
La sanidad pública española lastra desde hace años un gran problema que no consigue resolverse: las listas de espera. El último Barómetro Sanitario de CIS muestra que la población espera, de media, 8,8 días para ver a su médico de cabecera. De quienes necesitaron acudir a un centro sanitario, un 24% tuvo que esperar más de 11 días y otro tanto ni siquiera consiguió una cita con el facultativo.
Esta saturación de la atención primaria se replica, después, en la hospitalaria: quienes no consiguen una cita con su médico de familia acaban por ir a urgencias, poniendo una presión extra sobre el sistema. Quienes sí logran una cita con su médico y son derivados al especialista tardan al menos cuatro meses en ser atendidos.
Algunas autonomías intentan aumentar la plantilla cada año, pero muchas de las plazas se quedan vacías, ya sea por falta de médicos de esa especialidad concreta o porque las condiciones no son lo suficientemente atractivas como para retener a los que ya tiene. Mientras se buscan soluciones, algunas regiones han empezado a plantear la implantación de pluses salariales para aquellos sanitarios que logren reducir las listas de espera de sus centros.
“No todos los recortes valen”

Es el caso, por ejemplo, de la Comunidad Valenciana, que ha ofrecido a sus médicos de atención primaria una prima adicional a final de año si logran que las listas de espera se reduzcan a menos de cinco días o si disminuyen el gasto farmacéutico en el segundo semestre del año. Pero la iniciativa no ha convencido a muchos de los médicos, que ven en este extra salarial una tergiversación de la profesión.
Así lo ha expresado Dani G. Tobías, un médico de familia de Barcelona que se dedica a la divulgación científica en redes sociales. En su comunidad autónoma también llegaron a plantearse medidas similares a la valenciana. En abril de 2024, el Servicio Catalán de Salud implantó el conocido como índice de la prescripción farmacéutica (IQF), que estableció un porcentaje límite de prescripciones para determinados tratamientos. Aquellos médicos que recetasen por encima de ese límite, perderían puntos para acceder a complementos salariales en su sueldo y, por tanto, cobrarían menos que sus compañeros. La medida fue duramente criticada tras su aprobación, pues podía perjudicar a pacientes con enfermedades crónicas o de tratamientos más caros, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
En un reciente vídeo publicado en su perfil de Tiktok (@consultaabierta), defiende que “la medicina no se mide en minutos ni en euros, porque cuando la consulta se convierte en una carrera, el que pierde siempre es el paciente. Porque curar no es competir”. Dani insiste en que “la sanidad no es una fábrica y la salud no se mide en puntos”.
Para el profesional, “ahorrar en salud no siempre es una buena noticia. No todos los recortes valen. Y convertir el trabajo médico en un ranking de productividad, en un juego de puntos, es una falta de respeto a los profesionales y un riesgo para la salud de todos”. “Queremos dedicar tiempo a las personas, no a los puntos”, concluye.
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