Mark Bray, el profesor estadounidense que se ha exiliado en España: “En los aspectos fundamentales, las iniciativas de Trump son fascistas”

El autor de ‘Antifa’ se ha marchado ante las amenazas de muerte por su ideología política

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Mark Bray, profesor de Historia
Mark Bray, profesor de Historia y autor de 'Antifa: El manual antifascista'. (Capitán Swing)

El historiador y profesor universitario Mark Bray abandonó Estados Unidos junto con su familia el pasado 11 de octubre. Sus ideas ya no parecían ser bienvenidas en el ‘país de la libertad’ y, tras una ristra de amenazas de muerte, decidió no arriesgarse y cruzar el Atlántico hasta llegar a España. “Alguien publicó mi dirección por X [antiguo Twitter], tenía miedo de que llegasen a mi casa para atacarme”, cuenta por teléfono a Infobae España.

Bray recuerda el acoso y las amenazas que sufre desde el asesinato de Charlie Kirk el 10 de septiembre. El activista conservador, fundador de Turning Point USA, recibió un disparo en el cuello mientras protagonizaba un debate con estudiantes de una universidad de Utah. Según denuncia Bray, las autoridades intentaron vincular a su asesino, Tyler Robinson, con ideologías de izquierda. Apenas una semana después de la muerte de Kirk, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que designaba el movimiento ‘antifa’ como “organización terrorista”. El FBI ya ha realizado los primeros arrestos “a extremistas violentos y anarquistas, alineados con Antifa”, que se enfrentan a 10 años de prisión.

El antifascismo es justamente la especialidad académica de Bray, al que medios conservadores como Fox News han llegado a referirse como Dr. Antifa. La publicación de Antifa: El manual antifascista (Capitán Swing, 2018) le dio la notoriedad que ahora ha puesto su vida en peligro. Desde Turning Point USA, consideran a Bray como un peligro y lo incluyen en su lista de profesores que mantener vigilados.

-Pregunta: La declaración de ‘antifa‘ como organización terrorista ha motivado tu salida de Estados Unidos. ¿Cómo consideras esta clasificación por parte del Gobierno?

-Respuesta: Para empezar, ’antifa‘ no es una organización, es un movimiento de oposición militante a la ultraderecha. Hay grupos ‘antifa’ en Estados Unidos, en España y en otros países, pero el ‘antifascismo’ por sí mismo no es una organización. Además, cuando pensamos en terrorismo, pensamos en Al Qaeda, ISIS, grupos que matan a miles de personas y que explotan bombas, destruyendo edificios. Los grupos ‘antifa’ en Estados Unidos no han hecho nada de esto. No salían en las noticias desde hace seis años. Para mí, es obvio que Trump quiere usar la palabra ’antifa’ como hombre del coco para demonizar la izquierda y la protesta. Es una página del libro clásico del autoritarismo.

-P: ¿El Estado puede emplear el calificativo de ‘terrorismo’ como una forma de opresión?

-R: Sí, eso estoy diciendo. Porque, ¿quién es ‘antifa‘? Hay grupos ‘antifa‘ que tienen sus integrantes, pero desde la perspectiva de la Casa Blanca, ‘antifa’ es la izquierda, gente que protesta. No le interesan los detalles. Y con la frase “alineado con el antifascismo”, han aumentado la categoría aún más para incluir a Tyler Robinson, que mató a Charlie Kirk y que no tiene ninguna ideología específica. Quieren decir que la protesta es terrorismo, y eso es muy peligroso.

“El fascismo ha cambiado, pero se ha quedado con nosotros”

Portada de 'Antifa: El Manual
Portada de 'Antifa: El Manual Antifascista'. (Capitán Swing)

-P: En tu libro, recorres el surgimiento del fascismo y el antifascismo como respuesta, antes y después de 1945. ¿Desapareció el fascismo tras la Segunda Guerra Mundial?

-R: No, y es una lástima que muchos historiadores hayan dicho que el fascismo desapareció o hayan implicado que esta lucha ha terminado. El fascismo no ha tenido un papel tan importante como durante los años 30 y 40, pero sí ha continuado. Cambiaron sus lemas, sus símbolos, sus términos... Y se puede ver ahora con lo que está pasando en los Estados Unidos y en otros países, que, aunque ha cambiado, el fascismo queda aquí con nosotros.

-P: Estas ideas parecen estar volviendo con fuerza ahora, con ciertos movimientos de ultraderecha en Europa y EEUU.

