Inmigrantes de segunda generación, los españoles nacidos de extranjeros: el sector de la población donde los hijos sí viven mejor que sus padres

Un estudio de Funcas analiza la evolución socioeconómica de los descendientes de extranjeros latinoamericanos, africanos y europeos del Este respecto a sus progenitores y nativos

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Varios obreros en Madrid. (Ricardo
Varios obreros en Madrid. (Ricardo Rubio/Europa Press)

El mercado laboral español cuenta con cerca de cinco millones de ocupados procedentes del extranjero. La mayoría de ellos se encuentran en sectores esenciales y difíciles de completar con la mano de obra nacional, pues se encargan de ocupaciones menos cualificadas y con condiciones laborales más precarias. Además, conforme pasan los años, los inmigrantes tienden a igualar su probabilidad de estar trabajando con los españoles, pero no en lo que respecta a calidad de empleo, lo que los penaliza aún más que al resto en épocas de recesión económica.

Pese a que por el momento son pocos, los últimos años han visto incorporarse al mercado laboral a los “inmigrantes de segunda generación”. Es decir, jóvenes nacidos en España pero con uno o dos de sus progenitores procedentes del extranjero. Este grupo representaba en 2024 cerca de medio millón de ocupados. Se trata de un caso singular porque, a diferencia de la primera generación, su socialización temprana tiene lugar por completo en España, lo cual les otorga ventajas respecto a sus progenitores, como un mejor conocimiento del contexto social o alargar la vida en el sistema educativo. Estas diferencias deberían hacer que sus resultados socioeconómicos sean muy distintos a los de sus padres extranjeros.

Así, con base en la teoría de la asimilación, se podría afirmar que, aunque a corto plazo los inmigrantes tienden a verse penalizados, sus oportunidades aumentan con el paso del tiempo y la sucesión de las generaciones. Por tanto, cabe esperar que la segunda generación logre mejores resultados que la primera, ya que el estatus migratorio y el origen étnico importan particularmente para las condiciones iniciales. Por otra parte, la teoría de la asimilación segmentada hace énfasis entre las diferencias según el origen étnico de los hijos de inmigrantes. Esta idea defiende la desventaja persistente para subgrupos específicos, debido a que la primera generación se encuentra a su llegada con barreras que pueden marcar tanto sus resultados laborales como los de sus descendientes.

Entre los aspectos más destacados que explican esta mejoría de los descendientes de extranjeros, sobresale que la segunda generación completa su educación obligatoria y, en su caso, postsecundaria en el país de destino. Además, a diferencia de la primera, no sufre problemas como la transferibilidad de su capital humano y, por ello, es más probable que disfrute de mayores rendimientos laborales de las competencias adquiridas en su educación. Sus altas aspiraciones educativas, la fluidez, el dominio del idioma y valores similares a los de los nativos son otras de las diferencias que facilitan su integración en la sociedad y en el mercado laboral.

Los extranjeros en España viven muchos choques culturales cada día.

Los africanos presentan una mayor inactividad que sus progenitores

Respecto a la inactividad laboral, según datos del think thank Funcas, los hombres migrantes de segunda generación con padres latinoamericanos muestran una situación de inactividad muy parecida a la de sus progenitores y sin apenas diferencias con los nativos. Entre los europeos del Este, se observa un leve empeoramiento de la primera a la segunda generación: el riesgo de inactividad de este grupo de migrantes de segunda generación es 4,4% mayor a la de los nativos. Por último, entre los africanos sí se observa un empeoramiento significativo de la participación laboral en el paso de la primera a la segunda generación, pues el riesgo de inactividad respecto a los nativos es un 3,2% mayor.

El estudio muestra también que el caso de las mujeres de la segunda generación es completamente opuesto al de los hombres. Las latinoamericanas apenas se distinguen de las nativas respecto al índice de inactividad. Las mujeres con padres o madres de Europa del Este presentan una probabilidad de desempleo 2,9% mayor a las nativas, cuando en las de primera generación este índice era de 7,2 puntos porcentuales. El dato en las mujeres con padres africanos es mucho más pronunciado. Estas mejoran en 22,5 puntos a sus madres de primera generación, y su riesgo de inactividad es igual al de las mujeres nativas.

