
El invierno ya se nos ha echado encima. Y con el frío y las bajas temperaturas, muchas familias temen que el coste de la calefacción dispare su factura energética. Según la compañía Contigo Energía, entre el 45% y el 55% del gasto de energía en los hogares durante los meses más fríos proviene precisamente de calentar la vivienda, una cifra que supera con creces el consumo de electrodomésticos, cocina, agua caliente o iluminación. Controlar la temperatura y aplicar hábitos eficientes puede marcar la diferencia entre un hogar confortable y un presupuesto familiar desbordado.
Así, mantener el equilibrio entre confort y eficiencia es posible, siempre que se apliquen medidas sencillas y se adopten rutinas de consumo responsable. Ajustar la temperatura, revisar el aislamiento o aprovechar las fuentes naturales de calor pueden reducir el gasto energético hasta en un 40%, sin renunciar al bienestar térmico.
La temperatura ideal: menos es más
Uno de los errores más comunes en invierno es calentar la vivienda por encima de lo necesario. Los expertos recomiendan mantener una temperatura en torno a los 18 °C o 19 °C, suficiente para un ambiente confortable. Cada grado adicional eleva el consumo hasta un 8% más, lo que puede suponer un incremento notable en la factura mensual.
Además, no es verdad eso de que mantener la calefacción encendida de manera constante es más eficiente. Apagarla durante la noche o cuando no hay nadie en casa permite ahorrar entre un 10% y un 20%, ya que el sistema deja de compensar las pérdidas de calor. Aunque el hogar se enfríe ligeramente, el gasto energético necesario para recuperar la temperatura es menor que el que se produciría manteniendo el sistema activo de forma continua.
Un gesto tan simple como programar el encendido y apagado de la calefacción con un termostato inteligente también ayuda a controlar el gasto. Estos dispositivos regulan automáticamente la temperatura y permiten establecer horarios diferentes para cada estancia, logrando un equilibrio entre confort y ahorro.

Aislamiento, la barrera invisible contra el frío
Ninguna medida de ahorro será efectiva si el calor se escapa por rendijas, ventanas o paredes mal aisladas. Las pérdidas de calor pueden representar hasta el 40% del consumo energético de un hogar. La mayor parte de esa energía se pierde por las fachadas (35%), los tejados (25%) y las ventanas o puertas (15%).
El aislamiento térmico actúa como la “chaqueta” de la vivienda: cuanto mejor sea, más tiempo conservará el calor interior. Revisar los puntos críticos del hogar y aplicar soluciones sencillas puede marcar la diferencia. Instalar burletes en las puertas, sellar las ventanas o colocar cortinas térmicas reduce de forma significativa la fuga de calor.
Para quienes estén dispuestos a realizar una inversión mayor, las ventanas de doble o triple acristalamiento y los paneles aislantes de materiales como el poliuretano o el poliestireno extruido ofrecen un salto cualitativo en eficiencia. Aunque su coste inicial sea más elevado, se amortiza a medio plazo gracias al ahorro energético sostenido.
Diez hábitos domésticos que reducen el consumo
Ahorrar calefacción no consiste solo en bajar el termostato. Se trata de optimizar todos los recursos disponibles y adoptar pequeños gestos diarios que, combinados, logran un gran impacto. Estas son algunas de las recomendaciones clave:
- Ventila correctamente, pero sin derrochar calor. Bastan diez minutos al día, con ventanas abiertas de par en par, para renovar el aire sin enfriar las paredes.
- Adapta la temperatura por estancias. Dormitorios entre 15 °C y 17 °C; cocina, en torno a 18 °C; y salón o zonas de descanso, entre 20 °C y 21 °C.
- Purga los radiadores al inicio del invierno. El aire acumulado reduce su eficacia hasta un 15%.
- Limpia los filtros de calderas y bombas de calor. Un sistema bien mantenido consume menos y dura más.
- Evita bloquear los radiadores con muebles o cortinas. El calor necesita circular libremente.
- Coloca paneles reflectores tras los radiadores. Dirigen el calor hacia el interior y reducen las pérdidas.
- Aprovecha la luz solar abriendo persianas durante el día y cerrándolas al anochecer para retener el calor.
- Usa ventiladores de techo en modo invierno: ayudan a distribuir el aire caliente de forma uniforme.
- Revisa la ropa de abrigo en casa. Vestirse por capas o usar mantas puede evitar subir el termostato.
- Cierra las puertas de las habitaciones que no uses para concentrar el calor en las zonas habitadas.
Invertir en eficiencia, invertir en bienestar
El mantenimiento del sistema de calefacción no solo previene averías, también garantiza su rendimiento óptimo. Una caldera mal ajustada puede aumentar el consumo hasta un 5% adicional. Realizar revisiones periódicas, especialmente antes del invierno, asegura que todos los componentes funcionen correctamente y prolonga la vida útil del equipo.
El objetivo es hacer un uso inteligente del calor. En un contexto de precios energéticos elevados, cada pequeño gesto cuenta. Un hogar eficiente no solo reduce el gasto económico, también contribuye a disminuir las emisiones de CO₂ y a avanzar hacia un modelo energético más sostenible.
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