
María, una joven española que reside en Francia, ha publicado en su cuenta de unTikTok (@mariadpv_) un vídeo en el que cuenta cómo son los supermercados franceses. “¿Sabías que las magdalenas aquí en Francia son totalmente distintas a las que conocemos en España?” comenta inicialmente.
Si pensamos en una magdalena seguro que tenemos una imagen muy clara en nuestra mente. Pero, al pasar las fronteras, las diferencias culturales llegan incluso a los productos básicos de la compra. “En Francia, la forma de la magdalena es como una concha. Prefiero las nuestras, estas son muchas más pequeñas.”
Al continuar con el vídeo, la joven se percata de la multitud de opciones de magdalenas que estaban a su disposición y aún no había visto. Diferentes formas, sabores, marcas... para un solo producto. Los supermercados franceses, en su mayoría, implican enfrentarse a estantes repletos de opciones que no siempre disponen los supermercados españoles. “Me quedo con la grandeza de España, pero las opciones aquí son una locura”, comenta María.
Esto abre un debate sobre si existen más diferencias entre España y su país vecino a la hora de hacer la compra. ¿Son los precios, los productos, la distribución o el embalaje lo que más llama la atención?
España vs Francia: cómo cambia ir al súper
En España, la compra se hace generalmente en cadenas nacionales de supermercados, lideradas por Mercadona, Carrefour, Lidl y Eroski, y siendo Mercadona la más valorada por el consumidor. En cambio, en Francia no ocurre lo mismo. Lo más común es la presencia de hipermercados, como Auchan o E. Leclerc, valorando menos que los españoles el formato de marca blanca. Esto es una diferencia clave en cuanto a la estructura del mercado de ambos países, pero también afecta a la preferencia que tiene la población en consumir productos propios de un supermercado o marcas más globalizadas.
Otras diferencias interesantes son las relativas a lo económico. La compra francesa se posiciona como la más costosa frente a la compra española, según una reciente comparativa de El confidencial. Por ejemplo, productos como el pan, la leche, el arroz o la pasta, no sufren muchas modificaciones en ambos países. Sin embargo, ejemplos como las pechugas de pollo o el aceite de oliva si tienen notables diferencias en su coste. En Francia, el kilo de pechuga está a 15 euros aproximadamente frente a los 7 euros en España. El aceite de oliva, por su parte, está a 6 euros aproximadamente en España y a 9 euros en Francia. Sin embargo, hay factores que matizan esta comparación. España atraviesa un periodo de alta inflación, que sumado a unos sueldos franceses superiores significaría una mayor facilidad económica en Francia para llenar la cesta.
El contraste entre ambos países no solo sorprende por el precio o la variedad. Otros factores, como la disposición de los productos o la forma en la que se organizan los supermercados, se comentan con humor por muchos españoles. Es una magnífica manera de percatarse de la riqueza y diversidad cultural que cada país ofrece.
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