Eduardo, tras más de 30 como profesor: “La burocracia y la adaptación curricular provocan una situación diaria que genera estrés”

La creciente complejidad del alumnado, la sobrecarga administrativa y la baja inversión educativa están provocando un aumento de la ansiedad entre los docentes

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Un profesor en una clase
Un profesor en una clase vacía. (EFE/ Paco Santamaria)

Uno de los principales factores estresantes para los profesores españoles es la excesiva burocracia. En concreto, supone una fuente de estrés para el 64 % de los docentes de secundaria y el 60 % de primaria, porcentajes superiores a la OCDE (52 %) y la UE (55 %), según el Estudio Internacional de la Enseñanza y del Aprendizaje TALIS 2024, (Teaching and Learning International Survey, por sus siglas en inglés) de la OCDE, presentado el pasado mes de octubre. La corrección y calificación de trabajos es otra fuente de presión, especialmente en secundaria, donde el 54 % lo identifica como excesivo. La preparación de clases y las horas lectivas también generan malestar, aunque en menor medida.

Uno de los docentes que ve como la carga burocrática erosiona el bienestar y el buen desarrollo profesional del colectivo es Eduardo Esteban, profesor zaragozano y miembro Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores de la Enseñanza de Aragón (STEA), que asegura en una entrevista con El Español que este tipo de factores inciden de manera profunda en la vida profesional de los docentes. Esteban, con más de treinta años de experiencia impartiendo matemáticas, señala que el deterioro de las condiciones para desempeñar su labor se ha convertido en uno de los principales motivos de inquietud entre el profesorado. “La burocracia y la adaptación curricular, provocan una situación diaria que genera estrés y carga psicológica al profesorado”, asegura.

La complejidad que genera la diversidad

El exceso de tiempo dedicado al papeleo no es el único palo en las ruedas de profesores y maestros. El docente explica que la complejidad del alumnado ha aumentado de forma notable en la última década. “En los últimos años he visto llegar a las aulas un alumnado más diverso, más complejo y con realidades socioeconómicas muy distintas”, afirma Esteban a El Español. Gestionar esta diversidad resulta complicado cuando las clases cuentan con muchos estudiantes y un solo profesor. “En una clase de veinticinco alumnos, doce pueden tener niveles distintos y necesidades específicas”, detalla Esteban.

Se trata de un problema que requiere una solución inmediata porque la diversidad del alumnado es una realidad creciente en los centros españoles. Según recoge el mismo estudio, el 38 % del profesorado de secundaria trabaja en centros donde más del 10 % del alumnado es inmigrante o tiene antecedentes migratorios, una proporción claramente superior a la OCDE (21 %) y la UE (26 %). Aunque la presencia de alumnado con necesidades educativas especiales es inferior a la media internacional. La atención a esta heterogeneidad exige adaptaciones curriculares constantes, lo que, según Esteban, resulta “muy difícil” y supone un desafío considerable para lograr una atención personalizada.

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Falta de disciplina en el aula

La dificultad para atender a todos los estudiantes de manera adecuada se traduce, además, en problemas de disciplina y comportamiento en el aula. Esteban explica que, cuando el nivel de la clase no se ajusta a las necesidades de los alumnos, estos “se aburren y se distraen”, lo que fomenta la falta de atención y la búsqueda de complicidad entre compañeros. Esta situación, combinada con una baja inversión en educación —“el porcentaje del PIB dedicado es muy bajo”, recalca el profesor— y una elevada carga administrativa, está generando un “cansancio en el profesorado de la pública”. De hecho, el 29 % de profesores de Secundaria y el 24 % de Primaria percibe un ambiente ruidoso y desordenado. Estas cifras sitúan a nuestro país por encima del promedio de la OCDE, que se establece en 21 % para Secundaria y también por encima del promedio de la Unión Europea (21 %).

La consecuencia de este escenario es una gran deserción hacia otros sectores laborales, lo que dificulta la cobertura de vacantes, especialmente en materias troncales como Lengua y Matemáticas. En el caso de Matemáticas, la demanda de profesionales en el sector privado ha incrementado la competencia por estos perfiles. “Antes, al terminar la carrera de matemáticas, opositar a maestro era lo habitual, pero ahora muchas empresas necesitan este perfil para análisis de datos y otras funciones”, explica Esteban a El Español, lo que complica aún más la cobertura de plazas en el ámbito educativo.