
Cada vez es más evidente que, en España, tener una casa en propiedad es un sueño casi inalcanzable. Aunque siempre se pone el foco en que los jóvenes no pueden acceder a una vivienda digna, no son los únicos afectados: familias, parejas y trabajadores con salarios dentro de la media nacional. Ya no es un problema de grupos sociales, sino que es una brecha general que se amplía cada año. Los sueldos apenas crecen, mientras los precios de la vivienda se disparan, dejando a un número cada vez mayor de personas sin acceso a un hogar propio digno.
Y no es solo una percepción, sino que los datos lo confirman. En los años 80 y 90, era habitual que una familia pudiera adquirir un piso en menos de una década cobrando el salario medio. Sin embargo, en la actualidad, de media, un trabajador tendría que destinar más de 45 años de salario para adquirir un piso, respetando los límites de esfuerzo financiero recomendados, según un informe del sindicato UGT de julio de 2025. Con estas dificultades, el problema de la vivienda ocupa prácticamente el debate social y político, y que afecta a la calidad de vida y a las perspectivas de futuro y de independencia de los españoles.
El precio de la vivienda roza máximos históricos: 2.093,5 euros por metro cuadrado y un crecimiento del 10,4% en un año
La evolución del mercado inmobiliario español muestra una clara tendencia sostenida al alza en el precio de la vivienda, con momentos de especial aceleración en las últimas décadas. De acuerdo con el Observatorio Inmobiliario, el precio medio de la vivienda libre alcanzó los 2.093,5 euros por metro cuadrado en el segundo trimestre de 2025, lo que representa un incremento interanual del 10,4%. Este nivel sitúa al mercado a apenas un 0,3% del máximo histórico registrado durante el boom inmobiliario de 2008. Los precios han subido tanto en la vivienda nueva como en la de segunda mano, impulsada por una demanda sostenida y una oferta limitada.
Así, si nos remontamos a hace 20 años, en 2005, el precio medio del metro cuadrado era de 2.399,5 euros, mientras que, tras la crisis financiera de 2008, descendió hasta los 1.623,5 euros en 2016, según datos de Fotocasa. Desde entonces, los precios han tenido una evolución ascendente. Para ejemplificar el proceso: una casa de unos 100 metros cuadrados en Madrid, que en los años 80 podía costar unos 37.000 euros, tal y como indicaron los datos de la Sociedad de Tasación del Banco de España, hoy puede llegar a costar más de 475.000 euros.
En paralelo al encarecimiento de la vivienda, los salarios también han crecido, pero no lo suficiente. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario medio bruto mensual pasó de 1.878,1 euros en 2016 a 2.086,8 euros en 2021, lo que supuso un aumento del 11,11%. Aunque durante los últimos años la evolución ha sido similar, la perspectiva histórica revela una brecha cada vez mayor. En 1990, el salario medio anual era de casi 14.000 euros; en 1997, superaba los 18.000 euros; en 2023, se situó en 28.049,94 euros y en 2024 alcanzó los 31.698 euros. Sin embargo, este incremento no ha compensado el ritmo de subida de los precios inmobiliarios, especialmente en las grandes ciudades.
Comprar una vivienda en Madrid exige más de 12 años de salario bruto, frente a los 3 años requeridos en los años 80
La relación entre salarios y vivienda se ha ido deteriorando cada vez más, creando una gran desigualdad, sobre todo entre generaciones. En los años 80, cuando una persona podía pagar su casa en 10 años con un solo sueldo, el esfuerzo total equivalía a tres años de salario bruto íntegro. Actualmente, se requieren más de siete años y medio de salario bruto para adquirir una vivienda, y en ciudades como Madrid, la cifra es todavía mayor: más de 12 años (146 meses) de salario bruto total destinaron los madrileños en 2024, de acuerdo con los datos de la Relación de salarios y la compra de vivienda de Fotocasa.
Esta problemática la ha expuesto también el abogado Andrés Millán en uno de los últimos vídeos publicados en su perfil de TikTok, en el que cuenta con 2,5 millones de seguidores. Según la comparativa que él hace, en 1997, un piso de cuatro habitaciones en el barrio madrileño de Chamberí costaba 90.000 euros y podía comprarse en menos de cuatro años de salario medio. En cambio, en 2025, un piso similar supera los 700.000 euros, lo que exige más de 30 años de ingresos medios. Además, el salario mediano, que representa mejor la realidad de la mayoría, es inferior al salario medio, lo que agrava aún más la dificultad del acceso.
El esfuerzo necesario para comprar una vivienda ha pasado de ser asumible, a convertirse en una carga a muy largo plazo. Idealista recuerda que en 1966 los españoles destinaban el 7,38% de sus ingresos a la vivienda, mientras que en 2016 ese porcentaje ascendí al 27,45%. Durante la crisis de 2008, el gasto llegó a superar el 50% de los ingresos familiares debido al alza de los tipos de interés.
Durante los años 60 y 80, una familia media podía adquirir una casa en 15 años, con cuotas manejables y sin necesidad de hipotecas complejas. Hoy, la mayoría de los compradores se ven obligados a afrontar hipotecas de, al menos, 30 años, y el alquiler se ha convertido en la única alternativa para muchos, pese a que tampoco cuenta con precios asequibles: en Madrid y Barcelona los alquileres superan los 1.200 euros mensuales para un piso.
El 85% de los menores de 30 años no logra independizarse y los impuestos por la compra de vivienda pueden superar los 80.000 euros
Son muchos los factores implicados en esta ampliación de la brecha entre salarios y precios de la vivienda. En su vídeo, el abogado Andrés Millán apunta a la carga fiscal como uno de los principales obstáculos actuales: los impuestos asociados a la compra de una vivienda de 700.000 euros pueden superar los 80.000 euros, y la falta de deflactación del IRPF (ajuste por inflación) incrementa la presión sobre los compradores.
El Observatorio Inmobiliario destaca la escasez de oferta y la presión de la demanda como elementos clave en la escalada de precios. Idealista añade que, en décadas pasadas, la mayoría de la población vivía en alquiler, pero la compra era más accesible y no requería hipotecas a largo plazo.

Otras propuestas planteadas como solución inmediata serían el desarrollo de vivienda social y la reutilización de inmuebles desocupados, dar más ayudas directas como subsidios al alquiler, e implantar iniciativas orientadas a facilitar la disponibilidad de suelo urbano y a promover acuerdos entre el sector público y el privado para agilizar nuevas promociones.
No obstante, las consecuencias sociales y económicas de esta situación, que ya se nos ha echado encima, pueden ser profundas e irreparables. La dificultad para acceder a la vivienda ha reducido la independencia de los jóvenes, incrementado el estrés financiero y deteriorado la calidad de vida. Muchas familias viven sin capacidad de ahorro, y algunas endeudadas, mientras que la incertidumbre laboral y el encarecimiento generalizado han contribuido a que la natalidad alcance mínimos históricos. Idealista también recalca que la presión sobre los hogares es cada vez mayor, y el acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los principales retos de la sociedad española.
El impacto de esta situación se refleja, además, en los datos de emancipación: mientras que en los años 80 la mayoría de los adultos jóvenes lograba independizarse, ahora, tal y como recalca el último estudio del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), el 85% de los españoles menores de 30 años no se pueden ir de casa de sus padres.
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