Lo que puedes hacer con tu nevera para pagar menos en la factura de la luz durante todo el invierno

En un contexto en el que el coste de la electricidad se ha disparado, este sencillo truco puede ayudar a ahorrar en energía

Guardar
Un frigorífico. (Europa Press)
Un frigorífico. (Europa Press)

Con la llegada progresiva del frío, muchas personas empiezan a preguntarse cómo mantener el calor en casa sin tener que depender en exceso de la calefacción. No es solo una cuestión de confort: en un contexto social donde la factura de la luz se ha disparado en los últimos años, cada pequeño gesto para reducir el consumo energético cuenta. Por ello, cada vez son más los que buscan fórmulas alternativas que les permitan atravesar el invierno con menos gasto y mayor eficiencia.

Algunos optan por encender calefactores eléctricos, otros ponen el foco en eliminar corrientes de aire que enfrían la vivienda, y también están quienes apuestan por lo más sencillo y económico: reforzar su ropa de abrigo dentro del hogar, añadir mantas al sofá o incluso aislar mejor las ventanas. Son medidas habituales y de eficacia inmediata. Sin embargo, lo que pocos saben es que existe un pequeño truco que, si se pone en práctica a tiempo, puede marcar una gran diferencia durante toda la temporada invernal.

Una pareja disfrutando del calor
Una pareja disfrutando del calor de su hogar llegado el frío. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Así lo señala el medio digital francés 20 Minutes, que pone sobre la mesa una idea muy sencilla que todos podemos implementar en nuestro día a día. La clave no siempre está en los radiadores ni en el salón donde pasamos más horas, sino en un espacio inesperado de la casa que casi nadie asocia con el frío: la cocina. Más en concreto, detrás de la puerta del frigorífico.

El frigorífico representa el 30% del gasto en energía

20 Minutes explica que, tal vez, la respuesta al ahorro, no se encuentre tanto en prevenir el uso de los sistemas de calefacción, sino en identificar qué electrodomésticos de nuestros hogares gastan más energía. Y según los datos compartidos por el medio, el frigorífico representa el 30% del gasto en energía de una vivienda. El frío exterior también afecta al funcionamiento de los refrigeradores, haciendo que los motores eléctricos se sobrecarguen. Por ello, es importante un mantenimiento exhaustivo. Además, esto permitirá ahorrar dinero, mejorando la eficiencia de la nevera.

Una revisión exhaustiva de nuestro
Una revisión exhaustiva de nuestro frigorífico durante el mes de octubre puede marcar la diferencia en la factura del consumo energético durante los meses siguientes. (Adobe Stock)

Antes de que llegue el invierno, un gesto tan simple como descongelar y limpiar el frigorífico puede convertirse en un aliado para reducir la factura de la luz. Hacerlo en octubre es estratégico: el calor del verano ya no lo sobrecarga y el hielo aún no ha tenido tiempo de acumularse. Conviene no olvidar que las capas de escarcha aumentan el consumo energético en torno a un 10%.

El verdadero punto crítico, sin embargo, está en la parte trasera. Las rejillas son el sistema respiratorio del aparato. Si están cubiertas de polvo o grasa, el motor trabaja más y gasta más electricidad. Una limpieza rápida puede traducirse en un ahorro económico considerable durante la temporada invernal. No requiere esfuerzo extra: es suficiente descongelar, limpiar el interior con vinagre y agua tibia, y pasar un paño o aspiradora por las rejillas. Pequeños gestos como este no solo alargan la vida útil del frigorífico, sino que también marcan la diferencia en la eficiencia energética del hogar.

Edesur creó este informe sobre la eficiencia de distintos artefactos eléctricos

Tras la limpieza, es fundamental reajustar la temperatura para optimizar el consumo eléctrico. Un frigorífico demasiado frío gasta más de lo necesario. Lo ideal es mantenerlo en +4 °C y el congelador en -18 °C. Esto puede comprobarse fácilmente con el termostato o, mejor aún, colocando un termómetro en la rejilla central.

La manera de organizar los alimentos también influye. Los productos más delicados (carne, pescado, lácteos) deben ir en la parte inferior, donde hace más frío; los estantes superiores son más adecuados para huevos, mantequilla o sobras. Además, un frigorífico con estantes llenos, pero no abarrotados, conserva mejor la temperatura y evita que la puerta permanezca abierta demasiado tiempo. Asimismo, conviene evitar errores frecuentes que encarecen la factura sin que lo notemos: no cerrar bien la puerta, guardar platos calientes directamente (lo que obliga al motor a trabajar más) y colocar el frigorífico demasiado cerca de una fuente de calor, dificultando la ventilación de las rejillas.

En definitiva, con pequeños gestos —desde la limpieza y el ajuste de temperatura hasta una correcta colocación de los alimentos— es posible mejorar la eficiencia del frigorífico, prolongando su vida útil y reduciendo el gasto energético durante todo el invierno.