Carlos III permite al príncipe Andrés conservar la medalla de las Malvinas pese a la pérdida de sus títulos reales

Según ha informado ‘The Mirror’, el exduque conservará su medalla de las Malvinas, junto con las demás que obtuvo por méritos de servicio durante sus años en la Marina Real

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El príncipe Andrés en la
El príncipe Andrés en la Royal Navy celebrando la vida de su aviador más destacado, el capitán Eric Brown. (Robert Hardman, David Parker).

En medio del escándalo que sacude al Reino Unido se encuentra un príncipe Andrés que ha visto como su vida, tal y como la conocía, ha acabado. Ahora conocido como Andrés Mountbatten-Windsor, el amigo de Jeffrey Epstein y supuesto abusador de Virginia Giuffre, ha sido despojado de todos sus títulos reales y, por tanto, del privilegio de residir en el Royal Lodge, vivienda perteneciente a la Corona británica.

No obstante, según informa The Mirror, el rey Carlos III ha decidido que su hermano mantenga uno de los símbolos más importantes de su vida militar: la medalla de campaña de la Guerra de las Malvinas. La medida llega en un momento especialmente delicado para el exduque de York, tras haber sido despojado de todos sus honores reales, y después de que el Gobierno británico anunciara que le retiraría su rango honorífico de vicealmirante.

El secretario de Defensa, John Healey, ha confirmado al citado medio que el Ejecutivo seguiría la línea marcada por el Palacio de Buckingham. “Cualquier decisión sobre las medallas corresponde al monarca”, ha declarado al ser preguntado por el futuro de las condecoraciones de Andrés. Y es que, finalmente, el Palacio ha confirmado que el exduque conservará su medalla de las Malvinas, junto con las demás que obtuvo por méritos de servicio durante sus años en la Marina Real.

Andrés de Inglaterra sirvió en la Armada durante 22 años, iniciando su carrera en 1981 como subteniente. Apenas unas semanas después de incorporarse al Escuadrón Aeronaval 820, a bordo del portaaviones HMS Invincible, estalló el conflicto del Atlántico Sur. En abril de 1982, Argentina invadió las islas Malvinas, y el joven príncipe, entonces de 22 años, se unió al combate como copiloto de helicópteros Sea King.

El príncipe Andrés, duque de
El príncipe Andrés, duque de York, y el príncipe Eduardo, conde de Wessex, siguen al cortejo fúnebre de la reina, transportado en el carruaje de artillería estatal de la Marina Real, a su salida de la Abadía de Westminster el 19 de septiembre de 2022 en Londres, Inglaterra. (Jeff Spicer/Pool vía REUTERS).

Durante la guerra, participó en misiones antisubmarinas, de ataque a superficie, evacuaciones médicas y operaciones de rescate. Una de sus funciones más arriesgadas consistía en utilizar su aeronave como señuelo para desviar los misiles argentinos Exocet del portaaviones británico. Aquella actuación le valió la Medalla del Atlántico Sur, más conocida como Medalla de las Malvinas, con una roseta adicional que reconocía la valentía mostrada en combate.

Se calcula que unas 33.000 medallas fueron distribuidas entre los participantes del conflicto, aunque solo unas 3.300 incluyeron la codiciada roseta. Por ello, muchos veteranos han defendido el derecho de Andrés a conservarla. Simon Weston, un exsoldado galés de 64 años que sufrió graves quemaduras en el ataque al RFA Sir Galahad, declaró al The Telegraph que sería “moralmente indefendible” retirarle esa distinción. “Ha perdido todo el respeto y la dignidad que alguna vez tuvo”, admitió Weston, “pero lo que nadie puede arrebatarle es el honor ganado con su servicio y sacrificio”.

El veterano cuestionó además la legitimidad del Gobierno para privar a un exmilitar de una medalla obtenida “con sudor, riesgo y tiempo”. Sus palabras reflejan el sentir de muchos compañeros de armas, que separan la trayectoria militar de Andrés de los escándalos personales y judiciales que han ensombrecido su reputación pública.

El príncipe Andrés, junto al
El príncipe Andrés, junto al pedófilo Jeffrey Epstein. (AMC CRIME)

Su exilio de Inglaterra

La decisión del rey se produce solo unos días después de confirmarse que Andrés será expulsado de Royal Lodge, su residencia de 30 habitaciones en Windsor Great Park, donde ha vivido durante más de dos décadas. Su salida marcará el final de una era: el exduque dejará atrás la mansión que compartió con su exesposa, Sarah Ferguson, para iniciar una vida más discreta en una casa dentro de la finca de Sandringham, en Norfolk.

Según reveló The Telegraph, el contrato de arrendamiento firmado en 2003 garantizaba al príncipe un derecho de ocupación de 75 años, con una compensación económica si se rompía antes de 2078. Sin embargo, la cifra —estimada en unas 558.000 libras, alrededor de 636.000 euros— podría verse reducida o incluso anulada, debido al deterioro del inmueble. Fotografías recientes muestran paredes agrietadas, pintura descascarada y signos de humedad en la fachada, incumpliendo las estrictas condiciones de mantenimiento exigidas por la Crown Estate, entidad gestora del patrimonio inmobiliario real.

Un portavoz de la Casa Real admitió al Daily Mail que “hay mucho trabajo pendiente” en la propiedad, y que las reparaciones podrían superar el valor de la indemnización. En tal caso, Andrés no solo perdería el pago, sino que podría acabar debiendo dinero a la Corona.

Quién es quién en la casa real británica: del rey Carlos, el más tardío de la historia, al polémico príncipe Andrés.

Pese a este revés, el rey Carlos ha ordenado que su hermano reciba un pago único para cubrir su mudanza y una asignación anual financiada de forma privada, sin recurrir a fondos públicos ni al Ducado de Lancaster. Esta ayuda sería varias veces superior a la pensión de 20.000 libras anuales que Andrés percibe por su carrera militar.

Mientras tanto, Sarah Ferguson también deberá abandonar la mansión de Windsor. Personas cercanas a la duquesa aseguran que atraviesa un momento de ansiedad y autocrítica, convencida de que “podría haber hecho más para evitar este desenlace”.

Por ello, el futuro de Royal Lodge, un edificio histórico diseñado por John Nash en 1815 y ocupado por la Reina Madre hasta su muerte en 2002, queda ahora en manos de la Crown Estate, que decidirá su próximo uso tras la salida definitiva de los antiguos residentes.