“Aprender a esperar es una de las mejores cualidades que puedes enseñarle a tu perro”: un adiestrador canino explica los beneficios

Alan Peiró destaca la importancia de reducir la ansiedad en las mascotas y fortalecer el vínculo con sus dueños

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El adiestrador canino Alan Peiró,
El adiestrador canino Alan Peiró, en su cuenta de TikTok. (@adiestramiento_n.humedas)

En la mayoría de los casos, el cansancio de los dueños de perros ansiosos es palpable. La desobediencia, la impaciencia o los episodios de ansiedad son rasgos que suponen estrés en el animal, pero también en el dueño. Se manifiestan en comportamientos como ladridos constantes, destrucción de objetos o la imposibilidad de dejar al perro solo sin que se altere.

Así lo explica el adiestrador canino Alan Peiró, especializado en obediencia y rehabilitación (@adiestramiento_n.humedas en su cuenta de TikTok), en uno de sus vídeos publicados en redes sociales: “Aprender a esperar es una de las mejores cualidades que le puedes enseñar a tu perro”.

“La espera le va a dar estructura, va a reducir la impulsividad y además mejora la comunicación. Es una herramienta muy poderosa para su bienestar emocional”. Además, enfatiza en que enseñar a un perro a ser paciente no es sinónimo de reprimir. “Es darle recursos para que pueda enfrentarse al mundo con más calma y menos ansiedad”, un acto que beneficiará a ambos y creará un vínculo mucho más armonioso con su tutor, según este especialista.

Esperas necesarias: algunos ejemplos

  1. Esperar a la comida. El perro no debe lanzarse a por la comida. Hay que enseñarle a sentarse y esperar mientras se le acerca el plato. Si intenta tomarla antes de tiempo, se retira y se repite el ejercicio hasta que aprenda a contenerse y comer solo cuando se le indique.
  2. Esperar a la correa. Se debe pedir que se siente antes de ponérsela y no abrir la puerta hasta que se mantenga tranquilo. Lograr que controle su euforia en este contexto facilitará que aprenda a mantener la calma en otras situaciones.
  3. Esperar al cruzar la calle. Cruzar la calle puede ser un momento de tensión, especialmente con cachorros. Para evitar riesgos, es fundamental enseñarles a esperar antes del paso de cebra, ya que los distraen fácilmente los estímulos del entorno y una correa extensible puede dificultar el control en caso de imprevistos.
  4. Esperar, simplemente, a su dueño. Por ejemplo, si el dueño se detiene en un banco del parque, es probable que el perro se impaciente y busque llamar la atención. En ese caso, conviene ignorar su insistencia hasta que se calme y espere por sí mismo. Cuando lo haga, se lo recompensa y se continúa el paseo.

Practicar órdenes como “espera” o “quieto”

Como explica el adiestrador, la paciencia es una virtud que se entrena poco a poco, a través de la claridad, el respeto y la constancia. Una de las mejores metodologías para conseguir ese esperado avance es la práctica de órdenes como “espera” o “quieto”.

El perro debe permanecer contenido hasta que se le libere la orden, y así aprende a dejar en segundo plano lo que le gustaría hacer para conseguir algo que considera mejor: la aprobación de su dueño. Practicar la orden ayuda a que el animal sea capaz de entrar en un estado de paciencia más rápido en otras situaciones.

La forma práctica de realizar esta orden, según diversas escuelas caninas, es: colocar la palma de la mano frente a él en posición de stop y dar un paso hacia atrás. A medida que vayan viéndose mejoras, hay que ir ampliando progresivamente la distancia y el tiempo.

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Refuerzos positivos: ganarse los premios

Siempre que el perro realice correctamente una orden, debe ser compensado. Esto es muy importante, ya que el refuerzo positivo es una de las mejores estrategias para que una conducta se repita: ofrece un estímulo agradable que el animal asocia a la acción. Dicha compensación puede ser con golosinas, elogios, caricias... y tiene que ser inmediata para que asocie correctamente la acción con el premio y sea constante con las repeticiones.

En conclusión, aunque pueda parecer que no darle el gusto a la mascota es una forma de privarla, en realidad se le está enseñando autocontrol y equilibrio. A largo plazo, esto se traduce en un perro más feliz, tranquilo y en sintonía con su entorno.