Los puertos USB no siempre son del mismo color: por qué debes tratar de evitar los blancos

Cada aspecto indica el estándar de velocidad y el tipo de tecnología que puede ofrecer

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Usuario conectando el cable USB
Usuario conectando el cable USB (Shutterstock)

El USB es una tecnología que en la actualidad se utiliza prácticamente a diario, ya sea para transferir datos o energía a los diferentes dispositivos. Si bien puede parecer que simplemente usando el cable adecuado se puede lograr el acometido, el color de los puertos cumple una labor importante en el proceso.

En la mayoría de ocasiones pasa desapercibido, pero su color va cambiando en función de la velocidad de transferencia y la tecnología que soporta. Si no se tiene en cuenta, es posible que se pueda estar perdiendo tiempo al copiar archivos, el móvil cargue con mayor lentitud o incluso haya problemas de compatibilidad.

Además, de entre todos los colores, hay uno que es recomendable evitar siempre que sea posible. En este caso es la entrada de USB de color blanco, ya que este conector está ligado a la primera generación de USB y hoy en día apenas tiene sentido en un ordenador moderno.

Puerto blanco

El puerto blanco corresponde a los estándares USB 1.0 y 1.1, lanzados a finales de los años noventa. Alcanza una velocidad máxima de apenas 12 Mbps, algo que queda muy atrás respecto a los cientos o miles de megabits por segundo que pueden alcanzar los conectores modernos. Cabe destacar que estos primeros modelos estaban pensados para utilizarse en teclados, ratones o similares, cuando aún no era necesario mover grandes volúmenes de datos.

Sin embargo, el problema es que hoy han quedado totalmente obsoletos, ya que copiar un archivo desde un pendrive en un puerto blanco puede convertirse en una tarea interminable. Además, no ofrecen la potencia suficiente para cargar un móvil con rapidez e incluso pueden generar fallos al usarlos con equipos modernos. Podrían tener utilidad si se conserva un periférico muy antiguo y que no exiga velocidad.

Otros colores

El negro suele corresponderse al USB 2.0, un estándar que en su día consolidó el uso masivo de la tecnología. Cuenta con una velocidad de hasta 480 Mbps, suficiente para tareas básicas. También puede ser útil para transferir pequeños archivos, aunque para, por ejemplo, copiar vídeos de alta calidad puede quedarse corto.

Por su parte, el azul está reservado al USB 3.0, que soporta hasta 5 Gbps de transferencia y se puede utilizar para discos duros externos, memorias rápidas o cualquier dispositivo donde prime la velocidad de lectura y escritura. Su creciente popularidad ha hecho que durante varios años sea el color más reconocible en ordenadores y portátiles.

Colores de los puertos USB
Colores de los puertos USB (Facebook / Cabo electronics)

El turquesa identifica los USB 3.1 y 3.2, que pueden alcanzar los 10 Gbps. Este permite mover grandes carpetas de fotos o vídeos en segundos y trabajar directamente con archivos de gran tamaño. Son ideales para aquellos que manejen contenido multimedia o discos SSD externos.

Por último, los de color rojo o amarillo suelen estar pensados para cargar dispositivos incluso con el ordenador apagado. Es útil si se usa el PC como base de carga y conviene reservarlos para esa tarea y no desaprovechar otros conectores más rápidos para transferir datos.

Identificar el adecuado

El color es lo más destacado, pero muchos fabricantes incluyen símbolos junto al conector que ayudan a reconocer la versión. Un ejemplo es el tridente USB acompañado de las letras SS, lo que indica un puerto SuperSpeed, es decir, al menos un USB 3.0.

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En definitiva, lo recomendable es usar al menos un USB 2.0 (negro), aunque lo más aconsejable es utilizar los colores azul o turquesa para aprovechar velocidades mucho más altas que aseguren transferencias rápidas, carga eficiente y menos problemas.