Una violación a una paciente revela el oscuro historial de un médico de urgencias: dos sicarios, un asesinato fallido y certificados de defunción falsos

Ernesto González Riscos llevaba poco más de un año trabajando en urgencias del Hospital de Santa Caterina de Salt (Girona), pero ahora una denuncia por agresión sexual contra él ha sacado a la luz una turbia trama de crímenes surrealistas donde el médico es tanto víctima como culpable.

Para contar esta historia hay que empezar por los últimos sucesos que revelaron la verdad sobre el pasado del médico González Riscos. La agresión sexual de la que ahora se le acusa tuvo lugar el día 10 de septiembre, cuando la víctima, una mujer de 35 años, fue llevada por sus familiares al centro hospitalario. Se trataba de un caso urgente, pero, tras darle el alta, el agresor se la llevó a su domicilio, donde presuntamente abusó de ella. La paciente se encuentra en una situación vulnerable debido a que está diagnosticada con una enfermedad mental y tiene problemas con el alcohol.

La familia alertó a las autoridades tras un día entero sin saber nada de ella. Durante la tarde del 11 de septiembre, la víctima envió una foto en un portal a más de 50 kilómetros del hospital donde la habían dejado, donde fue encontrada a las 23:50 en estado de embriaguez.

Rápidamente, fue traslada al mismo hospital, donde declaró haber sido agredida sexualmente por el hombre de 66 años que la atendió en urgencias. Recordaba con claridad haberse despertado desnuda en una casa ajena y desconocida, según informa el periódico catalán El Punt Avui.

Fue González Riscos el que la atendió. Y fue él también el que le dio el alta y se trasladó junto a ella a su domicilio en Blanes, donde ocurrió todo. Además de la investigación por agresión sexual que está en curso, el hospital también ha abierto un expediente informativo sin perjuicio de otras medidas o actuaciones que pueda llevar a cabo. El hospital se puso a disposición de la paciente y su familia para todo lo que puedan precisar, informa El País.

Sin embargo, el caso acababa de comenzar: la investigación sobre el presunto culpable de la violación sacó a la luz un pasado de mentiras y violencia que había llevado a González Riscos a tener que fingir su propia muerte y a huir de la Justicia aprovechándose de su cargo como médico forense.

El trabajo de Ernesto Luis González Riscos como médico de Urgencias en el Hospital de Santa Caterina de Salt no era su especialidad, sino que era una ‘solución’ temporal que había encontrado al estar excluido de la bolsa de interinaje para ejercer como médico forense, su oficio original. El motivo: estar condenado a una multa de 3.600 euros por obstrucción de la justicia, específicamente por no haber comparecido a los juicios cuando era forense interno como perito.

Tras esto se le ocurrió una idea que desencadenó en otro delito. Fue acusado de falsedad documental por haber falseado el certificado de defunción de su madre varias veces. Lo presentaba como justificante para ausentarse en los juicios. Entre 2002 y 2003 lo hizo hasta en tres ocasiones, y la última ya nadie le creyó.

La historia no acaba aquí: González Riscos también se vio envuelto, en el pasado, en uno de los casos criminales más surrealistas de Girona. Sobre las 22.00 horas del 8 de octubre de 2009, su mujer, Alicia Pagan, le convenció para que la acompañara a cerrar un negocio y fueron a una zona aislada de Lloret de Mar. A través de un intermediario, la esposa había elaborado un plan para asesinarlo. Contaba con la ayuda de dos sicarios que le esperaban allí. Una vez en el lugar, uno de ellos le disparó cuatro veces en la cabeza con una pistola de escaso calibre. Como no consiguieron matarlo, le pateó y golpeó con una piedra en la cabeza, hasta que él fingió su muerte.

Todos ellos fueron condenados tras estos hechos. A raíz de la detención de Pagan, se inició una investigación contra él, para quien Fiscalía pidió 5 años por un delito de violencia doméstica. Ahora en la actualidad se le suma un delito más tras haber sido acusado de agresión sexual. El caso activó de inmediato el protocolo de delitos contra la libertad sexual y se hizo cargo la Unidad de Investigación (UI) de los Mossos en Girona.