“Podríamos decir que es la muerte de la arquitectura”: el fenómeno de los ‘bloques cebra’ que está clonando las ciudades españolas

Estos edificios construidos con “prefabricados de hormigón blancos y paneles negros de aluminio” se adaptan poco a la meteorología y aún menos a la identidad de los barrios

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Varios 'bloques cebra' construidos junto
Varios 'bloques cebra' construidos junto al puente de San Isidro, Madrid. (Irene G. Domínguez/Infobae)

“Podríamos decir que es la muerte de la arquitectura”. Así define el colectivo Bloque Cebra a un producto inmobiliario que se está reproduciendo en masa por toda España. Se trata de edificios con “pieles” prefabricadas con franjas en blanco y negro que, más que responder a las necesidades urbanísticas de las ciudades donde se erigen, se instalan como una fórmula industrial. El resultado final anodino de una cadena de montaje.

El fenómeno de los ‘bloques cebra’ —que une decisiones de promotoras, prefabricación a gran escala y una evidente falta de adaptación al contexto urbano— extendido ya en la mayoría de las capitales de provincia de España, como Málaga, Barcelona, Pamplona o Burgos, plantea preguntas sobre identidad, habitabilidad y qué entendemos por calidad arquitectónica en las ciudades donde vivimos.

En pleno repunte de la construcción, el mercado está produciendo volumen y homogeneidad. Según el Boletín del Observatorio de Vivienda y Suelo, en 2024 se iniciaron 136.187 viviendas y se terminaron 100.980, y hasta julio de este año se han registrado 84.061 visados para obra nueva, tal y como indican los datos del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.

Este ritmo favorece soluciones escalables y replicables: productos que se diseñan para vender rápido y producirse en serie, lo que ayuda a entender por qué la fórmula “cebra” se ha estandarizado tan rápido.

Qué son los ‘bloques cebra’: definición y características

Para el colectivo de arquitectos de nombre homónimo —conocidos en sus redes como @bloque_cebra, y que busca sensibilizar contra este tipo de construcción—, los edificios o ‘bloques cebra’ “no se diseñan, se tramitan”: “Cumplen mínimos normativos, maximizan la edificabilidad y aceleran el trámite de licencias” por encima del diálogo con el entorno, explican.

En la práctica, tal y como detalla Juan Antonio Ortiz, vicepresidente primero del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), son fachadas con “prefabricados de hormigón blancos y paneles negros de aluminio o acero lacados”, que se adaptan poco a la meteorología y a los materiales tradicionales de cada ciudad.

Relativo al clima, el experto subraya que, aunque los materiales utilizados, cumplen, en general, con los requisitos técnicos, no se adaptan a las distintas temperaturas (muchas veces extremas) del territorio nacional: los revestimientos oscuros pueden “no ser la mejor idea”, pues durante el verano “pones la mano y sale a la plancha”, critica.

El resultado es una imagen de modernidad repetida que, según Bloque Cebra, enmascara a menudo “soluciones precocinadas” y “en muchas ocasiones no muy buenas calidades”.

Quién impulsa el modelo y por qué

Detrás del fenómeno se encuentran las grandes promotoras que buscan un producto que funcione, que permita mayor control sobre los costes y los plazos, y que dependa menos de una mano de obra cualificada, que consideran que “falta” en el sector de la construcción.

En este sentido, en un reportaje previo de El País sobre esta temática, Xavier Vilajoana, presidente de la Asociación de Promotores Constructores de España (APCE), defendía que el ‘bloque cebra’ es “un producto que funciona y tiene clientes”. Un modelo de edificio que puede alzarse con menos profesionales en plantilla debido al “porcentaje de piezas prefabricadas” que se utilizan. La patronal se remitió a esas declaraciones y no facilitó nuevas entrevistas para este reportaje.

Es precisamente esa ecuación de imagen comercial, rapidez y menor riesgo financiero la que explica el atractivo de la ‘cebra’ para quienes ejecutan proyectos arquitectónicos a gran escala.

Impacto urbano y social de los ‘bloques cebra’

Pero la homogeneización tiene costes visibles. El vicepresidente del CSCAE advierte de que “la estandarización estética puede suponer una bajada de la calidad de la arquitectura, que es de interés general y afecta a toda la sociedad”. “Es importante defender la permanencia de las imágenes asociadas a las diferentes ciudades”, recuerda Juan Antonio Ortiz, poniendo en valor la cultura arquitectónica de cada rincón de nuestro país, y añade: “Sería muy preocupante que fueran sustituidas, por ejemplo, por una imagen de ‘edificios cebra’”.

