Laure supo a los 34 años que nació gracias a una donación de semen y ahora está más unida a su familia: “Hay muchas personas como yo que no lo saben”

Ilustradora, acaba de publicar una obra en la que cuenta el después de esa noticia. Su padre, enfermo de cáncer, había perdido la fertilidad

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La ilustradora Laure Barrière.
La ilustradora Laure Barrière.

Laure Barrière es ilustradora y autora de un cómic, La meuf en paillettes (La chica con lentejuelas), desde hace unos días ya disponible en las librerías en Francia. En esta obra desvela algo más que su progresión y se ha servido de esta forma de expresión artística para contar algo muy personal pero no exclusivo, sino cotidiano, pero todavía poco abordado. Con esta publicación, Barrière quiere que se hable con naturalidad de una circunstancia que hasta los 34 años no conoció sobre sí misma, sobre su origen, sobre su familia, y que sabe ocurre a más personas. El debate es tan complejo como interesante.

Hoy, con 41 años, relata en La meuf en paillettes las consecuencias de su descubrimiento. Fue en 2018, en la casa familiar, junto a sus dos hermanos. Su padre había fallecido diez años antes víctima del cáncer. Su madre los reunió para contarles algo. Pensaba Barrière que sería la recurrente charla sobre la herencia, del legado cuando ella ya no estuviera, pero se trataba de algo muy distinto. Les contó que debido al linfoma, la enfermedad que padecía su padre, afectó a su fertilidad, y que tanto Laure como su hermano menor habían sido concebidos gracias a una donación anónima de semen.

“Fue una explosión”

“Tengo la impresión de haber vivido la historia de una película”, cuenta la protagonista al medio 20 Minutes. La revelación trastocó su cabeza: “Estaba dividida entre el hecho de que no cambiaba nada porque yo seguía siendo la misma y el hecho de que lo cambiaba todo, toda mi historia y parte de mi identidad”, explica. Define las horas y días posteriores al anuncio como una “explosión”. La meuf en paillettes habla del después. Aporta el mencionado periódico que al término de 2024, últimos datos disponibles, más de 10.000 francesas estaban en lista de espera para ser madres de esta manera.

'La meuf en paillettes', de
'La meuf en paillettes', de Laure Barrière.

Laure se hizo ilustradora porque le encantaba dibujar de pequeña. Recuerda que su padre le decía que eso le venía de familia. Cuando se enteró de que no compartía ningún gen con él, empezó a reflexionar sobre qué es lo que se transmite y de qué forma, qué es innato y qué es adquirido. Encontró la respuesta: “No nos transmitió su genética, pero sí muchas otras cosas. Me hizo darme cuenta de que nuestra historia no está escrita de antemano, ni en nuestros genes ni en nuestro ADN”. Además, lejos de haber creado alguna fisura en la convivencia, no ha hecho sino fortalecerla.

El papel de la madre

“Nos juntamos varias veces los tres, sin parejas ni hijos, para hablarlo. Atravesamos esto juntos, como cuando nuestro padre atravesaba el cáncer. Nuestra historia cambia, pero no nuestra relación”, cuenta Laure a 20 Minutes.

Un punto de vista muy sensible es el de la madre, ese debate interno de si abordarlo con sus hijos o no y si, de hacerlo, cuándo y de qué forma, con la incertidumbre de sus reacciones. Laure comprende a su madre y el vínculo no ha cambiado. “En aquella época se aconsejaba no decir nada a los hijos”, recuerda, así como que su madre ha tenido que pasar por momentos muy duros, acompañando a un marido enfermo al que vio morir, y tener que sacar a tres hijos adelante tras su marcha. “Mi madre -cuenta Laure- tuvo que recorrer un largo camino antes de poder contárnoslo, con la ayuda de un psicólogo”.

La directora de la clínica de reproducción asistida Ginemed Madrid, María José Martínez Cañavate, ha explicado que en la actualidad "la media de pacientes en un centro privado de fertilidad es casi 38-39 años", lo que refleja un significativo retraso en la edad de ser madre, que hace dos décadas se situaba en torno a los 35-36 años. "La incorporación de la mujer en la vida laboral y los nuevos modelos de familia han hecho que vayamos retrasando cada vez más la maternidad", ha señalado.

Saber quién es el donante

Ahora, Laura es madre, y la entiende por eso aún mejor, se pone en su piel: “Como padres, hacemos lo que podemos”. Y zanja: “Mi madre lo hizo bastante bien”.

Laure forma parte ahora de una asociación que congrega a personas que han descubierto esto mismo, no todos ellos de la misma manera. Uno de ellos lo supo ordenando la casa de sus padres tras la muerte de ambos; otra, durante el divorcio de los suyos, en una discusión.

Otra arista es el anonimato de la donación. Es desde 2021 cuando los así nacidos pueden solicitar, una vez cumplan los 18 años, el acceso a datos sobre su donante, como su nombre, situación familiar, estado de salud, motivaciones e incluso una carta dirigida a ellos. Laure ha indagado y mediante ADN llegado a una hermana que también investigaba sobre su progenitor. Sabe quién es, o cómo llegar a él, y se da por satisfecha con esa información que “cierra el círculo”, pero no sabe si quiere conocerlo.