Escándalo en el Museo de Cera de Madrid: un artista cuela a Netanyahu como Chucky, Milei con cuerpo de perro y Ayuso y Almeida convertidos en ratas en una acción clandestina

El artista defiende su derecho a “burlarse de las nuevas derechas” mientras el Museo se desvincula de la puesta en escena

Guardar
Un artista cuela figuras satíricas
Un artista cuela figuras satíricas en el Museo de Cera de Madrid. (Imagen Composición Infobae)

La irrupción el pasado jueves de varias esculturas satíricas en el Museo de Cera de Madrid ha desatado la polémica sobre los límites del arte crítico y la intervención política en espacios culturales.

Durante apenas 20 minutos, el artista chileno Nicolás Miranda instaló en la sala que recrea el Despacho Oval una escena diseñada para provocar y denunciar lo que considera la deriva de las derechas occidentales ante los conflictos globales.

El autor definió su intervención como “un retablo de la decadencia occidental contemporánea, protagonizado por personajes de una ultraderecha, que contemplan pasivamente los refugios fotográficos y audiovisuales del genocidio en Gaza, Palestina”, según escribió en sus redes sociales.

Ratones, un perro y Chucky bajo la mirada de Trump

Miranda colocó tres figuras de ratones con las caras de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el líder de Vox, Santiago Abascal, acompañadas de un perro con el rostro del presidente de Argentina, Javier Milei.

A su lado, situó una figura del muñeco diabólico Chucky con el rostro del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Todos ellos fueron ubicados a los pies de las figuras oficiales de Donald Trump y su mujer, Melania Trump.

La escena quedó registrada en fotografías y vídeos antes de ser desmontada y retirada sin que el personal del museo advirtiera la intervención.

“Yo trabajo el arte de acción y el arte contextual, que tienen que ver con leer situaciones ya dadas, en este caso la escena que hay en el museo, y mezclarlas con situaciones a nivel global, como es el genocidio en Gaza”, explicó Miranda a EFE.

Despacho Oval del Museo de
Despacho Oval del Museo de Cera. (Imagen: X/@ArteYAnarquia)

“Tocar los cojones” como estrategia artística

La obra, titulada Child’s Play, buscaba denunciar “la decadencia política occidental” y “burlarse de las nuevas derechas”, según los impulsores. El artista chileno fue explícito sobre sus intenciones provocadoras: “A mí me interesa el lenguaje y, siendo sincero, tocar los cojones”.

Además, Miranda deseaba evitar el panfleto y construir “un retablo de ultraderecha” que mostrara “la paradoja” y “las contradicciones del sistema”, según señaló el artista.

A pesar de la tardía intervención del personal, el proceso fue planificado con antelación. “Fueron varias veces en el último año, ubicaron las cámaras, los momentos con menos gente, y la logística para meter las figuras hechas con una estructura metálica con masa de modelar y pintadas al óleo”.

La escena estuvo abierta al público entre 20 y 30 minutos antes de ser desmontada.

El Museo se lava las manos

La respuesta del Museo de Cera fue inmediata. En un comunicado, afirmó que Miranda “actuó sin consentimiento ni coordinación con nuestra institución” y recordó que las piezas “no son propiedad ni fueron creadas” por el centro.

El museo insistió en que “no avala ni se hace responsable del contenido simbólico o político de la obra”, y defendió una línea expositiva “centrada en figuras históricas, culturales y del entretenimiento, sin vinculación con manifestaciones partidistas, satíricas o controversias geopolíticas”.

“Queremos reiterar nuestro compromiso de ofrecer un espacio cultural respetuoso y libre de contenidos no consensuados. Rechazamos cualquier utilización de nuestras instalaciones para fines ajenos a los establecidos en nuestra misión institucional”, concluía el texto.

La figura de la Princesa Leonor ya está en el Museo de Cera de Madrid.

Un historial de intervenciones polémicas

No es la primera acción disruptiva de Miranda en Madrid. En 2023, colocó en la Puerta del Sol una escultura del rey emérito Juan Carlos I apuntando con una escopeta a la estatua de El Oso y el Madroño, una sátira sobre su afición a la caza.

Entonces como ahora, el artista reivindicó su derecho a cuestionar símbolos oficiales desde una estética provocadora y efímera.