La llamativa condición del príncipe Andrés y Sarah Ferguson para abandonar Royal Lodge: piden dos casas a cambio

Tras los últimos escándalos, Carlos III ha pedido a su problemático hermano pequeño que abandone el que ha sido su hogar en las dos últimas décadas

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El príncipe Andrés y Sarah
El príncipe Andrés y Sarah Ferguson en una imgen de archivo. (Photo by Tim Rooke/Shutterstock)

El príncipe Andrés y su exesposa, Sarah Ferguson, vuelven a estar en el ojo del huracán. Tras semanas de especulaciones, fuentes cercanas al Palacio de Buckingham confirman que el rey ha sentenciado que la pareja deberá abandonar su residencia de Windsor, Royal Lodge, el majestuoso hogar que comparten desde hace más de quince años. Sin embargo, su salida no será tan sencilla como el Carlos III habría deseado: el hermano del monarca ha impuesto una condición tan inesperada como polémica. Solo dejará la mansión si, a cambio, él y Fergie reciben dos casas dentro del mismo recinto real.

La decisión de desalojar a Andrés llega tras sus numerosos escándalos, los cuales han puesto al monarca en una posición insostenible. En las últimas semanas, se descubrió que el príncipe no ha pagado alquiler en más de dos décadas, pese a residir en una propiedad valorada en unos 30 millones de libras. El acuerdo original, firmado en 2003, establecía un simbólico peppercorn rent, una especie de arrendamiento testimonial, a cambio de que el propio Andrés se hiciera cargo del mantenimiento de la vivienda. Pero el deterioro visible de Royal Lodge, con jardines descuidados y reparaciones pendientes, ha demostrado que ni siquiera ha cumplido con ese compromiso.

A ello se suma la sombra interminable del escándalo Epstein, que sigue persiguiendo al príncipe y salpicando a la Casa Real británica. Nuevos correos electrónicos filtrados entre Andrés y el financiero estadounidense han reavivado la indignación pública: en ellos, el hijo de Isabel II llega a escribir “estamos juntos en esto”, en referencia a su relación con el magnate condenado por abuso de menores. El episodio ha devuelto al primer plano uno de los capítulos más oscuros de la monarquía moderna y ha llevado al rey Carlos III a tomar cartas firmes en el asunto. “El monarca quiere proteger la institución y cerrar de una vez este doloroso capítulo”, ha asegurado una fuente de Palacio al diario The Guardian.

Carlos III y su hermano
Carlos III y su hermano pequeño, el príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (REUTERS/Toby Melville)

La petición del duque: dos casas por una salida “digna”

Ante la orden real, Andrés y Sarah Ferguson han respondido con una petición sorprendente: aceptan irse de Royal Lodge, pero solo si a cambio reciben dos residencias separadas dentro del perímetro de Windsor. Según su entorno, la pareja, que, pese a divorciarse en 1996, lleva conviviendo desde 2008,— considera que, tras tantos años juntos bajo el mismo techo, lo más razonable es que cada uno disponga de su propio espacio sin alejarse de sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia.

Quién es quién en la casa real británica: del rey Carlos, el más tardío de la historia, al polémico príncipe Andrés.

Las propiedades que figuran en su lista de deseos son todo menos discretas. En primer lugar, Frogmore Cottage, la antigua vivienda de los duques de Sussex, Harry y Meghan, desocupada desde que la pareja se trasladó a California. En segundo lugar, Adelaide Cottage, la elegante residencia que hasta hace poco albergó al príncipe Guillermo y a Kate Middleton antes de su mudanza a Windsor Castle. Ambas se encuentran dentro de la zona más segura del parque real y no requerirían inversiones adicionales a cargo del contribuyente.

Carlos III ya había ofrecido a Andrés mudarse a Frogmore a comienzos de año, pero el príncipe lo rechazó entonces por considerarlo “demasiado pequeño”. Ahora, con la presión mediática y política en aumento, la situación parece más negociable. Según allegados de Fergie, ella vería con buenos ojos la posibilidad de instalarse en Adelaide Cottage, mientras su exmarido ocuparía Frogmore. “No buscan un lujo mayor, sino mantener una cierta dignidad”, explica un amigo común.

El ocaso del duque de York y la estrategia de Carlos III

El antiguo duque de York vive sus horas más bajas. En los últimos meses ha tenido que renunciar a todos sus títulos honoríficos y condecoraciones reales, incluyendo la prestigiosa Orden de la Jarretera. Aunque sigue siendo príncipe por derecho de nacimiento, ya no desempeña funciones públicas ni cuenta con el favor del monarca. Su caída, iniciada tras el escándalo Epstein y la desastrosa entrevista en BBC Newsnight, se ha convertido en un símbolo de cómo la monarquía británica intenta depurar sus sombras.

La situación preocupa también a Sarah Ferguson, que pese a su fama de resiliente, se encuentra en una posición incómoda. Siempre leal a Andrés, Fergie ha reconocido que, tras su divorcio, ha tenido que “reinventarse” para sobrevivir económicamente. Sus ingresos provienen ahora de sus libros, conferencias y proyectos personales, pero su apego a la vida real sigue intacto. “Ella siente que, después de todo, merece un hogar dentro de Windsor”, apunta una fuente cercana.

El futuro de Royal Lodge, la histórica vivienda del príncipe Andrés

Con sus 40 hectáreas de jardines, salones de más de quince metros y un valor que ronda los 30 millones de libras, Royal Lodge es una joya arquitectónica que ha sido testigo de varias generaciones de la familia real. Sin embargo, su futuro es incierto. Se baraja la posibilidad de que otro miembro de la realeza la ocupe o de que se alquile a un particular con medios para afrontar una necesaria restauración.

El príncipe Andrés y su
El príncipe Andrés y su residencia de Royal Lodge, en montaje de 'Infobae'. (REUTERS/Shutterstock)

Mientras tanto, el público británico asiste con una mezcla de asombro y cansancio a un nuevo capítulo de la interminable saga del príncipe Andrés. Entre privilegios perdidos, títulos renunciados y una reputación en ruinas, su partida de Royal Lodge simboliza mucho más que una mudanza: es el cierre de una era y la confirmación de que el rey Carlos III está decidido a poner orden, incluso si para ello debe enfrentarse al miembro más problemático de la familia Windsor.