Los bonsáis de Felipe González, un refugio en sus años de legislatura: “El peso era tanto que lo que quería era simplemente oler y sentir la naturaleza”

Movistar Plus+ estrena ‘La última llamada’, una serie documental donde los últimos cuatro presidentes del Gobierno narran sus vivencias más reveladoras durante sus respectivas etapas en La Moncloa

Guardar
Felipe González en 'La última
Felipe González en 'La última llamada'. (Movistar Plus+)

Fueron el remanso de paz de Felipe González durante buena parte de los 13 años que estuvo en la Moncloa, entre 1982 y 1996. Siempre guiado por los consejos del maestro y paisajista Luis Vallejo encontró en la jardinería, una afición en la que despejarse. Así lo cuenta el propio socialista en La última llamada, una nueva docuserie de Movistar Plus+ estrenada este jueves 16 de octubre, en la que este, así como los últimos tres expresidentes del Gobierno de la democracia, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, repasan los momentos clave de sus respectivas legislaturas.

En el caso de González, al que el director y creador Álvaro de Córzar dedica el primer capítulo, este junto a sus asesores de la época y su entorno más cercano, dedican a recordar aspectos como la oposición de España a la entrada en la OTAN y su posterior referéndum en 1986, varios atentados de ETA o el comienzo de la crisis. Entre todo esto, se dejan ver pequeños detalles del exmandatario en su faceta más personal. Ahí es donde se encuentra precisamente la jardinería.

“Fui a China y estábamos en un hotel, y la habitación la iluminaba de verdad, iluminaba virtualmente, un bonsái con un granado”, recuerda González ante la cámara. “Las dos noches que dormí allí, dormía acompañado de él, y me lo traje. Dije: ¿Qué tengo que saber para que no se muera? Ahí arranca todo”.

Tráiler de 'La última llamada' (Movistar Plus )

Su pasión se consolidó gracias a Vallejo, uno de los grandes maestros del bonsái en España y director del Museo del Bonsái de Alcobendas desde 1995. También está condecorado con la Orden del Sol Naciente, la más alta distinción con las que el Gobierno de Japón reconoce a los ciudadanos extranjeros por su labor en promocionar la cultura japonesa en otros países. “Fui un domingo a Moncloa y fuimos a ver los jardines”, recuerda Vallejo en el primer capítulo del documental. “Tenía unos rudimentarios cultivos con unos arbolitos metidos en macetas”. A partir de ahí nació una amistad marcada por la tranquilidad de ambos. “No me impresionaba el poder ni esas cosas. Estaba en otra onda, pero nos caímos bien desde el principio”, dice el paisajista.

María González, hija del expresidente, recuerda aquella conexión como una complicidad silenciosa: “Hicieron un tándem muy interesante porque los dos son introvertidos de libro. Estaban muy a gusto en silencio juntos”. Esa misma calma se extendió incluso al huerto que crearon en la Moncloa. “Explotaba ese lado del campo de mi padre y su necesidad de proyectos que empezaran y terminaran: plantar, germinar, salir, recoger”.

Bonsái del Real Jardín Botánico.
Bonsái del Real Jardín Botánico. (Real Jardín Botánico)

Como explica Vallejo, aquel hábito tenía un efecto terapéutico: “Psicológicamente era no cargar con toda esa carga que llevaba”. Su hija también lo confirma: “Esto era algo que mi padre necesitaba mucho los pocos momentos que tenía de descanso”. El fotógrafo y amigo Pablo Juliá recuerda que González “se escapaba cada vez que podía. Le encantaba. Dando un paseo con él te contaba historias de la naturaleza. No quería hablar de nada más. El peso era tanto que lo que quería era simplemente oler y sentir la naturaleza”.

Los bonsáis de González en el Jardín Botánico

La colección de bonsáis del Real Jardín Botánico fue donada en 1996 por el expresidente del Gobierno. Desde 2005, se exhibe en la Terraza de los Laureles, un espacio diseñado especialmente para albergar este conjunto.

Considerada la colección más relevante de especies autóctonas ibéricas, reúne 61 ejemplares de tejo, sabina negra y albar, acebuche, alcornoque, encina, haya, lentisco, boj, majuelo y olmo, entre otros.

A estos se suma un grupo de bonsáis procedentes de Japón, China, Canadá y Sudamérica, algunos modelados por reconocidos maestros japoneses como Saburo Kato y Masahiko Kimura. Varios de estos árboles fueron obsequios personales que Felipe González recibió de distintos jefes de Estado y de Gobierno a lo largo de sus años en la Moncloa.