Madrid volvió a vestirse de gala este 12 de octubre para celebrar la Fiesta Nacional, en una jornada en la que el protocolo y la emoción compartieron protagonismo con los pequeños gestos que humanizan a la monarquía. Bajo un cielo benévolo, más de 4.000 militares desfilaron por el Paseo de la Castellana, mientras las cámaras y los espectadores centraban su atención en una imagen que no se repetía desde 2020: los reyes junto a sus hijas, reunidos en la tribuna.
Cinco años antes, Felipe VI y la princesa de Asturias presidieron el desfile junto con la reina Letizia y la infanta Sofía a su lado. Una estampa que muchos esperaban ver de nuevo, después de que las obligaciones académicas de ambas las mantuvieran lejos de la tribuna en ese tiempo. No era solo un acto institucional, sino el reencuentro de una familia que lleva meses separada por los estudios y la agenda oficial.
Y es que, recién llegada desde Lisboa, donde cursa Ciencias Políticas en el Forward College, la infanta Sofía vivió este año un doble estreno: su regreso al desfile y su debut en la recepción del Palacio Real. A pesar de una sonrisa nerviosa captada por las cámaras justo después del himno, Sofía demostró naturalidad y soltura. Para la ocasión, eligió un vestido de lunares negro con mangas semitransparentes, firmado por Carolina Herrera, que combinó con una capa del mismo tono. Un look sobrio y juvenil, fiel a su estilo.
Por su parte, la princesa de Asturias, en pleno tercer año de formación militar en la Academia del Aire y del Espacio, lució el uniforme de gala azul marino con las insignias correspondientes a su rango, además de la banda de la Real Orden de Carlos III. Su porte y serenidad no pasaron desapercibidos; de hecho, su imagen, junto a la de su padre, fue una de las más comentadas del acto.
Felipe VI y el gorro rebelde
Uno de los momentos más comentados lo protagonizó el rey Felipe VI, cuando su gorro militar pareció jugarle una mala pasada. Durante el paso de la Patrulla Acrobática, el ala del gorro cayó levemente, impidiéndole ver los aviones con claridad. El monarca resolvió la situación con una sonrisa y un gesto sutil de cabeza, que no pasó inadvertido para las cámaras. Un instante que, lejos de empañar el acto, añadió una nota de humanidad al impecable protocolo militar.
Otro de los grandes titulares de la jornada fue la complicidad del monarca y la princesa Leonor. Durante todo el desfile, las cámaras captaron varios intercambios de miradas, sonrisas y breves confidencias entre ambos. “Han transmitido conexión, unión, cada uno en su rol, pero haciendo un engranaje perfecto”, aseguraba la experta en comunicación no verbal Vanessa Guerra en el programa D Corazón de TVE. “Se van buscando con miradas, buscan siempre la manera de que haya un contacto entre ellos”.
Como cada año, el momento más solemne llegó con el homenaje a los que dieron su vida por España. Padre e hija descendieron de la tribuna para depositar la corona de laurel ante la bandera, en un silencio solo roto por los acordes del himno. Leonor, visiblemente emocionada, acompañó a su padre con paso firme, recordando aquel 2018 en que, por primera vez, se sentó a su derecha en este acto.

Letizia y Sofía, la otra conexión real
Mientras Felipe y Leonor encabezaban la parte más protocolaria del desfile, Letizia y Sofía protagonizaban su propio momento de complicidad. En un gesto de espontaneidad, madre e hija decidieron sentarse brevemente mientras el monarca y la heredera seguían revisando a las tropas. La escena duró apenas unos minutos, pero sirvió para mostrar la parte más humana y relajada de la reina y su hija menor.
Si hay algo que nunca falla en el Día de la Hispanidad es la atención que despiertan los looks de la reina Letizia. Este 2025, la soberana volvió a convertirse en la más elegante de la jornada, con un vestido de tweed verde de escote cuadrado y falda en A, acompañado por pendientes de esmeraldas que captaron la luz de la mañana. En la tribuna, se mostró especialmente cercana y distendida, intercambiando impresiones con el rey y con sus hijas.
Tras el desfile, el foco se trasladó al Palacio Real, donde se celebró la tradicional recepción. Más de 1.000 invitados —entre autoridades, políticos, empresarios y representantes de la sociedad civil— desfilaron por el Salón del Trono para saludar a los reyes y sus hijas. Este año, el acto tuvo un componente histórico: la primera recepción oficial de Sofía.

Según confirmaron fuentes de Zarzuela, la familia real realizó pausas cada 15 minutos para mantener el ritmo de los saludos. Pese a ello, el protocolo se desarrolló con fluidez. Durante el besamanos, las cámaras captaron a Leonor muy pendiente de su hermana, cediéndole el paso y dedicándole un cariñoso gesto que no pasó inadvertido.

En la parte más distendida de la jornada, ya en los corrillos del Palacio, la reina Letizia ejerció de guía y apoyo de sus hijas. Se la vio conversar animadamente con invitados mientras Leonor y Sofía observaban con atención. Felipe VI, por su parte, recorrió el salón en solitario, saludando a representantes del Gobierno y de las comunidades autónomas.
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