Islandia activa la alerta global por riesgo de colapso de la corriente oceánica que regula el clima del Atlántico norte

El país se convierte en el primero del mundo en elevar un fenómeno específico a la categoría de riesgo existencial dentro de su Consejo de Seguridad Nacional

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La corriente oceánica que regula
La corriente oceánica que regula el clima global podría colapsar antes de lo previsto. (Reuters)

Islandia ha dado un paso inédito en la política climática internacional al declarar que el posible colapso de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) constituye una amenaza directa para su seguridad nacional. La decisión, confirmada por el ministro de Clima, Johann Pall Johannsson, a Reuters, convierte a Islandia en el primer país del mundo en elevar un fenómeno específico a la categoría de riesgo existencial dentro de su Consejo de Seguridad Nacional.

La medida permitirá coordinar a todos los ministerios, activar protocolos de emergencia y diseñar planes de contingencia frente a un escenario que, según advierten los científicos, podría transformar radicalmente el clima de Europa y alterar los equilibrios atmosféricos y oceánicos de todo el planeta.

Islandia ha trasladado la emergencia
Islandia ha trasladado la emergencia a su Consejo de Seguridad Nacional. (Imagen ilustrativa Infobae)

Una corriente crucial en el punto de mira

La AMOC es uno de los componentes más importantes del sistema climático global. Funciona como una gigantesca cinta transportadora que desplaza aguas cálidas desde el Caribe hasta el Atlántico Norte, suavizando los inviernos en Europa y contribuyendo a equilibrar la circulación oceánica del hemisferio norte. Al enfriarse en latitudes altas, estas aguas se vuelven más densas, se hunden y regresan hacia el sur por las profundidades del océano, completando un ciclo esencial para el balance térmico del planeta.

Pero este mecanismo se encuentra bajo presión. El calentamiento global ha acelerado el deshielo de Groenlandia y el Ártico, añadiendo grandes volúmenes de agua dulce fría al Atlántico Norte. Este aporte diluye la salinidad y reduce la densidad del agua superficial, dificultando el hundimiento que alimenta la AMOC. Distintos estudios detectan señales de debilitamiento desde la década de 1970 y advierten de que, si las emisiones continúan al ritmo actual, la corriente podría colapsar entre 2035 y 2100.

Aunque todavía no hay fecha exacta de cuándo podría darse el colapso, el consenso científico coincide en que el punto de no retorno podría estar mucho más cerca de lo previsto. La AMOC ya colapsó en el pasado, especialmente antes de la última Edad de Hielo, que terminó hace aproximadamente 12.000 años.

Hace 12.000 años, la AMOC
Hace 12.000 años, la AMOC ya colapsó, antes de la Edad de Hielo. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Consecuencias globales del colapso

Las consecuencias de un eventual colapso serían profundas y de alcance planetario. En Europa, los expertos anticipan inviernos más largos y fríos, un incremento de las temperaturas extremas, una caída de la productividad agrícola y graves alteraciones en los ecosistemas marinos, con efectos directos en la pesca.

Pero los impactos no serán solo para el hemisferio norte. La AMOC influye en los patrones de lluvia en África, Sudamérica y el sur de Asia. Su debilitamiento o desaparición podría modificar los monzones, intensificar sequías y agravar la inseguridad alimentaria en regiones altamente vulnerables. En el hemisferio sur, además, un Atlántico sin circulación profunda aceleraría el calentamiento de la Antártida, incrementando el deshielo y elevando el nivel del mar a escala global.

El colapso de la AMOC
El colapso de la AMOC podría prolongar las sequías y traer inviernos más fríos y duraderos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Islandia pasa de la alerta científica a la acción política

La inclusión formal de la AMOC en la agenda del Consejo de Seguridad Nacional islandés supone un cambio de paradigma en la gestión del riesgo climático. Hasta ahora, solo amenazas como erupciones volcánicas, terremotos o riesgos militares habían movilizado ese nivel de respuesta estatal.

El Gobierno ya trabaja en una política de preparación ante catástrofes que incluye: creación de reservas estratégicas de alimentos y combustible, modernización de infraestructuras críticas, refuerzo de las capacidades logísticas ante tormentas y heladas prolongadas, medidas frente a posibles interrupciones de rutas marítimas y financiación de nuevas investigaciones para detectar señales tempranas de colapso y diseñar protocolos de respuesta rápida.