Una pareja de centenarios celebra 83 años de matrimonio y bate el récord del mundo de longevidad en pareja: “Nos amamos”

La historia de Eleanor Gittens y Lyle Gittens rebasa cualquier récord estadístico

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Imagen de archivo. (@msncol/Twitter)
Imagen de archivo. (@msncol/Twitter)

La historia de Eleanor Gittens y Lyle Gittens rebasa cualquier récord estadístico: ella tiene 107 años y él 108, y suman más de ocho décadas de matrimonio. Según el portal LongeviQuest, que ha revelado su historia, han batido el récord de la pareja más longeva, sumando sus edades, superando a los ecuatorianos que ostentaban esta marca hasta ahora. Y llevan casados desde 1942. Ese año, por ejemplo, todavía parecía que Hitler iba a ganar la guerra, se firmó la Declaración de las Naciones Unidas, España estaba sumida en el hambre de la posguerra y el Valencia ganó la Liga.

¿La clave de sus 83 años de matrimonio? La respuesta no es inesperada: “Nos amamos”, ha dicho Eleanor a LongeviQuest, en una historia recogida también por el diario británico The Guardian. “Amo a mi esposa”, respondió él, sin añadir nuevas capas de profundidad a la réplica. La plataforma acaba de validar los registros censales de esta pareja de estadounidenses, residente en Miami, consagrando a los Gittens como el matrimonio más longevo y de mayor duración a nivel mundial.

La boda se realizó el 4 de junio de 1942 en Bradenton, Florida, cuando Lyle recibió un permiso de tres días desde la base militar de Fort Benning, Georgia. El mismo día del casamiento, él conoció por primera vez a la familia de Eleanor, tras recorrer un largo trayecto en un vagón segregado por motivos raciales. Y a continuación, él se fue a la guerra. “Me preguntaba si alguna vez lo volvería a ver”, confesó en una entrevista a Westside Gazette.

Durante ese periodo, Eleanor se trasladó a Nueva York, embarazada del primero de sus tres hijos. Allí, encontró sustento laboral procesando nóminas para un fabricante de piezas de avión y conoció a la familia de Lyle. Terminado el conflicto bélico, pudieron finalmente convivir y construir una vida en esa ciudad, superando juntos la escasez de empleos.

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Dos martinis

El tiempo compartido en Nueva York se distinguió, para ambos, por las largas jornadas laborales y un rito al final del día: dos martinis celebraban la posibilidad de disfrutar de la mutua compañía, una tradición que persiste actualmente, pero con una cerveza en el momento del almuerzo.

Más allá del trabajo, la educación y los viajes también marcaron su camino. Eleanor logró su doctorado en Educación Urbana en Fordham University a los 69 años. Viajaron en reiteradas ocasiones, a menudo motivados por su membresía activa en el Congreso Internacional de Arqueología Caribeña, con la isla de Guadalupe como el destino predilecto de Eleanor.

El presente los ubica en un apartamento en Miami que comparte vistas al puerto de cruceros y al centro, cerca de su hija Angela. Lyle admitió la nostalgia por su ciudad natal —“si no estás viviendo en Nueva York, estás acampando”, dijo— pero se muestra agradecido: “Estoy feliz de estar aquí”, afirmó a LongeviQuest ante una cámara. “Disfrutamos nuestro tiempo juntos… hemos hecho muchas cosas juntos”.

A sus 83 años de matrimonio, la pareja sostiene que la facilidad de permanecer unidos nace de ese sentimiento sencillo: “Fue fácil para nosotros seguir casados”.