
La pasada noche del sábado, la policía francesa detuvo a dos sospechosos del robo de las joyas de la Corona de Francia durante el atraco el pasado 18 de octubre. Según ha informado este domingo el diario Le Parisien, los dos detenidos han sido puestos bajo custodia policial en el marco de las investigaciones abiertas por “robo en banda organizada” y “asociación delictiva con vistas a la comisión de un delito”, dirigidas por la brigada de París para la represión del bandidaje (BRB) y la Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales (OCBC).
Los sospechosos, ambos originarios de Seine-Saint-Denis, un departamento de París, fueron arrestados tras una operación policial desencadenada por la inminente huida de uno de ellos al extranjero, según detalla el diario francés. El valor de las piezas sustraídas asciende a unos 88 millones de euros, lo que subraya la magnitud del golpe perpetrado en el corazón de París.
Cómo fue el robo
La noche del asalto, un comando de cuatro delincuentes irrumpió en el museo utilizando un camión equipado con una plataforma elevadora. Vestidos con chalecos amarillos y cascos de moto, los ladrones forzaron una ventana que daba acceso directo a la Galería de Apolo, donde se exhiben las joyas de la Corona de Francia. Mediante el uso de sierras radiales, lograron apoderarse de ocho piezas históricas, entre las que se encontraban tesoros que pertenecieron a varios soberanos franceses, incluida la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III. Durante la huida, los delincuentes perdieron la corona de la emperatriz, aunque el resto del botín permaneció en su poder.
La investigación, que sigue en curso, apunta a que los detenidos —ya conocidos por la policía por antecedentes de robos— actuaron como ejecutores experimentados y podrían haber operado bajo encargo. Ambos fueron trasladados a dependencias policiales, donde pueden permanecer bajo custodia hasta 96 horas mientras se intenta identificar al resto de los cómplices y al presunto cerebro de la organización criminal.
Las autoridades han centrado sus pesquisas en las numerosas pistas dejadas por los asaltantes durante su precipitada fuga. Entre los objetos abandonados se encuentran chalecos, un casco de moto y los propios vehículos utilizados en el robo. Dentro del casco se hallaron cabellos que pertenecerían probablemente al primer ladrón que ingresó al museo, lo que podría aportar pruebas clave para la identificación definitiva. Además, los delincuentes no lograron incendiar ni la plataforma elevadora ni el camión empleados para acceder a la galería, ambos localizados posteriormente en la vía pública.
Las primeras indagaciones revelan que el elevador fue sustraído tras una cita concertada en el sitio de compraventa Le Bon Coin con un vendedor que buscaba deshacerse del equipo. Este robo tuvo lugar en la ciudad de Louvres (Val-d’Oise) pocos días antes del asalto, lo que evidencia la planificación previa del grupo.
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