Los familiares de las víctimas de la DANA de Valencia tiene grabada la fecha en la que el agua se llevó por delante la vida de sus seres queridos, el 29 de octubre de 2025. Pero también tienen guardan una hora concreta de aquel día: las 20:11, el momento exacto en el que llegó el mensaje de Es-Alert a los teléfonos de los valencianos. El aviso llegó tarde, debería haberlo hecho mucho antes -como en las últimas lluvias torrenciales del mes de octubre, cuando la alerta llegó con horas de antelación-. La elección de los tiempos es importante, aquel día fue cuestión de vida o muerte. Este lunes, ha sido una cuestión de sensibilidad. El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, durante su comparecencia para dimitir del cargo, ha decidido recordar primero al rey, después a culpar al Gobierno central de la falta de recursos y previsión, y asegurar que hay una campaña de odio y desprestigio contra su figura, así como hablar de la gestión de las infraestructuras y de la bajada de impuestos de su Gobierno, antes de mencionar a las víctimas de la DANA.
“Es verdad que hay cosas que quedan por hacer, algunas escandalosas, como las obras del barranco del Poyo, que el Gobierno de España se niega a ejecutar, igual que se negó a hacerlas incluso cuando ya estaban presupuestadas. Pero hoy no he venido aquí para hablar de la recuperación material. He venido a hablar de las secuelas emocionales de la riada, especialmente de las de las víctimas, pero también de las del resto de la sociedad valenciana”, ha dicho a mitad de discurso, pero esta no ha sido la única incongruencia.
El relato para eludir responsabilidades
Mazón empieza su discurso, pasadas las nueve de la mañana de este lunes, y lo hace con “un balance más personal” que no hecho hasta ahora -a pesar de la petición expresa de las familias de las víctimas- porque, dice, “ante una situación tan grave como la que hemos afrontado, hablar de mi situación personal, orgánica o de mi futuro político me parecía una frivolidad”. Puede que esa sea la razón por la que no ha querido dan explicaciones sobre su paradero el día de la riada y su Gobierno ha ocultado información sobre el seguimiento que hizo sobre la DANA y que solo se ha conocido con información que llega desde otros organismos que, en muchas ocasiones, desmienten, por ejemplo, su hora de llegada al CECOPI.

Después de tratar lo extraordinario del evento meteorológico y de recordar que “jamás un gobierno autonómico ha abordado un reto remotamente parecido” menciona todos los daños materiales: “El sublime impacto en número de hectáreas, viviendas, vehículos, cosechas, centros públicos y privados, infraestructuras de todo tipo y, sobre todo, en salud mental y personal nos obligó al mayor esfuerzo imaginable. Colegios, centros de salud y hospitalarios. Tranvía, metro, puentes, pasarelas, carreteras, lodos, enseres, vehículos de todo tipo y hasta la Albufera de Valencia en tiempo récord”. En entonces cuando centra sus energías en la gestión que el Gobierno central hizo del desastre en su comunidad autónoma. “Todo este despliegue lo estamos haciendo solos, sin una sola aportación a fondo perdido del Gobierno. Con la mera, insultante e increíble única autorización para endeudarnos aún más”, señala.
“Pero el daño que se ha producido no es solo material, es sobre todo emocional”, dice y menciona, por fin, de las víctimas. “El dolor es inimaginable, no solo para las familias, sino también para todo el pueblo valenciano y español”, asegura. No obstante, vuelve a cargar contra el Gobierno central que, dice, “se niega a ejecutar” diversas obras de reconstrucción como las del barranco del Poyo. Es en este punto del discurso, tras una sola mención a los fallecidos y varias acusaciones al Ejecutivo, cuando asegura que no es lo que quiere tratar en su comparecencia. “Pero hoy no he venido aquí para hablar de la recuperación material. He venido a hablar de las secuelas emocionales de la riada, especialmente de las de las víctimas, pero también de las del resto de la sociedad valenciana”.