Sobre el desempleo, el estudio señala que existen diferencias mínimas entre los varones latinoamericanos de ambas generaciones, y la segunda no presenta diferencias en números de paro con los hombres nativos. Esta mejora en la segunda generación no se produce en los hombres con padres de Europa del Este o África, donde su riesgo de desempleo es mayor en un 5,2% y 7,2%, respectivamente.

En cuanto a las mujeres, el riesgo de estar en paro de las latinoamericanas es menor al de sus progenitoras. Sin embargo, las descendientes de europeas del este sufren un marcado retroceso en términos de desempleo, siendo su riesgo 21,7 puntos mayor al de la primera generación. Por parte de las africanas, las diferencias entre ambas generaciones son mínimas, pero ambas presentan un riesgo de desempleo de más de 15 puntos por encima a las nativas.

Un camarero atiende una mesa
Un camarero atiende una mesa en una terraza en el centro de Madrid. (Eduardo Parra/Europa Press)

Ocupación y trabajos temporales

Los datos respecto a la ocupación muestran una clara mejoría con el cambio generacional. La probabilidad de trabajar en las ocupaciones de menor cualificación, más alta para la primera generación respecto a los nativos, se reduce drásticamente en la segunda, independientemente del origen y el sexo. Así, los latinoamericanos varones mejoran sus índices de ocupación en ocho puntos y las mujeres en 18 puntos. Los descendientes de europeos del Este lo hacen en 13,3 puntos y las mujeres en 9,8. Por último, los africanos mejoran sus estadísticas de ocupación en 14 puntos y las africanas en 5,5 puntos porcentuales.

El estudio también refleja las posibilidades de los trabajadores de tener un empleo temporal, que representa en España la principal forma de trabajo no tradicional desde mediados de los 80. Además, para muchos asalariados con contrato temporal, este acaba convirtiéndose en una suerte de trampa, provocando trayectorias laborales definidas por periodos de empleo y paro que se alternan recurrentemente, sobre todo en algunos grupos de inmigrantes. Entre los hombres, los niveles de temporalidad son muy similares con independencia de la región de origen y no hay diferencias significativas con los nativos. La única excepción es la de los europeos del Este de primera generación, cuyo riesgo de temporalidad es 2,4 puntos más bajo que el de los autóctonos. Entre las mujeres, la segunda generación de latinoamericanas y africanas no muestra casi diferencia con las de primera generación. En cambio, las europeas del Este empeoran levemente.

Las mujeres africanas se adaptan mejor que los hombres

El estudio de Funcas destaca principalmente tres conclusiones. En primer lugar, desde la perspectiva de género, las mujeres de segunda generación se asimilan más rápido con los autóctonos que los hombres. Esta diferencia resalta sobre todo en las mujeres y los hombres descendientes de africanos, ya que ellas mejoran los valores de la primera generación mientras los hombres empeoran sus estadísticas.

Declaraciones de la directora del Departamento de Empleo, Diversidad y Protección Social de CEOE, Rosa Santos, que ha avisado de la pérdida de empleo en microempresas y el menor ritmo de crecimiento del mercado laboral.

La segunda conclusión es que la segunda generación de latinoamericanos es la que mejores resultados alcanza respecto a la primera. Así, las mujeres no presentan ningún retroceso. Por su parte, los hombres lo hacen en dos índices, pero no tienen diferencias significativas respecto a los autóctonos.

La última conclusión, centrada en la ocupación, refleja que la segunda generación, independientemente del sexo y origen, tiene una mayor probabilidad que sus progenitores de salir de la parte baja de la estructura ocupacional. Mientras que la primera generación de inmigrantes no ha podido revertir en tres décadas su “penalización étnica”, sus descendientes sí lo están consiguiendo, al menos en el nivel ocupacional de los trabajadores.

Tras los datos, Funcas plantea la hipótesis de que la segunda generación mejora respecto a la primera por “las estructuras de oportunidad”. En concreto, especifica que la primera accede al empleo de manera más precipitada, en puestos poco regulados e inestables como consecuencia de tener que hacer frente a los gastos inherente al proceso migratorio. Que la segunda generación tenga más apoyo familiar y recursos financieros que la primera les permite un acceso al empleo más pausado y ajustado en lo que se refiere a ocupaciones para las que están cualificados.