Por su parte, el colectivo de arquitectos Bloque Cebra denuncia que estas edificaciones “simbolizan la no-elección: una franquicia aplicada igual en cualquier sitio que homogeneiza los paisajes y empobrece la experiencia urbana cotidiana”. Para ellos, esta producción en masa de bloques repetidos “no tienen ninguna intención”, y califican al fenómeno de “pasotismo urbano”.

La consecuencia es que los barrios se vuelven intercambiables, menos reconocibles para sus habitantes y con menos capacidad para crear una identidad que propicie un sentimiento de comunidad. Esto ya está pasando, por ejemplo, en el barrio de Basurto-Zorroza de Bilbao, el Turianova de Valencia, o en la zona de Imperial de Madrid -donde ha sido tomada esta fotografía-.

Fachada de un 'bloque cebra'
Fachada de un 'bloque cebra' construido junto al puente de San Isidro, Madrid. (Irene G. Domínguez/Infobae)

¿Cómo afecta al arquitecto la producción en cadena?

La producción en masa de los ‘bloques cebra’ reduce el margen de maniobra profesional de los arquitectos: lo que prima es la rapidez y la escalabilidad, no un proyecto diseñado para un lugar concreto. El colectivo Bloque Cebra lo expresa con crudeza: “En definitiva, el sistema cebra es una fórmula donde la arquitectura y el arquitecto es un mal necesario, una figura que pierde el papel de proyectista y se convierte en burócrata. Podríamos decir que es la muerte de la arquitectura.”

Desde el CSCAE, Ortiz alerta contra el efecto de la prisa y la falta de retribución justa en el trabajo del profesional: “La velocidad es enemiga de una reflexión profunda”, defiende, y asegura que “los honorarios no son lo suficientemente dignos”, dos circunstancias que abocan a los arquitectos a acabar “estandarizando sus proyectos”.

Así, muchos encargos se transforman en tareas administrativas: menos tiempo para idear, más para tramitar. Ortiz resume la lógica: “Un proyecto mal pagado nunca podrá dedicar el tiempo necesario a la meditación y al desarrollo que requiere”. Frente a esto, su propuesta es igualmente clara: “Pagar bien por un trabajo hace que el trabajo salga bien. Y en arquitectura, eso se traduce en mejores edificios y ciudades”.

Derrumbe de un edificio en pleno centro de Madrid. (Ayuntamiento de Madrid)

Alternativas arquitectónicas y modelos distintos al ‘bloque cebra’

Bloque Cebra destaca que la solución no pasa por renunciar a la industrialización, sino por “cambiar las reglas del juego”: devolver la decisión pública y ciudadana al diseño y vincular incentivos a la calidad. Tal y como plantea el propio colectivo, sí hay alternativas: “Gobernanza del diseño con concursos públicos de urbanismo y arquitectura con jurados cualificados y resultados vinculantes, criterios de calidad medibles ligados a licencias y ayudas”, detalla.

La segunda vía es industrializar y digitalizar con propósito, no como excusa para homogeneizar, con “prefabricación off-site, procesos modulares y trazabilidad para ganar precisión y reducir CO2, es decir, mantener las ventajas de rapidez y control de costes sin perder capacidad de adaptación al lugar ni responsabilidad sobre la calidad y la huella ambiental”.

Juan Antonio Ortiz insiste en que incorporar criterios de sostenibilidad y respuesta social a los proyectos sería una alternativa a este fenómeno. En sus palabras: “Deberíamos incluir en los próximos desarrollos urbanos los tres paradigmas en los que se sustenta la nueva Bauhaus Europea: sostenibilidad, inclusión y belleza”.

“No es una cuestión estética, sino de modelo urbano”

El debate sobre los ‘bloques cebra’ no es solo una discusión estética: es una disputa sobre cómo queremos construir nuestras ciudades y qué peso tienen la identidad, la convivencia y la habitabilidad frente a la rentabilidad. “No es una cuestión estética, sino de modelo urbano”, defiende Bloque Cebra.

Como sociedad, es preciso dejar de medir la vivienda únicamente en términos de precio y superficie, y valorar la figura del arquitecto, pues es quien proyecta las ciudades en las que somos, seremos y serán nuestros hijos. Solo queda una cuestión sobre la mesa: ¿estamos dispuestos a pagar la calidad que eso exige?