Un grupo de carteristas de Venecia ingresaba 2.500 euros diarios por miembro: aprovechaban para robar en puentes o puertos de la ciudad, donde había más turistas

La investigación revela que menores y mujeres embarazadas eran obligadas a robar bajo amenazas, palizas y control coercitivo

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Un carterista roba un monedero
Un carterista roba un monedero del interior de un bolso. (Canva)

Una amplia investigación judicial y policial en Venecia ha destapado un entramado criminal dedicado al robo al descuido cuyas cifras han sorprendido incluso a los investigadores. Según los datos revelados por la fiscalía y recogidos por medios italianos, los integrantes del grupo alcanzaban ganancias medias diarias de hasta 2.500 euros, superando con facilidad los 700.000 euros anuales. Las autoridades italianas han calificado el fenómeno como uno de los casos más lucrativos de hurto callejero registrados en los últimos años en el país.

La operación, desarrollada durante dos años por los Carabinieri y avalada por el Tribunal de Venecia, ha supuesto la imposición de 23 medidas cautelares contra los miembros del grupo, integrado por veinte mujeres y tres hombres, la mayoría sin hogar y con un largo historial de detenciones breves que, hasta ahora, no habían derivado en encarcelamientos prolongados. La jueza de instrucción Lea Acampora, a petición del fiscal Giorgio Gava, decidió endurecer las medidas ante la magnitud económica del entramado y el nivel de violencia constatado en la investigación.

Beneficios millonarios en pleno centro turístico

Las pesquisas, desarrolladas entre el verano de 2023 y finales de 2024, documentaron una actividad diaria que asombró incluso a los agentes especializados en delitos contra el patrimonio. Según el informe, los beneficios rondaban los 2.500 euros cada día, cantidad que en ocasiones era incluso superada en jornadas de gran afluencia turística. La cifra, considerada “extraordinaria” por los investigadores, situaba a los integrantes del clan del carterismo muy por encima de los ingresos medios del 90% de futbolistas profesionales en Italia.

El modus operandi se basaba en el aprovechamiento de las zonas más congestionadas de la ciudad —puentes, accesos a vaporetto y áreas próximas a los grandes monumentos— donde el flujo constante de visitantes facilitaba la actuación rápida y coordinada del grupo. La investigación subraya que la organización también mantenía conexiones con redes dedicadas a la falsificación de documentos y al blanqueo de capitales, lo que permitía canalizar los beneficios sin levantar sospechas inmediatas.

The boat 'Moa' (C right)
The boat 'Moa' (C right) transporting Amazon's founder Jeff Bezos is escorted on the Grand Canal on his wedding day in Venice on June 27, 2025. (Photo by Stefano Rellandini / AFP)

Pese a las elevadas cifras, los investigadores matizan que los ingresos del grupo seguían por debajo de los generados por actividades como el tráfico de drogas, la prostitución forzada o la trata de menores. Con todo, el volumen económico y la estructura interna detectada han llevado al Tribunal de Venecia a equiparar el funcionamiento del clan con el de organizaciones de corte mafioso.

Violencia sistemática y control por el terror

La investigación también ha sacado a la luz un cuadro de violencia extrema dentro del grupo, especialmente dirigido contra mujeres jóvenes y menores obligadas a robar bajo amenazas y agresiones físicas. Los informes policiales describen situaciones de auténtico terror: adolescentes y chicas embarazadas que eran enviadas a robar diariamente y que sufrían golpes, insultos y castigos si no alcanzaban el rendimiento económico exigido.

Algunas de las mujeres, incluso en avanzado estado de gestación, denunciaron haber recibido puñetazos y patadas en el abdomen como método de coerción. Los investigadores han calificado estos episodios como “una verdadera película de horror”, detallando además el uso de cuchillos dirigidos contra menores para asegurar que cumpliesen las órdenes. El esquema de dominación interna se basaba en la humillación y la violencia constante, ejercida a menudo por mujeres mayores del grupo pertenecientes a clanes rom y sinti, que actuaban como responsables directas del control de las más jóvenes.

Los delitos atribuidos incluyen conspiración para el hurto, agresiones, amenazas, falsificación de documentos, lavado de dinero y pertenencia a organización criminal. Los agentes describen el entramado como un “grupo altamente especializado”, capaz de adaptarse rápidamente a la presencia policial y de operar de forma casi continua aprovechando el flujo incesante de turistas.