La policía francesa descubre 200 kilos de cannabis en un camión procedente de España: multa de más de dos millones de euros y cuatro años de cárcel

Se trata de una de las multas más severas impuestas recientemente por la justicia francesa en materia tráfico de drogas

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Imagen de archivo de un
Imagen de archivo de un cambión. (EFE/EPA/VICKIE FLORES)

El hallazgo de más de 200 kilogramos de cannabis ocultos entre palets de estanterías de acero inoxidable, en un camión procedente de España y con destino a Alemania, ha derivado en una de las sentencias más severas dictadas recientemente por la justicia francesa en materia de tráfico de drogas.

El conductor, quien además es el propietario de la empresa de transporte involucrada, ha sido condenado a cuatro años de prisión, de los cuales la mitad deberá cumplirlos de manera efectiva, y a una multa de 2.080.000 euros.

Según el medio francés L’Independent, el operativo se desarrolló el pasado 27 de septiembre, cuando las autoridades francesas detuvieron el vehículo en el peaje de la localidad de Le Boulou. Durante la inspección inicial, los agentes detectaron una irregularidad: el sello de seguridad colocado en la puerta del camión no coincidía con la información consignada en la carta de porte.

Esta discrepancia motivó una revisión más exhaustiva, en la que la intervención de un perro especializado en la detección de estupefacientes resultó determinante. El animal mostró una reacción inmediata ante el camión, lo que llevó a los agentes a descubrir 208 kilogramos de polen de cannabis ocultos entre la carga.

La Guardia Civil desarticula un sofisticado laboratorio de cannabis.

El acusado, de nacionalidad neerlandesa, intentó desvincularse de los hechos durante el juicio. Sostuvo que "desconocía la presencia de la droga" en su vehículo y explicó que, tras realizar una entrega en Portugal, había buscado una carga de retorno en Barcelona a través de una plataforma en línea, con el objetivo de optimizar el viaje de regreso.

Según su testimonio, recogido por L’Independent, no presenció el proceso de carga en la capital catalana. Cuando la presidenta del tribunal le preguntó por qué no había supervisado la operación, el empresario respondió: “No tenía derecho a hacerlo”.

La magistrada cuestionó la falta de precaución, especialmente tratándose de la primera vez que trabajaba con esa empresa, y le preguntó si no le había resultado sospechoso no poder verificar la mercancía. El acusado replicó: “Gano muy bien la vida, tengo una familia, ¿por qué habría de correr semejantes riesgos?”.

Incoherencias en el testimonio del transportista

Durante la audiencia, la fiscalía presentó elementos que contradecían la versión del transportista. Se mencionaron deudas fiscales significativas y la existencia de mensajes en su teléfono móvil que contenían amenazas en caso de impago, así como referencias a pedidos de estupefacientes. Ante estos señalamientos, el acusado argumentó que se trataba de un conductor que solicitaba un adelanto y que, en lo relativo al cannabis, su legalidad en los Países Bajos justificaba las conversaciones.

La presidenta del tribunal puso en duda la solidez financiera de la empresa, aludiendo a la deuda con la administración tributaria y a las inconsistencias en las declaraciones sobre la fecha de salida del viaje. También cuestionó la explicación sobre un segundo teléfono móvil, supuestamente de uso empresarial, en el que no figuraba ni siquiera el contacto de la sede de la compañía.La fiscal, al exponer su alegato, subrayó la existencia de “una larga serie de incoherencias” y solicitó una pena de cuatro años de prisión. Finalmente, el tribunal dictó una condena de cuatro años de cárcel, con la mitad de la pena en suspenso, y una multa millonaria que ya sienta un precedente.