Hallan los restos de un explorador desaparecido hace 66 años en la Antártida y por fin descubren qué le había pasado

El deshielo y los movimientos de los glaciares hicieron que el cuerpo no se encontrará en el lugar donde desapareció

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Un explorador desapareció en la
Un explorador desapareció en la Antártida y 66 años después supieron qué le había pasado. (Imagen Composición Infobae/X: @unumihaimedia)

El misterio que rodeaba la desaparición del meteorólogo británico Dennis “Tink” Bell en 1959 llegó a su fin tras el hallazgo de sus restos y objetos personales en el glaciar Ecology, en la isla Rey Jorge.

El descubrimiento fue posible gracias al deshielo glaciar y al trabajo conjunto de científicos polacos y británicos, y permite a la familia Bell cerrar una herida abierta durante más de seis décadas.

Un hallazgo histórico

El 19 de enero de 2025, exploradores de la Estación Antártica Polaca Henryk Arctowski localizaron más de 200 objetos personales, incluyendo bastones de esquí de bambú, un reloj de pulsera, una lámpara de aceite, recipientes de vidrio para cosméticos y fragmentos de tiendas militares.

Entre ellos, también se hallaron restos óseos que resultaron fundamentales para identificar al desaparecido.

El lugar donde se encontró a Dennis no es el mismo que el lugar donde desapareció. Los glaciares, bajo la influencia de la gravedad, mueven su masa de hielo y, con ella, Dennis realizó su viaje”, explicaron los investigadores polacos.

El British Antarctic Survey (BAS) confirmó que los restos pertenecen a Dennis Bell. Su director, Dame Jane Francis, destacó: “Dennis fue uno de los muchos valientes que contribuyeron a la ciencia temprana y la exploración de la Antártida en condiciones extremadamente duras”.

“Aunque falleció en 1959, su recuerdo perduró entre sus colegas y en el legado de la investigación polar. Este descubrimiento pone fin a un misterio de décadas y nos recuerda las historias humanas arraigadas en la historia de la ciencia antártica”, añadió.

Dennis Bell (izquierda) con sus
Dennis Bell (izquierda) con sus compañeros y los perros que los ayudaron a trabajar en la Antártida. Pleno invierno de 1959 en la Base de la Bahía del Almirantazgo. (BAS/Europa Press)

La tragedia de 1959

Dennis Bell llegó a la isla Rey Jorge en 1958 como meteorólogo de la base británica. El 26 de julio de 1959, en pleno invierno antártico, partió con tres investigadores más para ascender un glaciar y realizar trabajos topográficos.

Bell se adelantó para animar a los perros de trineo, avanzando sin esquís, y cayó en una grieta oculta por la nieve. “Jeff Stokes gritó a las profundidades y Dennis pudo responder. Se agarró a una cuerda que bajaba hacia abajo”, indican los registros del BAS.

“Los perros tiraron de la cuerda y Dennis se agarró al borde del agujero. Pero se había atado la cuerda al cinturón. Al llegar al borde, el cinturón se rompió y volvió a caer. Su amigo volvió a llamar, pero esta vez Dennis no respondió”, concluye.

El accidente dejó una marca imborrable en la familia de Bell. “El chico de los telegramas me dijo: ‘Siento decírselo, pero son malas noticias’. Fue un momento horrible… No hubo cierre. No hubo funeral, no hubo nada. Solo Dennis se fue”, recordó David Bell, hermano de Dennis, a la BBC.

Una persona recordada

Dennis, apodado “Tink”, era conocido por su humor, alegría y dedicación a los perros husky y a la meteorología en condiciones extremas. Su hermano David lo evocó así: “Dennis era una compañía fantástica. Era muy divertido, era el alma de dondequiera que estuviera”.

El archivista del BAS, Ieuan Hopkins, también resaltó: “Es alegre y trabajador, con un travieso sentido del humor y aficionado a las bromas pesadas”.

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Fin del misterio

La identificación formal de los restos se logró mediante un análisis de ADN en el King’s College de Londres, comparado con muestras genéticas de los hermanos de Bell.

Hacía tiempo que había renunciado a encontrar a mi hermano. Es increíble, asombroso. No puedo superarlo. Esto nos ha ayudado a superar la trágica pérdida de nuestro brillante hermano”, expresó David.

Así, el hermano agradeció a los científicos polacos el reencuentro: “Es maravilloso. Dirás que no deberíamos estar emocionados, pero lo estamos. Lo han encontrado, ha vuelto a casa”.