Vox seduce a los jóvenes más que PSOE y PP: la tradición, el discurso identitario y las redes sociales son las claves de su éxito entre ellos

Las encuestas muestran un crecimiento sostenido del partido de Santiago Abascal entre los menores de 35 años, impulsado por el desencanto con los partidos tradicionales

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El presidente de Vox, Santiago
El presidente de Vox, Santiago Abascal. (Carlos Luján/Europa Press)

El Palacio de Vistalegre volvió a convertirse este fin de semana en el epicentro de la ultraderecha española. Santiago Abascal se dio un baño de masas en la convención Europa Viva 25, en un evento que reunió a miles de simpatizantes de Vox y a delegaciones internacionales de la ultraderecha europea y latinoamericana, como la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado; el candidato ultraderechista a la presidencia de Chile, José Antonio Kast; y el expresidente colombiano Álvaro Uribe, que mostraron su apoyo por videoconferencia. La cita no fue solo un despliegue de músculo organizativo: simbolizó también el momento dulce que atraviesa la formación verde, especialmente en su capacidad de seducir a los votantes más jóvenes.

La puesta en escena recordó a los grandes actos de campaña de 2019, cuando Vox irrumpió con fuerza en el Congreso. Pero, a diferencia de entonces, ahora el partido llega con un respaldo juvenil mucho más amplio. Las encuestas coinciden en que buena parte del crecimiento de Vox en los últimos meses procede precisamente de este sector del electorado, hasta el punto de haberse convertido en una de sus bases más sólidas.

La juventud, un motor inesperado

El barómetro de 40dB para El País y la Cadena SER publicado hace apenas unos días sitúa a Vox en un 17,4% de estimación de voto, su mejor dato desde las generales de 2023. Pero lo más significativo no es solo la cifra global, sino la segmentación por edades: el partido avanza con claridad en la franja de 25 a 34 años, mientras que entre los votantes de 18 a 24 se ha consolidado como segunda fuerza en intención directa de voto.

A la vez, los estudios del CIS revelan que el PSOE ha sufrido una sangría especialmente acusada entre los jóvenes. En apenas un año, los socialistas han perdido cinco puntos en la franja de 18 a 24 y más de cuatro en la de 25 a 34. El retroceso se traduce en un terreno fértil para Vox, que ha sabido recoger el descontento.

La brecha de género, que en anteriores ciclos favorecía de manera casi exclusiva a los hombres, también comienza a estrecharse. Datos publicados por El Periódico señalan que el apoyo entre mujeres jóvenes ha crecido hasta siete puntos en un solo año, especialmente en el tramo de 18 a 24. El fenómeno amplía el espectro demográfico del partido y dibuja un horizonte donde Vox no depende únicamente de un electorado masculino.

De ser alternativa a convertirse en opción

Comparar el escenario actual con el de las elecciones de 2023 permite entender la magnitud del cambio. Entonces, Vox logró mantener una representación relevante, pero su atractivo entre los jóvenes era limitado. Hoy, las encuestas no solo apuntan a un repunte nacional, sino a una transformación cualitativa: la conversión de la formación en opción preferente para una parte creciente de la juventud desencantada con PP y PSOE.

Decenas de personas durante el
Decenas de personas durante el acto político de Vox ‘Europa Viva 2025’, en el Palacio de Vistalegre. (Carlos Luján/Europa Press)

El CIS de abril de 2025 ya reflejaba una estimación de voto para Vox del 15,2%, la más alta en tres años. Cuatro meses después, los datos han escalado hasta superar el 17%. La tendencia, más que un repunte coyuntural, parece consolidarse como un cambio estructural. Y lo hace en un contexto en el que el PP pierde atractivo entre jóvenes conservadores, que encuentran en Abascal un discurso más combativo y menos condicionado por la lógica de los pactos.

Identidad y reacción cultural

Uno de los factores más citados por los analistas es el componente identitario del discurso de Vox. La formación ha sabido canalizar el malestar de parte de la juventud ante lo que perciben como imposiciones culturales: políticas de igualdad, memoria democrática, diversidad sexual o inmigración. Según han analizado en artículos académicos la antropóloga Begoña Enguix y el investigador Alexandre Pichel-Vázquez, Vox construye un relato de confrontación directa —“ellos contra nosotros”— que encuentra eco en quienes sienten que su identidad nacional o cultural está en riesgo.

