
La actividad de las empresas de la zona afectada por la DANA se ha recuperado en un 90%, aunque a ritmos diferentes dependiendo de los sectores, estima la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV). Las inundaciones provocaron en la zona afectada una caída del PIB del 2,8% en el cuarto trimestre de 2024, cuando, de no haberse producido la catástrofe, la economía habría crecido alrededor de un 1%, según datos de la AIReF, del INE y del IVIE. En términos anualizados, el impacto de la DANA supuso, una pérdida de más de 15 puntos del PIB, un retroceso que solo se ha superado en los peores momentos de la crisis de 2008 y de la pandemia.
Un año después, la actividad económica de la zona afectada ha logrado recuperarse e incluso superar los niveles previos a la catástrofe, impulsada por “el efecto rebote de los primeros meses de 2025, las inversiones en reconstrucción y el dinamismo general de la economía regional y nacional”, reconocen desde la patronal autonómica.
A pesar de las buenas cifras de las empresas, desde el Banco de España reconocen que la DANA, que arrasó Valencia, ha tenido consecuencias económicas que aún arrastra la provincia. El impacto económico afectó al flujo de actividad, a los factores de producción y a la riqueza de los hogares, unas secuelas que a juicio de los analistas del Banco de España, Iván Kataryniuk y Alejandro Fernández Cerezo, “serán duraderas”. A pesar de ello, señalan en un artículo, que la reconstrucción económica puede generar “un rebote en la actividad y mejoras de la capacidad de producción, con implicaciones relevantes en el medio y largo plazo”.

Consecuencias en la producción y el patrimonio
Esto se explica porque cuando se produce una catástrofe natural, la economía se ve afectada a través de su impacto en el flujo de actividad y en el stock económico. El impacto inmediato que se produce es muy negativo tanto sobre el flujo de la producción como sobre el patrimonio de los afectados y las consecuencias en la actividad económica son relevantes: se paralizan sectores como el comercio, el transporte, el turismo o la construcción que en las semanas posteriores a la DANA provocó una caída transitoria del PIB.
El acceso de los trabajadores a sus centros de trabajo se vio dificultado por las restricciones a la movilidad, interrumpiendo la producción de numerosas empresas. También se dificultó el acceso a los servicios bancarios y a los medios de pago obstaculizaron la actividad. Además, los daños en carreteras y líneas férreas provocaron interrupciones en el transporte de mercancías. A lo que se sumaron los daños en las infraestructuras, establecimientos turísticos y en las playas, lo que redujeron las reservas de hoteles y restaurantes en la zona, apuntan desde el Banco de España.
Pérdidas en la zona cero de la DANA de entre 16.600 y 17.000 millones
Las inundaciones también dañaron o destruyeron todo tipo de activos físicos en las zonas afectadas, golpeando la riqueza de las familias, como viviendas y vehículos; la de las empresas, al verse afectados locales comerciales, fábricas, camiones o maquinaria, y las infraestructuras públicas, con redes de transporte, centros educativos o administrativos destruidos.
Según Iván Kataryniuk y Alejandro Fernández “es importante señalar que el PIB no recoge esta pérdida de capital y patrimonio”. De hecho, la caída en el stock de riqueza es mucho mayor que el impacto de la DANA reflejado en el PIB, de apenas unas décimas. Así, “algunas estimaciones sitúan en más de 17.000 millones de euros la pérdida de riqueza para la provincia de Valencia”, indican. Por su parte, el Consejo General de Economistas cifra estas pérdidas en la zona cero de la DANA en 16.600 millones de euros, lo que supone el 1,3% del PIB de España.
Pasado el impacto inicial de la catástrofe, la reposición del capital dañado y las ayudas públicas a la reconstrucción han reactivado la actividad económica. Este efecto de flujo positivo puede suponer un rebote del PIB debido a que se produce un mayor gasto para la reposición de bienes duraderos dañados, debido a que tras los desastres naturales aumenta el gasto de empresas y familias para reparar o sustituir bienes dañados, inciden los analistas.

Los damnificados por la DANA han tenido que reparar y reconstruir domicilios y establecimientos, impulsando la demanda de la construcción y los servicios profesionales. Además, “el reemplazo de electrodomésticos, muebles o automóviles incrementa el gasto privado, revitalizando la economía local”, subrayan. Un ejemplo fue la compra de vehículos que hizo que las matriculaciones de turismos en Valencia se dispararon a partir de diciembre de 2024.
Las ayudas públicas dirigidas a la reconstrucción también reactivaron la economía de las zonas arrasadas, ya que el esfuerzo privado está respaldado por medidas públicas de apoyo. Se han movilizado recursos extraordinarios que incluyen ayudas directas, indemnizaciones del Consorcio de Compensación de Seguros, avales públicos para empresas y moratorias en préstamos. “Estas medidas suponen transferencias fiscales importantes. De hecho, la evidencia de situaciones parecidas señala que estas transferencias son esenciales para la recuperación económica tras una catástrofe”, señalan los analistas del Banco de España.
De lastre económico a impulsor de crecimiento
Los efectos de la DANA que han provocado una pérdida de recursos y patrimonio puede lastrar la actividad económica de la zona en el futuro, pero “la renovación del capital puede dinamizarla”, reconocen los analistas. Y es que la pérdida de capacidad productiva y riqueza limita la actividad en la zona afectada.
Esto se explica porque el daño a los activos de las empresas y familias puede afectar negativamente a su solidez financiera e, incluso, llevar al cierre de negocios. Estas pérdidas también suponen más dificultades para acceder a financiación externa, por lo que el resultado es “una menor capacidad, no solo productiva, sino de gasto y de consumo, por lo que todos estos factores pueden tener un impacto negativo duradero sobre el PIB”, advierten Iván Kataryniuk y Alejandro Fernández Cerezo.
Sin embargo, las inundaciones podrían tener un impacto positivo sobre la productividad cuando las empresas supervivientes reemplacen el capital viejo por uno más moderno y productivo. Los expertos ponen el ejemplo de una fábrica que podría sustituir sus líneas de producción deterioradas por nuevos robots automatizados e incorporar la inteligencia artificial para optimizar la producción.
En este escenario, los autores del artículo inciden en que las catástrofes naturales como la DANA suponen una “merma importante del patrimonio y riqueza de las familias, las empresas y el sector público, y provocan una caída inmediata de la actividad”. Sin embargo ese impacto negativo sobre el PIB puede “ser corregido” en los meses siguientes por un efecto rebote: “Retrocede de modo transitorio para recuperarse rápidamente después”.
El impacto a largo plazo sobre la zona afectada es “más complejo de analizar”, reconocen los dos analistas, porque la posible pérdida de capacidad productiva puede verse compensada por la reposición con capital más productivo.
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