“Los errores propios”
Mazón, con el discurso ya encaminado, ha reconocido “los errores propios” que pretende enunciar para todos los que le sitúan “en el centro de la crítica política como un máximo responsable de la Generalitat Valenciana”. El primero de ellos es “permitir que se generaran toda clase de bulos muy dolorosos por no dar explicaciones a tiempo”. El segundo es no pedir la declaración de emergencia nacional, “porque según el propio Gobierno, no iba a atraer más efectivos ni iba a hacer que llegaran antes”, una decisión que califica de “estrategia política”. No obstante, la declaración de este escenario no habría hecho que los recursos estatales llegaran antes porque las limitaciones eran las mismas. También asegura que fue Alberto Núñez Feijóo, el líder de los populares, el que le aconsejó que lo hiciera “y tenía razón”. De este modo, admite que baso una decisión como president y gestor de su comunidad autónoma en lo que le aconsejaba el líder su partido.
Pese a asegurar que su primer error fue permitir la difusión de bulos, el tercero se basa en reiterar uno ya desmentido, como que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) certificó “que el barranco del Poyo estaba seco y el Júcar podía absorber el agua” o que “ el temporal yéndose a Cuenca a las seis, según la AEMET, sin una gota de agua en Paiporta o Catarroja”, cuando las alertas habían sido enviadas pasadas las siete de la mañana de ese mismo día. Aun así, “era inimaginable que unas pocas horas después, el Poyo pasara de estar seco a ser una trampa mortal”.
A partir del tercer error fundamenta el cuarto: “Permitir que se instalara en el imaginario social la idea de un presidente ajeno a la emergencia durante aquella fatídica tarde. Sin olvidar que, como ha quedado acreditado, la información clave de esa misma tarde, que fue el desbordamiento mortal del barranco del Poyo, nunca la supimos”. Aquel día, recibió varias llamadas de la exconsellera de Justicia e Interior del Gobierno valenciano, Salomé Pradas, encargada de las competencias de Emergencias de la Comunidad Valenciana. Ignoró muchas, pero atendió pasadas las cinco y medía de la tarde. El CECOPI había comenzado a las cinco en punto y mucho antes Delegación de Gobierno ya había ofrecido la UME a Pradas, que sabía que los servicios de emergencia no paraban de recibir llamadas de socorro.
“Sé que cometí errores, los reconozco y voy a vivir con ellos toda mi vida. He pedido perdón y hoy lo vuelvo a repetir, pero ninguno de ellos fue por cálculo político o por mala fe. No sabíamos que el barranco del Poyo se desbordaba. No supimos que había fallecidos hasta la madrugada del 30, ni que la tragedia pudiera tener esa magnitud”, asegura. No obstante, para esa hora el teléfono de emergencias ya había recibido más de 20.000 llamadas a lo largo del día y la mayoría de ellas trataban de circunstancias extremas. De hecho, Mazón no abandonó el restaurante de El Ventorro, donde había quedado para comer con la periodista Maribel Villaplana, hasta las seis y media. No fue hasta las ocho y media, cuando llegó a la reunión del CECOPI. Para entonces, ya se había lanzado la alerta a los teléfonos de los valencianos, eso sí, solo después de que Pradas y él mantuvieran otra conversación telefónica. Hay más de una hora en la que se desconoce su paradero pero en esta declaración “mas personal” no ha dado ni un detalle.
“Han llegado a decir que aquella tarde estuve de, estuve de cumpleaños con políticos o ex políticos, incomunicado, con el móvil apagado, diseñando el urbanismo depredador y, por supuesto, el repugnante ataque machista que ni siquiera voy a mencionar. Todo ello mientras, a la vez, los mismos afirmaban sin ningún género de dudas que yo estaba interfiriendo o retrasando la alerta. Y todo ello para tener una excusa para tapar los tremendos fallos que tuvieron aquella tarde las agencias del Gobierno y para, de nuevo, ofrecer la peor cara de un ADN ya conocido en la izquierda: aprovechar la muerte y la tragedia para hacer política”, dice Mazón, que, de nuevo, no rinde cuentas sobre su paradero, ataca al Gobierno central, a la Aemet y a la CHJ, a quienes acusa que mentir, cuando ambos organismos han publicado informes minutados sobre todas sus acusaciones aquel día. Dieron los avisos, pero Mazón, en su discurso, ha preferido insinuar que no lo hicieron. “Sé que el ruido que hay alrededor de mi persona es la excusa perfecta para ocultar la asunción de responsabilidades del Gobierno”, insiste a pesar de todo.
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