
El destino es muchas veces caprichoso. Las librerías de Francia ya venden desde este miércoles las memorias de Juan Carlos I, tituladas ‘Reconciliación’. En España, mientras tanto (el libro no estará a la venta hasta el 3 de diciembre), su hijo Felipe VI recibe al sultán de Omán, un pequeño y rico Estado de la península arábiga. En las siete partes en las que se estructura la obra (más de 500 páginas) Juan Carlos I no menciona el lujoso regalo que le hizo en Londres el predecesor del sultán que estos días visita Madrid agasajado por su hijo.
Porque Omán regaló a Juan Carlos I un ático en Londres. Fue un detalle del anterior sultán de Omán, Qaboos bin Said al-Said, que falleció en enero de 2020 víctima de un cáncer (su sucesor, su primo, está estos días en Madrid). Un detalle valorado entonces en 62 millones de euros. La vivienda está en el lado sur de Hyde Park, muy cerca de la estación de metro de Knightsbridge, en medio de uno de los barrios más elitistas de Londres. Está el número 5 de Princes Gate, un edificio nuevo, de seis plantas, en tonos anodinos, que no llama la atención de los viandantes. El bloque fue adquirido en 2010 por el prestigioso promotor y diseñador británico Mike Spink. Construido inicialmente como edificio de oficinas, Spink convirtió el número 5 de Princes Gate en una lujosa promoción de viviendas que no desentona en un barrio como Knightsbridge, plagado de mansiones y embajadas y a solo unos metros de distancia de los famosos almacenes Harrods.
Qaboos no pensaba regalarle este ático a Juan Carlos I. La idea del entonces sultán era proporcionar una residencia a Juan Carlos I en la capital omaní, pero el rey de España le hizo saber que deseaba instalarse en Londres para empezar una nueva vida. La conversación se produjo en las Navidades de 2013, y Juan Carlos I ya barruntaba en esos momentos abdicar y dejar la corona en manos de su hijo (lo que haría en el verano de 2014). Pocos sabían entonces que Juan Carlos I disponía de fondos suficientes (ocultos en el extranjero) y que había vivido una estrecha relación con la empresaria Corinna Larsen (que curiosamente no aparece en la biografía publicada).

El sultán recogió los deseos de Juan Carlos I y decidió comprarle el ático de Londres, que además estaba muy cerca de la casa que Corinna también tenía en la capital inglesa. Juan Carlos I eligió el ático-dúplex, el más caro del edificio. En la planta superior hay una cocina, un salón con un comedor anexo, un pequeño baño y una amplia terraza orientada hacia el sur. Desde ese punto, se puede contemplar un parque privado para los residentes de esa manzana. Las estancias personales ocupan la planta inferior. La del monarca iba a tener un despacho, un baño y un amplio vestidor y estaba separada por un vestíbulo de otras dos habitaciones reservadas para invitados. Completan la planta de abajo una pequeña biblioteca con su zona de té y una lavandería. Los detalles de todas esta operación inmobiliaria se cuentan en el libro ‘King Corp, el imperio nunca contado de Juan Carlos I’ (Libros del KO).
Comprada en julio de 2014
La embajada de Omán en Londres compró la casa por 50 millones de libras, unos 62,7 millones de euros al cambio de la época. El objetivo es que Juan Carlos I la disfrutara libremente hasta su muerte. Después, el inmueble pasaría a ser utilizado por mandatarios y diplomáticos de Omán. La compra se formalizó el 2 de julio de 2014, dos semanas después de que Juan Carlos I renunciara al trono. Según la escritura, los 50 millones de libras fueron pagados directamente a la promotora de la vivienda, la empresa Coll Hill Spink Limited, por Hussain Abdullatif, antiguo embajador de Omán en el Reino Unido, miembro destacado de la Sociedad Anglo-Omaní y consejero especial del sultán Qaboos.
Juan Carlos I planeó incluso obras en la vivienda. El rey manda transformar uno de los baños en una zona de masaje y rehabilitación. En 2014 tiene 76 años, ha sido operado de la cadera tras el accidente en el safari de Botsuana y arrastra otras dolencias en un cuerpo castigado tras múltiples intervenciones. El año anterior había pasado dos veces por el quirófano. No es extraño, por tanto, que mande reformar una de las estancias de invitados para convertirla en una habitación para su médico de confianza. Corinna le ayuda a decorar la vivienda. La empresaria asegura que el rey le volvió a pedir que se casara con él por tercera vez en mayo de 2014 y que, tras su abdicación en junio de ese año, el ya emérito empezó a viajar a la capital inglesa con “más frecuencia” y a decir “falsamente” a amigos y conocidos que ambos habían retomado su relación y “que pronto vivirían juntos en Londres”.

Las reformas del ático de lujo finalizaron en agosto de 2015, pero la vivienda nunca será habitada por el monarca. Juan Carlos I no se mudaría al número 5 de Princes Gate porque rompió definitivamente con Corinna. Él ya le ha donado a ella los 65 millones de euros que le había regalado la monarquía de Arabia Saudí y ella no quiere asumir los costes de la reforma de la casa. La pareja acaba mal. Y el monarca le comunica al sultán Qaboos que ya no quiere la casa, sino los 62,7 millones de euros que este ha pagado por ella. Una decisión que provocó un gran malestar en el sultán. No hay constancia de que el sultán entregara el dinero a Juan Carlos I
Lo que sí se sabe, lo publicó ‘El Confidencial’, es que la vivienda fue finalmente vendida el 4 de julio de 2016 a una empresa domiciliada en Road Town, capital de las islas Vírgenes Británicas, uno de los mayores paraísos fiscales del planeta. El nuevo propietario se ocultaba tras una mercantil llamada ‘K Legacy LTD’, en castellano, ‘legado de K’, primera letra de ‘king’ o rey. El beneficiario último de esta sociedad y, por tanto, actual propietario de la residencia, es Qiang Guo, un británico de origen chino de solo 36 años que está siendo investigado en un juzgado de Nueva York junto a su padre, Ho Wan Kwok, por estafar presuntamente a centenares de inversores unos 770 millones de euros.

Lo más curioso de todos fueron las cifras de la operación. Recordemos que Omán había pagado por el apartamento 50 millones de libras, 62,7 millones de euros al cambio. Sin embargo, se venderá dos años después por solo 33 millones de libras (42,7 millones de euros), es decir, en un contexto de alza continuada de los precios inmobiliarios de Londres. ¿Dónde fueron a parar esos 20 millones de diferencia?
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