
En 2006, un grupo de buscadores de fósiles aficionados hicieron un descubrimiento sorprendente: en la Formación Hell Creek, en el estado de Montana (Estados Unidos) hallaron los vestigios de lo que entonces se consideró un Tyrannosaurus rex adolescente y un Triceratops adulto de hace 67 millones de años. Sus fósiles se encontraron en plena lucha, ya que tanto el depredador como la presa pudieron haber sido enterrados por una inundación o una avalancha de arena. Por este motivo, pasaron a conocerse popularmente como los Dinosaurios Duelistas o en Duelo.
Diecinueve años después de ese descubrimiento, los investigadores Lindsay E. Zanno y James G. Napoli, tras un nuevo análisis exhaustivo del fósil del depredador, exponen una realidad distinta: no se trataría de un T. rex adolescente, sino de un Nanotyrannus casi adulto, es decir, una especie distinta. Los resultados, que por el momento pueden consultarse de forma provisional, han sido publicados en la revista científica Nature.
Un debate nacido hace más de 30 años
La discusión entre la existencia verdadera del Nanotyrannus y la consideración de estos ejemplares como adolescentes del T. rex no es nueva. En 1942, un grupo de paleontólogos desenterró un cráneo de un dinosaurio terópodo (carnívoro bípedo) de tamaño mediano en el mismo lugar en el que se encontraría en 2006 a los Dinosaurios Duelistas: la Formación Hell Creek de Montana.

En un primer momento, se consideró que perteneció a un Gorgosaurus, un tipo de tiranosaurio. Sin embargo, en 1988 se reexaminó el fósil y se clasificó como un Nanotyrannus lancensis, una nueva especie, a lo que muchos paleontólogos se opusieron. Comenzó así un debate que ha llegado hasta nuestro días entre los que abogan por una especie distinta y los que lo hacen por un T. rex que todavía no ha llegado a la adultez.
Un adulto completamente desarrollado
Después de que en 2020 el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte adquiriese el fósil de los Dinosaurios Duelistas, los investigadores del estudio pudieron comenzar a analizarlo, dando con pruebas que demostrarían la desvinculación del Nanotyrannus del T. rex.
Tras comparar el esqueleto del depredador en lucha con más de 200 fósiles de tiranosaurios para comprobar los cambios relacionados con la edad, combinando esto con estudios de patrones de crecimiento de animales actuales como los cocodrilos, Zanno y Napoli descubrieron que el espécimen tenía los antebrazos más largos, menos vértebras caudales y más dientes. Esto no son características que puedan cambiar con la edad tras un proceso de maduración, sino que tenía que tratarse de otra cosa.

Además, tras medir las secciones trasversales de los huesos de las patas, lo que permite comprobar el crecimiento del dinosaurio, descubrieron que el ejemplar tenía 20 años cuando murió. Así, era un adulto, no un adolescente de T. rex como se pensaba. Esto indicaba que debía tratarse de una especie distinta.
Una reinterpretación de Jane, la famosa “T. rex juvenil”
Los autores del estudio publicado en Nature, además, han planteado una hipótesis sobre otro de los fósiles que ha protagonizado este debate: Jane, un esqueleto hallado en 2001 y que se encuentra en el Museo de Historia Natural Burpee. Tampoco este sería un ejemplar de T. rex todavía en crecimiento, sino un tipo de Nanotyrannus al que han puesto el apellido con reminiscencias mitológicas de lethaeus.
“Del latín Lethaeus, forma adjetival de Lete, el mitológico río Lete del inframundo en la mitología grecorromana. El nombre hace referencia tanto a la Formación Hell Creek en la que se encontró el espécimen como a la representación del Lete en la Eneida de Virgilio, de la cual las almas deben beber para olvidar su vida anterior y ser reencarnadas, en reconocimiento a nuestra reinterpretación de este espécimen como ni N. lancensis ni un T. rex juvenil, en contraste con toda la literatura previa”, explican los autores con respecto a la etimología.
El estudio de Zanno y Napoli, titulado Nanotyrannus y Tirannousaurus rex coexistieron al final del Cretácico, no solo se centra en la demostración de las diferencias entre estas dos especies, lo que constituiría una prueba de la existencia del depredador más pequeño de los dos. Además, señalan que estos coincidieron en la misma época porque sus funciones dentro del ecosistema eran distintas: mientras que el Nanotyrannus era probablemente un depredador de persecución, que corría largas distancias o a gran velocidad para alcanzar a su presa, el T. rex, debido a su cuerpo enorme y pesado, fue un depredador de emboscada u oportunidad, es decir, que se ocultaba para atacar de forma repentina, que se alimentaba de carroña y que optaba por presas más lentas o debilitadas.
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