Carla, estudiante en Barcelona: “Hago dos horas de trayecto cada día porque no me puedo permitir alquilar una habitación por 500 euros, compartiendo con cinco personas”

El problema del alquiler en España obliga a muchas personas a elegir entre vivir cerca de su lugar de trabajo y pagar un alquiler elevado, o pasar hasta cuatro horas al día en transporte público para poder permitirse una vivienda más asequible

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Barcelona acumula un problema social
Barcelona acumula un problema social de vivienda urgente

La cuestión de la vivienda se ha consolidado como uno de los problemas sociales más urgentes en España. Muchas personas, especialmente los jóvenes, se sienten desamparadas ante un futuro cuyo costo de vida no deja de aumentar, mientras los salarios no acompañan este crecimiento. Actualmente, el salario mínimo interprofesional es de 1.184 euros brutos anuales. Además, tras la pandemia, el coste de vida ha ascendido un 22%, reflejando al mismo tiempo una pérdida de poder adquisitivo. En consecuencia, algunas de las preguntas más frecuentes de nuestra época giran en torno al trabajo y la vivienda, dos pilares fundamentales de la vida cotidiana que, tanto a lo largo de la historia como en el presente, se han visto amenazados de diferentes maneras.

El problema de la vivienda afecta especialmente a las grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, donde el precio de los alquileres se ha disparado en los últimos años. Asistimos a un momento coyuntural en el que un derecho básico se ha convertido en uno de los principales dispositivos de acumulación de capital. Este fenómeno no solo incrementa las desigualdades sociales, sino que también redefine la forma en que se habita la ciudad.

La especulación inmobiliaria y la transformación de los espacios habitables en lugares de tránsito para turistas alteran profundamente la estructura urbana, desplazando a los residentes tradicionales y encareciendo aún más el acceso a la vivienda. De este modo, la ciudad se vuelve cada vez menos habitable para las personas de a pie, erosionando el tejido social.

Un momento social de incertidumbre

De esta manera, muchos jóvenes se enfrentan a la incertidumbre, planteándose su futuro sin lograr discernir cómo lograrán conciliar con entornos tan exigentes. La pregunta de ‘¿dónde vivirán cuando se independicen?’, es algo que no son capaces de contestar. El periódico La Vanguardia ha recogido los testimonios de dos jóvenes catalanas, Carla Pamies (de 20 años) y Paulas Caromona (de 19 años) residentes en Granollers y Calafell, que estudian Derecho en la Universidad de Barcelona. Uno de sus mayores miedos, aseguran las jóvenes, es el desequilibrio del coste de vida con los salarios. “Me parecen una broma los salarios en España, básicamente porque el coste de vida no está equilibrado con lo que cobra la gente. Los salarios siguen siendo prácticamente los mismos y, en cambio, las viviendas han subido muchísimo”, declara Paula.

El problema de la vivienda.
El problema de la vivienda. (Montaje Infobae)

A las jóvenes les encantaría poder irse a vivir a Barcelona, sin embargo, su economía no les permite costearse los desorbitados precios de los alquileres. En consecuencia, no les queda otras que vivir en la periferia e ir todos los días a Barcelona en transporte público. Este viaje, insisten, es de mínimo una hora y media, tanto la ida como la vuelta. “Hago dos horas de trayecto cada día porque no me puedo permitir alquilar una habitación en Barcelona por 500 euros, compartiendo con cinco personas”, expresan.

Por este motivo, las dos estudiantes sacrifican una media de cuatro horas diarias en el transporte público, un tiempo físico real que, sin embargo, se ve reducido al desplazamiento. Además, a esto hay que añadirle, los retrasos de los trenes y las numerosas contingencias de transporte que dificultan el viaje. “Me gusta lo que estudio, pero se me hace difícil venir aquí y esto te hace cuestionarte todo el panorama; en general, acabas desanimándote”, confiesa una de ellas.

¿Quiénes habitan las ciudades?

La dificultad para acceder a una vivienda digna ha llevado a muchos jóvenes a perder la esperanza de independizarse sin verse obligados a compartir habitaciones. “Es casi imposible que jóvenes como nosotros podamos independizarnos”, explica Carla. Esta sensación de frustración se agrava por la falta de correspondencia entre los salarios y el esfuerzo educativo. “Los salarios en España no son proporcionales a los años de estudio de muchas personas. Por ejemplo, los médicos estudian unos diez años y cobran un salario relativamente bajo”, añade.

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Antes, contar con una carrera universitaria y un máster solía garantizar estabilidad laboral y económica; hoy, en cambio, la falta de oportunidades afecta incluso a quienes tienen una alta cualificación, lo que complica aún más la posibilidad de adquirir una vivienda.

A esta situación se suma un fenómeno que ha generado debate: la llegada de trabajadores europeos que, gracias al teletrabajo, perciben salarios más altos mientras residen en España. “Los extranjeros que cobran un salario europeo mientras teletrabajan en España no nos benefician nada a los españoles”, señalan. Este factor ha contribuido al encarecimiento del mercado inmobiliario en ciudades como Barcelona y Madrid, impulsando a muchos residentes a plantearse mudarse a zonas periféricas ante la imposibilidad de asumir los precios actuales.