-R: Tenemos una crisis trasnacional. Aunque es un poco diferente en cada país, tiene características en común: reacción a lo que ellos llaman ideología de género, reacción a la inmigración, a cambios en la cultura. En Estados Unidos, la reacción a la inmigración explícitamente racista está en el centro de todo esto.

-P: ¿Son estos avances en derechos lo que hace que vuelvan las ideas ultras?

-R: Históricamente, o al menos durante la historia reciente, se puede ver que cuando hay movimientos fuertes de izquierda, hay una reacción de la derecha. Se puede ver con las luchas para la libertad de la gente negra en Estados Unidos o, más recientemente, con la elección de Obama como primer presidente negro, el movimiento Me Too, las luchas por los derechos de las personas queer y trans... Lo que estamos viendo es una reacción enorme, explícitamente racista y autoritaria, a estos cambios, porque hay mucha gente blanca que se siente atacada. También es una reacción a los fracasos del Partido Demócrata. Fue una oportunidad para Trump y sus amigos de crear un espacio nuevo para la extrema derecha.

-P: Desde el inicio de su segundo mandato, medidas como la detención de migrantes o los ataques a las universidades se han comparado con el nazismo. ¿Se asemeja Donald Trump al fascismo antiguo o es algo diferente?

-R: Hay comparaciones que se pueden hacer, pero obviamente también hay diferencias. Hitler se movía mucho más rápido y creo que fue, en parte, por las circunstancias de la época: hubo una gran depresión económica, una Unión Soviética, el Partido Comunista de Alemania fue el tercero más grande, se quemó el Reichtag... Pero, en términos más generales, los ataques contra universidades, profesores, libros, ideas “liberales”... Trump y sus amigos están mermando la democracia poco a poco, a través de sus ataques: manipulación de los distritos electorales (gerrymandering), supresión del voto con leyes diferentes para que la gente pobre o de color tenga más difícil votar... Y ICE está operando sin una supervisión civil significativa, con un presupuesto masivo. Están mandando a gente a centros de detención, que algunos expertos han comparado con los campos de concentración; están siendo deportados en condiciones horribles a El Salvador.

Se pueden hacer comparaciones y, si todo esto continúa, creo que vamos a llegar a una especie de fascismo, un fascismo del siglo XXI que sería un poco diferente. En los aspectos fundamentales, creo que estas iniciativas de Trump son fascistas.

“A la mayoría del país no le gustan las decisiones de Trump”

El presidente de Estados Unidos,
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (Kevin Lamarque/Reuters)

-P: ¿Puede haber un nuevo Trump?

-R: Trump es viejo y no va a vivir para siempre y la política de MAGA es bien fuerte, tiene mucho apoyo, pero es importante destacar que a la mayoría del país no les gustan Donald Trump y sus decisiones. Las encuestas muestran que la mayoría de sus acciones no tienen apoyo de la mayoría de la gente. Pero cuando él muera, su política no va a desaparecer. Quién va a seguir, es difícil saber. Podría ser J.D. Vance, el vicepresidente, pero no estoy seguro de si tiene el carisma de Donald Trump. No estoy seguro si hay alguien que pueda [sucederle], pero muchos políticos lo van a intentar.

-P: En tu libro, defiendes que “la racionalidad no ha conseguido nunca detener a los fascistas ni a los nazis”. ¿Cómo combatimos el fascismo?

-R: No estoy diciendo que no debamos debatir, porque es importante mostrar a la gente que el fascismo es malo y no puede solucionar los problemas de la sociedad. Pero crear argumentos sólidos directamente para combatir las ideas de los líderes fascistas no vale la pena, porque el fascismo es el rechazo de la racionalidad. Los fascistas históricamente han cambiado sus ideas con frecuencia sin pensar que es algo malo. Históricamente, los grupos ‘antifa’ sí han publicado periódicos y otras formas de propaganda para vencer ideas del fascismo, pero también han organizado protestas, manifestaciones en contra del fascismo y han intentado privarlos de espacios sociales para promover sus políticas. Los liberales no han entendido esto en el pasado.

Creo que podemos aprender de ejemplos históricos. La protesta No Kings (No hay reyes) del otro día, con millones de personas en la calle, es un buen inicio, pero no es suficiente. Me encantaría ver una huelga general, aunque no creo que ocurra pronto. Básicamente, la gente debe resistir la normalización de las ideas y métodos fascistas.