Deja a su perro en el coche y cuando vuelve la ventanilla está rota: termina arrastrándolo por la carretera hasta que le avisan y la polémica provoca que quemen su casa

Dejar a un perro solo en el coche no solo supone un riesgo para la vida del animal, sino que puede desencadenar consecuencias legales y sociales inesperadas

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Deja a su perro en el coche y cuando vuelve la ventanilla está rota: termina arrastrándolo por la carretera hasta que le avisan y la polémica provoca que quemen su casa (Pexels)

Dejar solo a un perro en el coche nunca es una decisión segura, independientemente de la época del año o del tiempo que el animal permanezca dentro del vehículo. Un turismo cerrado puede convertirse en cuestión de minutos en una trampa mortal para cualquier mascota, incluso con las ventanas entreabiertas. Los cambios bruscos de temperatura, la falta de ventilación adecuada, el estrés derivado del encierro y la posibilidad de un accidente o, como en este caso, una intervención externa inesperada hacen que esa supuesta comodidad se vuelva rápidamente en contra del animal.

Las autoridades pueden reventar las ventanas de un coche si creen que un animal está en peligro

La normativa española actual, recogida en la Ley de Bienestar Animal que entró en vigor en 2023, establece con claridad que no se puede dejar a un animal solo en un vehículo cerrado si esto supone riesgo para su integridad física, su vida o su bienestar. Este riesgo no solo se da cuando el coche está expuesto al sol o a temperaturas elevadas: el frío extremo puede ser igual de peligroso, ya que puede provocar hipotermia, temblores e incluso pérdida de conciencia en poco tiempo. Es importante recordar que tampoco la ventilación parcial ni el aparcamiento a la sombra anulan el riesgo para los animales, y que la tensión psicológica y el miedo de un perro encerrado pueden tener efectos tan dañinos como los provocados por el calor o el frío.

Si las fuerzas de seguridad o protección animal detectan una situación de peligro, la ley les permite actuar de forma inmediata, incluso rompiendo la ventanilla si es necesario para rescatar al animal. En algunos casos, este tipo de intervenciones ha salvado vidas, pero también pone de manifiesto la gravedad del problema. Pese a estas advertencias y a los crecientes esfuerzos de concienciación, los casos de animales encerrados en coches siguen repitiéndose, a menudo con consecuencias muy graves.

El caso de Ares: dejar a un perro en el coche y que te acaben quemando la casa

Un ejemplo especialmente ilustrativo de los riesgos asociados a dejar solo a un perro en el coche es el caso de Ares, un pastor alemán cuya historia trascendió el pasado mes de julio en la ciudad belga de Lieja. Este suceso no solo reavivó el debate social sobre bienestar animal, sino que también implicó a la justicia, movilizó a la opinión pública y terminó expandiéndose en las redes sociales tras la difusión de unas imágenes difíciles de olvidar.

Todo comenzó la tarde del 4 de julio, cuando el propietario de Ares decidió acudir, como solía hacer, a un café de Dalhem junto a su perro. Aquella noche, sin embargo, el local estaba más concurrido de lo habitual y la persona encargada del establecimiento le pidió, de forma excepcional, que dejara al animal fuera del local y no en el interior, como venía siendo habitual. El hombre aparcó el coche cerca y dejó las ventanillas entreabiertas, tratando de asegurarse de que el pastor alemán tuviera suficiente aire fresco. Según varios testigos, durante la velada salió en varias ocasiones para comprobar el estado de Ares.

El problema surgió pasadas las 21:00, entre la última visita y el regreso definitivo a su vehículo. Durante ese intervalo, una persona no identificada rompió una de las ventanillas del coche. Al intentar salir, el perro quedó colgado de la correa y sufrió heridas por los cristales rotos. Alrededor de las 22:00, el dueño regresó al coche pensando que el animal dormía en el maletero, puso el vehículo en marcha y únicamente se enteró de la gravedad de la situación cuando una conductora le avisó tocando el claxon.

La difusión en redes sociales de un vídeo que mostraba al pastor alemán siendo arrastrado por la ventanilla provocó una fuerte respuesta pública. La fiscalía abrió una investigación por maltrato animal, pero el caso ganó aún más notoriedad cuando el acoso social se tradujo en amenazas y en un incendio provocado en la vivienda del propietario. Las autoridades, tras tomar declaración a testigos y revisar las pruebas, archivaron finalmente la causa por maltrato animal, al confirmar la versión del propietario sobre lo sucedido. Las diligencias por acoso prosperaron, identificándose a algunos responsables, pero finalmente no se consiguió averiguar quién había provocado el fuego.