Una camarera recibe un billete de lotería como propina y gana 6 millones de euros: fue el inicio de un infierno judicial que terminó con un secuestro

Cuatro compañeros de trabajo presentaron una demanda contra ella, alegando la existencia de un acuerdo verbal entre los empleados para repartir el dinero

Guardar
Propinas.
Propinas.

Una camarera de Alabama, Estados Unidos, experimentó en 1999 un cambio radical en su vida cuando un cliente habitual del restaurante Waffle House le entregó como propina un billete de lotería. Lo que parecía un gesto común se transformó en un premio millonario de 10 millones de dólares (cerca de 6 millones de euros), desencadenando una serie de conflictos legales, fiscales y personales que marcaron su destino.

El origen de esta historia se sitúa en un turno ordinario de Tonda Dickerson, quien atendía mesas en el restaurante. Edward Seward, cliente frecuente, solía agradecer a los empleados con billetes de lotería y, según los testimonios recogidos por a prensa local, había bromeado sobre la posibilidad de compartir el premio si alguno resultaba ganador. Días después de recibir el billete, Tonda descubrió que había sido agraciada con el premio millonario, una noticia que se difundió rápidamente entre el personal del local.

La euforia inicial pronto se vio opacada por la controversia. Cuatro compañeros de trabajo presentaron una demanda contra Tonda, alegando la existencia de un acuerdo verbal entre los empleados para repartirse cualquier premio obtenido de esas propinas. El caso llegó a los tribunales de Alabama, donde en primera instancia se reconoció parcialmente la petición de los demandantes, al considerar que, si el billete era una propina, el monto debía dividirse. Sin embargo, Tonda apeló ante la Corte Suprema estatal, que finalmente falló a su favor. El tribunal determinó que un billete de lotería no podía considerarse una propina convencional y que no existía prueba concreta de un acuerdo formal de reparto, permitiendo así que Tonda conservara la totalidad del premio.

La notoriedad del caso distanció a Tonda de sus antiguos compañeros y la expuso a una atención mediática intensa. La situación se complicó aún más cuando Edward Seward, el cliente que le había entregado el billete, interpuso su propia demanda. Alegó que Tonda le había prometido comprarle un camión si resultaba ganadora, acusándola de incumplir un acuerdo verbal. Una vez más, la justicia respaldó a la camarera, al considerar que el billete había sido entregado como propina y que no existía obligación contractual alguna.

Este es el dinero que se queda Hacienda de los décimos de la Lotería del Niño.

Acusaciones de fraude y víctima de un secuestro

No obstante, los desafíos legales continuaron. Tras recibir el premio, Tonda transfirió el dinero a una empresa familiar, con el objetivo de evitar impuestos sobre donaciones y administrar mejor sus ganancias. Esta maniobra atrajo la atención de la Agencia Tributaria de Estados Unidos (IRS), que inició un proceso por presunto fraude fiscal. Como resultado, Tonda tuvo que abonar más de 1 millón de dólares en impuestos y sanciones.

El impacto de la fama y el dinero alcanzó un punto crítico cuando, pocos años después del premio, Tonda fue víctima de un secuestro perpetrado por su exmarido, Stacy Martin, quien exigía una parte del dinero. Durante el incidente, logró defenderse y disparó a Martin en el pecho, acto que fue considerado de legítima defensa. El exmarido sobrevivió y recibió una breve condena de prisión.

A pesar de su nueva situación económica, Tonda decidió regresar al mundo laboral, trabajando como crupier de blackjack y póker en un casino, con el objetivo de mantener una rutina estable y alejada de la exposición mediática. En la actualidad, lleva una vida reservada y evita el contacto con los medios.