Cafeterías para llorar en compañía: un lugar donde la negatividad es bienvenida

La nueva moda en Japón donde compartir lágrimas y deshacerse del estrés y emociones reprimidas de la rutina

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Mujer trabajando en una cafetería.
Mujer trabajando en una cafetería. (Freepik)

No siempre se tiene un lugar adecuado para llorar. A veces, el hogar no es el refugio que se necesita, o simplemente, las lágrimas no logran salir cuando más se las necesita. Es precisamente en esos momentos a los que acudir a las cafeterías para llorar.

Los Crying Café son la nueva tendencia en Japón, según informa el medio italiano Gambero Rosso. Estos espacios están diseñados para que las personas pueden llorar libremente en compañía, en un ambiente seguro y protegido, lejos de miradas ajenas.

En Japón, llorar en público sigue siendo un tabú profundamente arraigado. Por ello, estos cafés emergen como una alternativa empática frente a la represión emocional y el estrés que caracterizan la sociedad nipona. Son espacios que permiten liberar el llanto, desafiando una cultura que valora el autocontrol y la contención emocional por encima de todo.

Entrada permitida solo a la negatividad

En el barrio de Shimokitazawa de Tokio está el Bar Mori Ouchi. En la entrada aparece un cartel donde pone “solo gente negativa”. Inaugurado en 2020, ofrece un espacio íntimo para quienes necesitan desahogarse. El único requisito para entrar es pedir un cóctel. Allí, la negatividad no es reprimida, sino acogida como parte natural de la experiencia humana.

Una mujer llorando. (AdobeStock)
Una mujer llorando. (AdobeStock)

Esta nueva sensibilidad hacia las emociones no se limita al mundo de los bares. En el hotel Mitsui Garden Yotsuya, también en Tokio, se ofrecen salas de llanto exclusivamente para mujeres, disponibles por 60 euros la noche. Llena de comodidades para llorar como pañuelos, antifaces, desmaquillantes, sábanas y, por supuesto, películas y mangas tristes para hacer saltar las lágrimas.

Este fenómeno no se ha quedado solo en Japón. En Madrid, se inauguró en 2021 La Llorería, un espacio temporal que buscaba ofrecer un lugar seguro para hablar de salud mental. Inspirado en uno de los memes más virales de España (“A llorar a la llorería”), el proyecto permitía a los visitantes conversar con psicólogos y acceder a recursos sobre bienestar emocional.

A esta tendencia se suman los cibercafés. Otra peculiaridad japonesa que ha evolucionado más allá de su función original. Estos cafés multifuncionales permiten no solo conectarse a internet, sino también dormir, leer, comer o jugar videojuegos. En una sociedad donde la conexión emocional muchas veces escasea, estos espacios ofrecen una forma alternativa de compañía y cuidado.

Rui-Katsu, terapias para llorar

Rui katsu, que podría traducirse como “la búsqueda de lágrimas”, es una práctica japonesa que consiste en sesiones colectivas de llanto. La iniciativa fue creada en 2013 por Hidefumi Yoshida, quien desarrolló una dinámica grupal orientada a facilitar el desahogo emocional entre personas desconocidas.

Durante estas sesiones, se proponen distintas actividades diseñadas para despertar la empatía y conectar con emociones profundas. Ya sea a través de la proyección de vídeos conmovedores o la narración de historias personales.

Estas terapias para llorar son beneficiosas para la salud. Según un artículo publicado por Harvard Health, “es importante permitirse llorar si se siente la necesidad de hacerlo”, pues es un “mecanismo que nos permite soltar el estrés y el dolor emocional” al liberar oxitocina y endorfinas, aliviando tanto el dolor físico como el mental. Además de confortar, “llorar aumenta el comportamiento de apego, fomentando la cercanía, la empatía y el apoyo de amigos y familiares”.

La relación entre cafés y emociones es algo que también está reflejado en la literatura. A lo largo del tiempo, estos lugares han sido representados como espacios de refugio, encuentro y consuelo. La balada del café triste, de Carson McCullers; En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano; o El café de los corazones rotos, de Penelope Stokes, son solo algunos ejemplos de cómo la narrativa ha convertido al café en un símbolo de intimidad, melancolía y redención.