168 baños en el mar para salvar su casa del derribo en la Playa de Babilonia de Guardamar del Segura: “Cualquier persona en mi caso lucharía por lo suyo”

David Renner lucha desde sus redes sociales para evitar el derribo de las casas de pescadores más famosas de la localidad

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David Renner frente a las casas de pescadores amenazadas de derribo en Guardamar del Segura. (Cedida)

Las casas de los pescadores de la playa de Babilonia, en Guardamar del Segura (Alicante) son para muchos un icono representativo del paisaje mediterráneo. Levantadas en los años 30 como medida estética y de protección del ecosistema, el agua se ha ido poco a poco comiendo la distancia entre el mar y los hogares de decenas de personas. Los vecinos viven ahora bajo la amenaza de derribo del Ministerio de Transición Ecológica, que ve en estas viviendas un peligro de erosión del litoral.

Son las casas en las que David Renner ha pasado toda su vida. Fue su padre el que se asentó allí, hace más de 40 años, un tesoro que el joven de 23 años quiere proteger. “Ahí al final tengo recuerdos de toda mi familia, de mis abuelos, de mi padre, que ya no está”, cuenta a Infobae España. La manera de luchar por su hogar la encontró en las redes sociales: una serie de vídeos en la que, con baños en la playa que le vio crecer, reclamaba mantener las viviendas del lugar.

Día a día, el joven ha registrado la lucha de los vecinos en pequeños vídeos para sus redes sociales, en los que ha explicado la historia y los problemas que enfrentan.

De barrera de protección a amenaza ecológica

Casas de pescadores en la
Casas de pescadores en la playa de Babilonia. (Comunitat Valenciana)

El origen de estas viviendas se remonta a finales del siglo XIX, cuando la retirada de la vegetación en la zona provocó el avance de las dunas hacia Guardamar del Segura. El ingeniero Francisco Mira fue el encargado de revertir la situación, proponiendo la replantación de vegetación para fijar las dunas y proteger el municipio. En ese contexto, surgió una colonia estable de casetas junto a la llamada “Caseta Babilonia”, un merendero frecuentado por los habitantes de la localidad.

En 1934, durante la Segunda República, el Ministerio de Fomento autorizó concesiones para la construcción de viviendas en la zona, con el objetivo de “embellecer la Playa de Guardamar”, “proporcionar trabajo a los obreros, evitando su paro” y “sostener los tan peligrosos movimientos de las arenas”. Desde entonces, se sucedieron una serie de prórrogas a la concesión, que han permitido a los vecinos quedarse durante 75 años. Pero la última de ellas caducó en 2018 y, desde entonces, la amenaza de desalojo y derribo ha estado siempre presente.

Si el vecindario nació para frenar el avance de las dunas, un informe del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex) alegó que las viviendas se encuentran en dominio público marítimo-terrestre, contribuyen a la erosión del litoral, presentan daños por temporales y suponen un riesgo para la seguridad, además de impedir la regeneración natural de la playa.

Los vecinos, en cambio, afirman que el problema no está en sus viviendas, sino en un espigón construido en los años 90. La estructura se habría edificado en sentido contrario, lo que habría favorecido el retroceso de la costa en unos 30 metros y provocado la llegada del agua hasta las viviendas.

La subida del mar provocada por el cambio climático empieza a comerse la costa española: “Para 2030 ya se esperan pérdidas de playas”.

“Cualquier persona en mi caso lucharía por lo suyo”

Las demoliciones, programadas para el pasado 15 de septiembre, han quedado paralizadas de forma cautelar por la Generalitat Valenciana, que busca que se reconozca a estas viviendas como patrimonio cultural para evitar así su desaparición.

Renner, mientras, continúa difundiendo su mensaje a partir de las redes. “Creo que cualquier persona en mi caso lucharía por lo suyo”, defiende. Pese a la paralización, ni él ni sus vecinos viven tranquilos. “Tienes una orden de demolición encima, pero es muy injusta. Ni siquiera te compensan económicamente, al revés, te hacen pagar la demolición”, denuncia.

El objetivo para él está claro: quedarse en su casa. “Con los vecinos todos unidos, yo estoy seguro de que seguiremos ahí. Si destruyen esto, es un daño que nunca se va a poder reparar”, reflexiona. Sin embargo, no sería la primera vez que se llevan a cabo derribos en la zona: en 2016 y 2021 se demolieron dos viviendas y un tramo de carretera, alegando el avanzado estado de ruina provocado por la erosión marina. La intervención de 2021 permitió recuperar 120 metros de playa para el municipio.

De la misma forma, existen antecedentes de éxito como el de las Casetes de la Mar, en Nules, donde el Consejo Valenciano de Cultura recomendó su conservación por su valor tipológico y paisajístico.