Conoces la M-30, pero no la M-20 ni la M-10, más cercanas a la puerta del Sol: la curiosa historia de las circunvalaciones de Madrid

Un vídeo de @ferromagerit repasa el origen de estos ejes urbanos y su papel en la movilidad y el crecimiento de la capital

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Paisaje urbanístico de Madrid. (Jesús
Paisaje urbanístico de Madrid. (Jesús Hellín / Europa Press)

El divulgador especializado en infraestructura urbana y transporte @ferromagerit explicó en TikTok el origen y la función de dos de las circunvalaciones históricas que aún condicionan la forma y el movimiento de Madrid: la M-10 y la M-20. Su contenido detalla cómo estas vías surgieron para delimitar etapas distintas de la expansión urbana y cómo su trazado sigue presente en el día a día de quienes recorren la ciudad.

La M-10 rodea el casco histórico y coincide con el límite de la antigua cerca de Felipe IV, que marcó el borde de Madrid durante más de dos siglos. En su parte norte, este recorrido se identifica con los tradicionales bulevares: Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta y Génova. En el sur, el perímetro lo trazan las rondas de Atocha, Valencia, Toledo y Segovia. La unión entre ambos segmentos se produce a través de los paseos de Recoletos y del Prado, que continúan siendo uno de los corredores más transitados del centro.

Este primer contorno urbano no solo conserva un valor histórico. Según explica el divulgador, también define la transición entre el Madrid más antiguo y los barrios que se desarrollaron a partir del siglo XIX. Su trazado influye en la distribución del tráfico, en la estructura del viario peatonal y en la organización de rutas que conectan museos, plazas y edificios institucionales.

El nuevo urbanismo del siglo XXI: así va a convivir el polígono industrial más grande de Madrid con el mayor cementerio y yacimiento prehistórico de España.

La M-20, el corredor que ordenó el ensanche

La segunda circunvalación, la M-20, nació para rodear el primer ensanche madrileño ideado en el Plan Castro de 1860. En su inicio fue conocida como Paseo de Ronda, concebida para facilitar el acceso entre las zonas periféricas y el centro sin generar congestión en las calles más antiguas.

Buena parte de su trazado coincide hoy con el recorrido oriental de la línea 6 de Metro, actualmente cerrada por obras entre Moncloa y Legazpi, pasando por Avenida de América y Conde de Casal. Esta línea de circunvalación de transporte público refleja el papel histórico de la M-20 como eje que articula barrios construidos durante la expansión del siglo XIX.

En este recorrido se encuentran varios túneles y puentes que permitieron mantener la continuidad del viario: el entorno de Cuatro Caminos, el puente de Nuevos Ministerios, el paso de República Argentina, el puente de Francisco Silvela conectado con el túnel de Avenida de América, los túneles de Manuel Becerra y Manuel Esquerra, además del puente de Pacífico. Estas infraestructuras, señala @ferromagerit, muestran cómo Madrid adaptó su estructura a las necesidades del tráfico moderno sin renunciar al trazado heredado del siglo XIX.

(Wikipedia)
(Wikipedia)

La M-20 funcionó como frontera operativa del ensanche, ordenando la incorporación de nuevos barrios y estableciendo conexiones más directas hacia el centro. Aunque la ciudad se ha extendido mucho más allá, su recorrido sigue teniendo un efecto claro en la movilidad cotidiana y en la forma en la que se estructuran los desplazamientos.

El vídeo de @ferromagerit destaca que estas circunvalaciones —a menudo percibidas como calles sueltas sin relación entre sí— forman parte de una misma lógica de crecimiento urbano. Explican por qué Madrid tiene la forma que tiene, cómo se organizaron sus barrios y por qué determinadas zonas concentran infraestructuras clave como túneles, puentes o intercambiadores. Comprender la M-10 y la M-20, apunta el divulgador, ayuda a interpretar la ciudad más allá de sus calles visibles, permitiendo entender las formas de movilidad y las lógicas de urbanismo madrileño.