Lagunas legales, divisiones entre las capitales y desventaja económica y comercial: por qué la UE no pondrá aranceles a China

Donald Trump está dispuesto a presionar a Vladimir Putin para negociar el fin de la guerra de Ucrania, pero solo si la Unión Europea y los aliados de la OTAN castigan con aranceles del 100% a China y la India y dejan de comprar el petróleo ruso. Es muy poco probable que ocurra

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La presidenta de la Comisión
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Consejo Europeo, António Costa; y el primer ministro chino, Xi Jinping. (Europa Press)

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está dispuesto a forzar a que Vladimir Putin se siente en la mesa para el fin de la guerra en Ucrania, pero solo si la Unión Europea y los aliados de la OTAN imponen aranceles del 100% a China y la India y dejan de comprar el petróleo ruso.

Se trata de un nuevo intento del líder estadounidense de acelerar el proceso de paz, después de haberse comprometido al inicio de su mandato, sin éxito, a acabar la guerra “en un día”. Trump sostiene que estos dos países son los principales compradores de petróleo ruso, lo que permite que Moscú siga financiando su esfuerzo bélico.

Pero la UE considera imposible una guerra comercial con estos países. Primero, porque les dejaría en desventaja económica; segundo, por las divisiones entre las capitales; y tercero, por el temor a vulnerar las reglas internacionales. Asimismo, no hay duda de que estas medidas potencialmente perjudicarían a la economía rusa, pero tampoco existen garantías de que detendrán a Rusia de seguir vendiendo su petróleo.

Jacob Kirkegaard, investigador principal en el Petersburg Institute for International Economics (PIIE) con sede en Washington, apunta que la única garantía que hay con esta medida es que China responderá con represalias, al igual que ya hizo cuando Trump empleó la misma arma comercial contra Pekín.

“Cuando se aplican sanciones económicas para castigar a Rusia, siempre tienes que preguntarte si estas sanciones harán más daño a la UE o a Rusia. Y, obviamente, si hacen más daño a la UE, entonces es una mala idea”, afirma en una conversación con Infobae España.

Según datos de la Comisión, en 2024 la UE exportó a China mercancías por valor de 213.200 millones de euros e importó de ese país bienes valorados en 519.000 millones de euros; esto supone un importante déficit comercial de más de 300.000 millones de euros en detrimento de los europeos.

La UE es vulnerable al dominio chino en los materiales críticos

Además de la dependencia de ciertos productos chinos, está la cuestión de los minerales críticos, monopolizados por China y cuya posición de dominio ha sido utilizada por el régimen como “arma comercial” para debilitar a sus competidores.

“Esto es algo que China usó contra Estados Unidos con gran eficacia. Es una táctica probada y no tengo ninguna duda de que lo harían de nuevo. Hasta que nosotros, en Europa, desarrollemos fuentes alternativas de estos minerales críticos, seguiremos siendo muy vulnerables a este tipo de medidas”, señala.

Los nuevos aranceles mínimos del 10% que Estados Unidos ha impuesto a las importaciones globales han entrado en vigor este jueves, 7 de agosto, según la orden ejecutiva firmada por el presidente estadounidense, Donald Trump y difundida la semana pasada por la Casa Blanca. (Fuente: White House/EBS/X/Gobierno India/Europa Press)

Cómo justificar legalmente aranceles adicionales

Trump entiende los aranceles como un arma para conseguir los objetivos de su política exterior. Lo hizo para presionar a los europeos a aceptar un acuerdo arancelario favorable a Estados Unidos, para tratar de evitar las sanciones comunitarias a sus Big Tech, e incluso para detener el juicio al expresidente ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro.

En cambio, la UE interpreta los aranceles como una herramienta comercial para corregir lo que llaman “perturbaciones en el mercado”, como así hizo con el coche eléctrico chino, acusado de competencia desleal al recibir subvenciones ilegales por parte del régimen. Pero incluso en el caso de los aranceles a los productos agrícolas rusos establecidos el pasado mes de junio, la UE justificó la medida para reducir la dependencia respecto de Rusia y Bielorrusia e impulsar la diversificación y la producción nacional.

Al margen de la interpretación, también está la cuestión de si unos aranceles desorbitados adicionales cumplen con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). ¿Aceptaría la OMC automáticamente los aranceles? ¿Y China haría lo propio?

La UE podría argumentar que estos aranceles están relacionados con sanciones debido a la guerra. Kirkegaard admite que habría una larga disputa al respecto, pero, en realidad, ve “posible” que la UE gane un caso así “porque la excepción de seguridad nacional es bastante amplia en las reglas de la OMC”.

Divisiones en las capitales

Y aunque la Comisión aceptase recibir el golpe económico y estuviese dispuesta a asumir el riesgo de incumplir las reglas del comercio, las capitales podrían frenar la medida. Y ya hay antecedentes. Solo hay que echar la vista unos meses atrás, cuando Berlín se opuso a imponer aranceles definitivos al vehículo chino por temor a las represalias de Pekín en su industria automovilística.

Otras capitales, como Madrid, tienen una visión diferente sobre China, a quien ven como un socio potencial. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viajó en abril a Pekín para reforzar las relaciones con el país. Y es que el líder español pretende atraer inversiones chinas a España, aunque, de comenzar una guerra comercial, China podría amenazar con reducir su inversión en la UE, explica el investigador.

Dejar de comprar petróleo ruso

La otra demanda de Trump, dejar de comprar el petróleo ruso, sería coherente, dice Kirkegaard. “Hemos decidido no hacerlo”, en parte por razones políticas (el veto de Hungría y Eslovaquia), y en parte por razones financieras (porque es algo más caro comprar todo el GNL sin Rusia). “Pero eso es algo que podríamos hacer si quisiéramos y no implicaría una guerra comercial con terceros países”.

Y de hecho, la Comisión Europea ha planteado acelerar el calendario para cortar el grifo a la energía rusa, situando enero de 2027 como fecha final al petróleo y el GNL ruso. Esto, obviamente, tendrá que lucharlo con Budapest y Bratislava, y no será fácil.