiciones del contrato, como puede ser al pago del alquiler. Sin embargo, en algunos casos los propietarios pueden encontrarse inconvenientes o sorpresas tras volver a su propiedad, tal y como le ha ocurrido a una familia francesa.

En Narbona, Francia, una familia descubrió un acuario lleno de peces tropicales después de que su inquilino fuera desalojado a finales de octubre. Con una deuda de alquileres impagados que ya ascendía a una suma de 22.000 euros, los propietarios se ven ahora obligados a mantener el acuario para evitar que los peces mueran.

Para estos vecinos de Narbona, la historia debería haber terminado con el desalojo de su inquilino el 24 de octubre. Después de casi dos años de alquiler impagado (casi 22.000 euros) y gastos legales, surgió otro problema: un enorme acuario abandonado por el inquilino en la casa alquilada.

Desde 2024 sin pagar

Francesco Corbacho, un jubilado de más de setenta años, había reformado completamente el apartamento antes de alquilarlo en 2021 a un comerciante recomendado por un familiar. Aunque al principio parecía fiable, la situación se complicó rápidamente: “Esto duró un tiempo, y luego, a partir de enero de 2024, dejó de pagar, o casi nada. En abril y junio, sin embargo, nos pagó con cheques que no estaban a su nombre”, declaró la familia al medio L´Indépendant.

El piso es amplio, situado cerca del hospital, con garaje, buhardilla y patio compartido, ideal en pleno centro de la ciudad. Finalmente, en noviembre de 2024 se iniciaron los procedimientos legales y se celebraron las audiencias. “En cada ocasión, se presentó sin documentos, sin justificante de ingresos y sin abogado, alegando que saldaría sus deudas en cuanto le liberaran el dinero en el extranjero”, continuaron comentando.

El hombre, que supuestamente gestionaba pequeños negocios, lo hacía a través de testaferros. Tras repetidos aplazamientos, solicutudes de prórroga e intentos de eludir su responsabilidad, negándose incluso a aceptar cartas certificadas, el inquilino finalmente convenció al tribunal de su mala fe y se dictó una orden judicial de desalojo.

Un regalo navideño

En presencia de un alguacil y agentes de la ley, fue desalojado el pasado 24 de octubre, una semana antes de que entrara en vigor la moratoria invernal de desahucios, que el inquilino había intentado prorrogar. La pareja abandonó la vivienda, llevándose consigo a sus perros, gatos y pertenencias. Lo que queda son los muebles, una cantidad considerable de basura y excrementos de animales y, sobre todo, un gran acuario climatizado lleno de peces tropicales.

Guardia Civil interviene casi 500 animales exóticos de un falso refugio

“En cuanto nos enteramos, presentamos una denuncia formal por abandono de animales. A pesar de haber ganado el juicio, tenemos prohibido entrar a nuestra casa durante dos meses para que el antiguo inquilino pueda desalojarla”, explicó la pareja. Solo un alguacil tiene acceso a la vivienda. Él es quien, por un coste de 55€ cada dos días, pagado por los propietarios, alimenta a los peces. Este proceso podría prolongarse hasta el 24 de diciembre si el antiguo inquilino no ha retirado el acuario para entonces.

Una vez retirada la pecera, el apartamento volverá a ser propiedad de la familia Corbacho. Pese a que no quieren el acuario, están decididos a que los peces sobrevivan y buscan a gente interesada: “Tomamos esta iniciativa para pedir ayuda a asociaciones o aficionados serios a los acuario que puedan acogerlos y cuidarlos”, concluye Marie Corbacho, pesimista ante la posibilidad de que los peces vuelvan con el antiguo inquilino, que ni siquiera responde al teléfono móvil del hombre.