
Ahorrar es un consejo universal. Desde que somos pequeños, se nos ha inculcado que lo mejor es separar parte del dinero que tenemos, ya sea por la paga o por nuestro sueldo, y guardarlo para el futuro. Y hay quienes no solo consiguen ahorrar más que el resto, sino que convierten ese empeño y esfuerzo en una filosofía de vida.
Entre ellos, destaca Jonathan Clements, columnista de finanzas personales y divulgador de las ventajas de la austeridad, que dejó una huella imborrable en sus miles de lectores. Clements, que ha fallecido recientemente a los 62 años, fue autor de más de 1.000 columnas en The Wall Street Journal, y se le reconoce por la claridad de su mensaje, siempre orientado a que el ahorro se convirtiera en una costumbre fundamental al alcance de cualquier persona.
“Seguir tu pasión está sobrevalorado, al menos cuando se es joven”
Los textos de Clements se caracterizaban por su tono irónico y preciso, especialmente ante quienes sucumbían a las tendencias pasajeras del mercado bursátil. Su visión sobre el ahorro, la inversión y las decisiones vitales se plasmó tanto en sus columnas como en sus libros, donde introducía ideas relevantes que han guiado a miles de personas en la gestión de sus finanzas y en su aproximación a la vida laboral y la jubilación.
Desde The New York Times han recopilado su legado, y uno de los consejos más importantes del columnista se dirigía especialmente a las personas jóvenes: “Seguir tu pasión está sobrevalorado, al menos cuando se es joven”, escribía en 2016. Clements argumentaba que los recién llegados al mercado laboral debían centrarse primero en “ganar y ahorrar dinero”, y posponer la búsqueda de la vocación hasta más adelante.
“La suposición de que es mejor perseguir tus pasiones a los 20 años que a los 50 es una tontería”, insistía. Su visión, según el medio estadounidense, se basaba en que, primero, había que ordenar las prioridades. Y quienes logran una base financiera sólida al principio de su vida profesional, son los que, después, pueden dedicar la última parte de su carrera a aquello con lo que realmente disfruten, sin la presión constante del dinero.
Para Clements, esta estrategia no solo favorece la libertad personal a largo plazo, sino que amplía las opciones para enfrentar imprevistos o cambios en el mercado laboral.
“Ganar no lo es todo, pero no perder es realmente importante”
Profundizando en la gestión de los riesgos y en la protección del patrimonio, Clements defendía la importancia de reducir al máximo las pérdidas innecesarias: para él, era fundamental obtener buenos rendimientos, pero también protegerse frente a comisiones abusivas, inversiones opacas o seguros inadecuados.
“Ganar no lo es todo, pero no perder es realmente importante”, resumía. Insistía en que muchos inversores subestiman los costes reales de los productos financieros, como los fondos con comisiones elevadas o los servicios de asesoría poco transparentes.
El columnista también advertía sobre los riesgos de tener carteras con una alta exposición a la renta variable. Ante cada caída del mercado, el miedo puede conducir a tomar decisiones precipitadas, cristalizando pérdidas difíciles de recuperar. “Evita pagar de más y elige productos claros, diversificados y de bajo coste”, aconsejaba reiteradamente.
“No estamos hechos para el ocio ni para relajarnos. Estamos hechos para esforzarnos”
Otro de los pilares de la filosofía de Clements era aprovechar los instrumentos fiscales existentes para fomentar el ahorro. “El código tributario favorece a los ahorradores”, escribió en uno de sus libros. Entre sus consejos, incluía aprovechar las deducciones y la capitalización a largo plazo para que, a lo largo de los años, “el dinero acumulado pueda retirarse sin peajes fiscales significativos” para gastos clave como la jubilación o la salud.

Y, además de la estricta racionalidad financiera, Clements era partidario de tener una actitud vital activa. Invitaba a buscar experiencias y rodearse de personas estimulantes: “¿Quieres disfrutar más de la vida? Deja el mando a distancia y haz algo en lo que seas un participante, no un observador”, escribió en From Here to Financial Happiness. Para él, la felicidad no residía en el ocio sin fin, sino en el compromiso, el aprendizaje y la mejora constante, incluso tras la jubilación.
En sus palabras, “no estamos hechos para el ocio ni para relajarnos. Más bien, estamos hechos para esforzarnos”. Sostuvo que después de retirarse, las personas deben seguir persiguiendo retos y actividades que mantenga viva la sensación de progreso y propósito, aunque ya no dependa de una nómina.
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