La apelación a valores como la patria, la tradición o la libertad de expresión frente a la “corrección política” genera un marco emocional poderoso. En esa línea, la socióloga Ana Santamarina ha descrito cómo el partido utiliza símbolos de seguridad, nación y barrio para presentarse como la voz de los “ciudadanos comunes”. Y como señala el politólogo Pablo Ortiz Barquero en un artículo académico, la clave del éxito de Vox en Andalucía en 2018 ya estuvo en ofrecer un discurso sobre cuestiones que los partidos tradicionales evitaban abordar por miedo a la polémica.

Comunicación adaptada a las nuevas audiencias

La estrategia comunicativa es otro pilar del crecimiento de Vox. El partido ha entendido que los jóvenes consumen política de manera distinta a generaciones anteriores, a través de redes sociales, vídeos cortos, memes y podcasts, en lugar de seguir debates parlamentarios o entrevistas tradicionales. Según analistas citados por El País, esta apuesta por formatos digitales ha acercado su mensaje a audiencias que rara vez se interesan por los medios convencionales.

No se trata solo de estar presente en internet, sino de un estilo comunicativo muy cuidado: mensajes claros, emocionales y fácilmente viralizables. La profesionalización de su maquinaria digital convierte cada intervención en un espectáculo pensado para multiplicar su impacto en TikTok, Instagram o YouTube. Incluso actos como el celebrado en Vistalegre se conciben como eventos diseñados tanto para los asistentes como para su difusión masiva en redes, reforzando la conexión con el público joven.

El desencanto como caldo de cultivo

A esta estrategia se suma un contexto socioeconómico adverso para la juventud. Precariedad laboral, dificultades para emanciparse, alquileres prohibitivos y sensación de que las élites no escuchan son factores recurrentes en los barómetros del CIS. Vox explota ese malestar con promesas de orden y seguridad, presentándose como alternativa a lo que denomina “la vieja política”.

El líder de Vox, Santiago
El líder de Vox, Santiago Abascal. (A. Pérez Meca/Europa Press)

Mientras el PSOE sufre por la percepción de haber gestionado mal las expectativas juveniles y el PP no logra conectar con un discurso convincente, Vox ofrece respuestas simples que apelan más al sentimiento que al razonamiento detallado. La ecuación resulta atractiva para quienes buscan certezas en un entorno marcado por la incertidumbre.

Legitimación en las grandes citas

El acto de este domingo en Vistalegre ejemplifica cómo Vox utiliza la escenificación para reforzar su narrativa. Miles de asistentes, banderas ondeando y discursos vehementes proyectaron una imagen de fuerza colectiva. Para muchos jóvenes, participar en un evento de estas características no es solo un acto político, sino también una experiencia identitaria y comunitaria.

La presencia de figuras internacionales de la ultraderecha europea añade además un componente de legitimidad global. El mensaje implícito es claro: Vox forma parte de un movimiento internacional en ascenso, lo que refuerza la idea de que su proyecto trasciende las fronteras nacionales.

Brecha de género en transformación

Aunque el voto joven a Vox sigue siendo mayoritariamente masculino, la reducción de la brecha de género es un fenómeno emergente que merece atención. Los últimos datos revelan que cada vez más mujeres jóvenes se identifican con el discurso de Abascal. No se trata de una equiparación total, pero sí de un cambio de tendencia que podría tener consecuencias relevantes a medio plazo.

El partido ha comenzado a modular ciertos mensajes para atraer a este segmento, insistiendo en la defensa de la seguridad y en la crítica a políticas de igualdad que, según su relato, no resuelven los problemas reales de las mujeres. La combinación de identidad nacional, rechazo a la “ideología de género” y apelación a la protección frente a la inseguridad urbana se está revelando efectiva.

Vox quiere que Ayuso examine a los menores migrantes de la cadera y la clavícula para que no mientan sobre su edad.

Un futuro abierto

El éxito de Vistalegre no garantiza un triunfo electoral inmediato, pero sí confirma una tendencia: Vox ya no es solo el partido del enfado coyuntural o de la derecha más dura, sino que se está convirtiendo en una fuerza capaz de movilizar a amplias capas de la juventud.

El desafío de Abascal será consolidar ese apoyo y traducirlo en fidelidad a largo plazo. La juventud es un electorado volátil y sensible a los cambios de contexto. Sin embargo, si Vox logra mantener la conexión con este sector y ampliar su influencia entre las mujeres, podría alterar de forma decisiva el equilibrio de poder en España en los próximos comicios.