
Un grupo de amigas se encontraba de turismo por Madeira, cuando decidió acercarse al famoso Mercado de Lavradores. Una mazorca, cuatro dátiles, dos mangos y cuatro plátanos. Lo que parecía ser una humilde compra —tal vez para complementar un plato o para el postre— se transformó en una cuantiosa transacción. 72 euros fue el precio total de la compra. Una suma tan elevada que apenas se lo podían creer. Ni en los barrios más lujosos de las grandes capitales europeas, una compra así ascendería a un precio tan alto. Atónitas, las amigas empezaron a intercambiar risas, sobresaltadas por la sorpresa, según han contado ellas mismas en su cuenta de TikTok.
La isla, en la que converge una gran proliferación turística, se ha convertido en los últimos años en una ‘trampa’ para los visitantes. Muchos negocios locales buscan aprovecharse a su costa, inflando los precios. En especial, las frutas tropicales o los productos originarios de la región. Muchos son los que han empezado a llevarse un buen susto a la hora de pagar. Los puntos de interés turístico aprovechan la gran afluencia de extranjeros para beneficiarse económicamente.
El Mercado de Lavradores se ha consolidado como uno de estos enclaves: si bien presenta una gran variedad de productos, existe una recurrente tendencia al engaño en alimentos frescos como pescado, marisco, frutas jugosas o flores de las características más variopintas. Construido en 1940, los tenderos aprovechan su carácter tradicional y de abastecimiento para encarecer sus productos.
Otros casos similares
Grupos de turistas han compartido por redes sociales experiencias muy parecidas. Algo similar le sucedió a una española, propietario de la tienda de moda Flamantes Shop, en Isla Cristina. Al recibir el ticket de su pequeña compra, quedó estupefacta por el precio. Al principio, pensó que podía tratarse de una confusión, no obstante, cuando le confirmaron que efectivamente el precio era correcto, la situación le dejó totalmente desconcertada. Esto le llevó a pagar casi de forma inconsciente, como si no supiera muy bien lo que estaba haciendo. Más tarde repasó el ticket con sus amigas en un estado de asombro.
“¿Qué te he dicho? Cien pavos, es que estaba segura”, le dice una amiga mientras la protagonista repasa mentalmente todo lo que ha comprado, según se ve en su vídeo de TikTok. “Cuando te he visto pidiendo ‘un plátano de cada clase’ he pensado: ‘Ya está, el remate’”.

Aunque todavía hay gente del lugar que hace la compra en el Mercado dos Lavradores, hoy en día este sitio se ha convertido sobre todo en una parada obligada para turistas. Muchos vendedores aprovechan la afluencia para subir precios, algo que no pasa desapercibido y que provoca bastantes quejas, tanto de visitantes extranjeros como de vecinos. Inaugurado en 1940, el mercado sigue conservando su encanto arquitectónico, con sus vistosos paneles de azulejos de cerámica. Todavía se pueden encontrar productos típicos a precios razonables, si se busca bien. Pero la realidad es que por toda la isla hay otros mercados y puestos callejeros donde venden lo mismo, sin tanta gente y bastante más barato. Al final, la experiencia en el Mercado dos Lavradores no deja de ser eso: una experiencia. Bonita de ver, entretenida de vivir, pero no necesariamente el mejor sitio para hacer la compra.
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