
La figura del verificador internacional acordada entre el PSOE y Junts atraviesa su etapa más incierta desde que fue creada hace casi dos años. El diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez, encargado de supervisar y acompañar las conversaciones entre ambas formaciones, ha visto su rol prácticamente congelado tras la ruptura del canal de diálogo bilateral que se mantenía desde diciembre de 2023 bajo el llamado “mecanismo de Ginebra”.
El sistema, establecido como parte del acuerdo de investidura que permitió la reelección de Pedro Sánchez, fue desde su origen una de las cláusulas más delicadas y polémicas del pacto. En virtud de aquel entendimiento, PSOE y Junts acordaron celebrar reuniones periódicas, fuera de España y con la presencia de un verificador externo de reconocido prestigio internacional, para dar seguimiento a los compromisos asumidos. El objetivo declarado era doble: ofrecer garantías de cumplimiento a ambas partes y dotar al proceso de una cierta neutralidad ante la falta de confianza política.
De Ginebra a la parálisis
La elección de Suiza como sede de los encuentros —y de una figura extranjera como mediador— generó desde el principio un intenso debate en la esfera política española. Moncloa defendió el formato como un procedimiento técnico, de carácter confidencial y “sin connotaciones institucionales”, mientras la oposición lo denunció como una “internacionalización del conflicto” y una “humillación para el Estado”. Incluso dentro del propio PSOE surgieron voces críticas: el expresidente andaluz José Rodríguez de la Borbolla calificó la figura de verificador como algo que “desvirtúa el papel del Gobierno” en la gestión de sus relaciones con otros partidos.
El elegido para ejercer esa función fue Francisco Galindo Vélez, diplomático con una trayectoria de más de tres décadas. Exembajador de El Salvador en Suiza y Colombia, y antiguo representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Galindo llegó avalado por su experiencia en mediación internacional. Su labor se enmarcó en el ámbito del Centre for Humanitarian Dialogue–Henry Dunant, una organización con sede en Ginebra especializada en procesos de diálogo y resolución de conflictos.

Durante los primeros meses de funcionamiento, entre finales de 2023 y mediados de 2024, el mecanismo pareció operar con cierta normalidad. Las reuniones, mantenidas con estricta discreción, servían para repasar los compromisos derivados del acuerdo de investidura: la tramitación de la ley de amnistía, la cuestión de la financiación autonómica, el impulso de transferencias pendientes y la revisión de determinados aspectos relacionados con la situación de los líderes independentistas.
Pero la estabilidad duró poco. A medida que se acercaba 2025, la distancia política entre el Gobierno y Junts fue en aumento. La aplicación práctica de la amnistía se vio rodeada de controversias judiciales, mientras que las demandas de Junts sobre financiación y autodeterminación encontraron un muro en Ferraz y en La Moncloa. La falta de avances reales convirtió el foro suizo en una formalidad cada vez más vacía.
Un mediador sin espacio en medio del desgaste
El punto de inflexión llegó en febrero de 2025, cuando Junts registró una proposición de cuestión de confianza contra Pedro Sánchez, interpretada como una maniobra de presión ante lo que consideraba el incumplimiento sistemático de los acuerdos. Entonces, el propio Galindo Vélez intervino de forma excepcional en el debate público: pidió a Junts que retirara la iniciativa y advirtió de que una ruptura “dificultaría los avances logrados hasta el momento”.
Pese a su intento de mediación, la relación entre los interlocutores se deterioró de manera irreversible. Las fuentes consultadas por distintos medios aseguran que desde el verano de 2025 no se ha producido ninguna reunión formal en Ginebra, y que las conversaciones han quedado interrumpidas ‘sine die’. En octubre, Junts anunció oficialmente la ruptura con el Gobierno de Pedro Sánchez, acusando al PSOE de falta de compromiso y de haber “agotado el sentido político” del proceso.
En ese contexto, Galindo Vélez ha quedado sin margen de actuación. No ha presentado ninguna renuncia pública ni comunicado oficial sobre su futuro, pero su papel como verificador ha quedado paralizado de facto. Según fuentes diplomáticas consultadas por la prensa suiza, el diplomático sigue residiendo en Ginebra y mantiene vínculos con el Centre for Humanitarian Dialogue, aunque ya no desempeña funciones activas en el mecanismo hispano-catalán.
El “mecanismo de Ginebra” fue concebido como un instrumento simbólico destinado a generar confianza y credibilidad entre dos actores profundamente enfrentados. Sin embargo, la falta de resultados tangibles y el creciente desgaste político lo han convertido en un elemento residual.
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