Cada vez son más frecuentes las aplicaciones religiosas: “Si hay alguien que no debería ser representado por un avatar, el Papa está en el primer lugar de la lista”

Estas aplicaciones móviles están generadas por Inteligencia Artificial, y proponen representaciones de deidades que contestan a las preguntas de los creyentes

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Persona haciendo foto a una
Persona haciendo foto a una cruz. (REUTERS)

La inteligencia artificial ha irrumpido con fuerza en el ámbito religioso, transformando la manera en que millones de personas interactúan con su fe. En los últimos años, se ha producido una auténtica explosión global de aplicaciones religiosas impulsadas por IA, muchas de las cuales permiten a los usuarios “hablar” directamente con representaciones de deidades, acceder a oraciones personalizadas y recibir consejos espirituales guiados por algoritmos.

Uno de los casos más destacados es el de Hallow, una aplicación católica que en febrero de 2024 se convirtió en la más descargada del mundo, superando a gigantes como Instagram, TikTok y Netflix. En 2025, Hallow alcanzó los 23 millones de descargas y se consolidó como socia oficial del Jubileo, un evento de gran relevancia para la Iglesia Católica. Su éxito refleja un cambio de paradigma: cada vez más personas acuden a la inteligencia artificial para encontrar respuestas espirituales, especialmente aquellas que se han alejado de los espacios religiosos tradicionales.

Alex Jones, cofundador de Hallow, ha subrayado que el propósito de la aplicación es “ayudar al mayor número posible de personas”, particularmente a quienes se sienten desconectados de su fe. Uno de sus usuarios declaró: “He sido católico desde mi nacimiento, y ningún recurso ha transformado mi vida de oración como Hallow”.

Persona sujetando móvil y Rosario.
Persona sujetando móvil y Rosario. REUTERS/Ciro De Luca

Hallow no es una excepción. En Italia, medios locales destacan el crecimiento de plataformas como ChatwithGod.ai, que permite a los usuarios entablar conversaciones simuladas con diversas figuras religiosas, desde el Dios cristiano o judío, hasta Buda o Mahoma. Estas aplicaciones abordan temas como el futuro, la familia, las finanzas o incluso la política, ampliando el papel tradicional de la religión hacia una dimensión más interactiva y personalizada. Algunas incluso ofrecen versiones virtuales del sacramento de la confesión, lo que ha generado fuertes debates éticos y religiosos.

El escepticismo del Papa León XIV

A pesar del entusiasmo que rodea estas innovaciones, la reacción desde el Vaticano ha sido cautelosa. El Papa León XIV expresó públicamente su escepticismo, afirmando que “será muy difícil descubrir la presencia de Dios en la inteligencia artificial”. Rechazó tajantemente la posibilidad de crear un “Papa artificial” y advirtió: “Si hay alguien que no debería ser representado por un avatar, yo diría que el Papa está en el primer lugar de la lista”.

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El papa León XIV hace un gesto a su llegada a su audiencia semanal, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el 1 de octubre de 2025. (AP Foto/Gregorio Borgia)

El debate también ha llegado al ámbito académico. Don Luca Peyron, referente de la Pastoral de Cultura Tecnocientífica de la Arquidiócesis de Turín y profesor en la Universidad Católica de Milán, alertó sobre los riesgos psicológicos y espirituales de estas herramientas. Según él, recurrir a una máquina para establecer un vínculo espiritual puede generar “un cortocircuito psicológico y espiritual”, especialmente en personas emocionalmente frágiles. “La fe es el encuentro con una persona, que es la persona de Cristo, a través de alguien que ya ha tenido ese encuentro. Conocer a alguien a través de una máquina no puede funcionar”, añadió.

En Rumanía, donde seis de cada diez ciudadanos ya utilizan IA a diario, también se están planteando interrogantes similares. El antropólogo Alexandru Bălășescu subrayó que, en muchos casos, la ética de la inteligencia artificial sigue siendo la del lucro, lo cual podría desvirtuar su uso en contextos espirituales.

La expansión de estas aplicaciones plantea una pregunta central: ¿puede la inteligencia artificial sustituir o complementar la experiencia espiritual humana? Si bien la IA abre nuevas posibilidades para explorar la fe, también genera profundas dudas sobre la autenticidad de la vivencia religiosa y los límites de la relación entre el hombre y la máquina en este terreno tan íntimo.