El discurso anti-impuestos de los ‘influencers’ alimenta la confusión en redes: “Sus seguidores llegan a considerarlos amigos y no se cuestionan qué es verdad y qué no”

Los creadores de contenido critican cada vez más la presión fiscal en España y algunos se trasladan a países como Andorra para reducir su carga tributaria

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El discurso de los ‘influencers’
El discurso de los ‘influencers’ difumina cada vez más la línea entre entretenimiento, información y opinión. (Montaje Infobae España con imágenes de Canva)

Los influencers influencian cada vez más. Ya no solo se dedican al entretenimiento, haciendo bailes delante de una cámara, recomendando los mejores productos del mercado o jugando a videojuegos en directo. Ahora también expresan su opinión, hablan de actualidad, economía y política, y esto hace que la línea entre entretenimiento, opinión e información esté cada vez más desdibujada. Además, con este cambio de discurso han conseguido marcar la agenda mediática de lo que se habla en internet, y entre los temas más controvertidos y virales está el de los impuestos.

Muchos de ellos han afirmado abiertamente en sus redes sociales, donde cuentan con millones de seguidores, que en España se pagan demasiados impuestos. Algunos hasta han dicho sentirse obligados a irse a vivir a otro país para evitar esa carga fiscal, como por ejemplo a Andorra. Esto ha provocado que se produzca una transformación en la manera en la que se perciben y discuten los temas fiscales y, en ocasiones, genera mucha confusión y desinformación.

Y es que el alcance de los creadores de contenido en la vida diaria es innegable. De media, los españoles nos pasamos más de cuatro horas diarias usando el teléfono, una cifra que se eleva a casi siete horas entre los jóvenes, según un estudio de Rastreator. Gran parte de ese tiempo se dedica a ver redes sociales, donde los influencers se han consolidado como figuras importantes de la transmisión de información, desplazando en muchos casos a los medios tradicionales al promocionarse como canales más cercanos y veraces, y con ello han aumentado los riesgos para la comprensión pública.

“Se presentan como ‘traductores’”

Esto ocurre, en parte, porque la relación entre creadores y seguidores va más allá de la simple transmisión de información. Dámaso Modejar, periodista e investigador de la Universidad Miguel Hernández, explica a Infobae España que los influencers establecen conexiones emocionales unilaterales, conocidas como relaciones parasociales, con sus seguidores. “No es solo que los vean como una fuente de información, sino que en muchos casos llegan a considerarlos amigos”, señala Modejar. Esta cercanía se refuerza a lo largo del tiempo por la interacción directa en emisiones en vivo, donde los seguidores pueden participar, lo que otorga a los mensajes de los creadores un poder de persuasión mayor que el de los medios convencionales.

Vista de un teléfono móvil
Vista de un teléfono móvil en el que se ve la aplicación de TikTok, en una fotografía de archivo. EFE/ Hayoung Jeon

Mientras la confianza en los medios tradicionales disminuye cada vez más, la fe en los creadores de contenido crece. Investigaciones recientes del Reuters Institute Digital News Report muestran que, en varios países, más de la mitad de las personas confían más en los influencers que en los medios de comunicación. Algunos creadores forman parte de ese porcentaje, y por eso “insisten mucho en que los medios de comunicación utilizan un lenguaje que el público a veces no entiende, y ellos se presentan como los ‘traductores’, como ellos dicen”, tal y como recalca el periodista e investigador, añadiendo que “informan de forma mucho más directa y con un mensaje más sencillo, y eso hace que cale mucho más”.

“Esto, en cierto modo, les está dando espacio para que sean ellos quienes marquen la agenda. Y si les interesa un tema en particular, puedan esparcirlo y tener algo más de notoriedad”, aclara Modejar. Sin embargo, esta estrategia también facilita la propagación de información errónea, ya que muchos de estos mensajes se basan en experiencias personales y en información descontextualizada de otras redes sociales.

Uno de los ejemplos más claros de desinformación fiscal es la afirmación, repetida por numerosos influencers, de que más de la mitad del salario de un trabajador se destina a impuestos. Este argumento, resaltado en el informe de Fundación Civismo, Día de la Liberación Fiscal, asegura que se dedican 228 días de trabajo al pago de los impuestos, pero suma diferentes tipos de tributos (como el IRPF y el IVA). “Aunque no se ha podido demostrar, a día de hoy, que esto sea cierto, ese argumento se toma y lo repiten una y otra vez, y ¿hasta qué punto sabemos si eso realmente tiene impacto?”, plantea Modejar.

“No todo lo que dicen es desinformativo”

Asimismo, la viralización de estos mensajes se ve potenciada por la dinámica interna de las redes sociales, donde los creadores se retroalimentan entre sí y los algoritmos favorecen la repetición de contenidos similares. Modejar advierte que “con esto se genera como una rueda en la que, en esas mismas redes sociales, una persona entra dentro de un bucle y es más fácil que acabe llegando y que se repita ese mensaje y se genere una burbuja” en donde se propaga la desinformación.

Aunque el investigador también aclara que “no todo lo que dicen es desinformativo, e incluso pueden tener un ánimo de querer educar o, sobre todo, saber el porqué de las cosas. Pero la realidad es que muchas veces caen en la desinformación”. Aun así, otra característica que beneficia a la desinformación es la defensa férrea que muchas veces tienen las comunidades de seguidores, que creen al creador de contenido sin cuestionarse qué es verdad y qué no, y esto dificulta la labor de los medios y expertos de intentar contrarrestar la desinformación con campañas de alfabetización mediática.

Otra característica que beneficia a
Otra característica que beneficia a la desinformación es la defensa férrea que muchas veces tienen las comunidades de seguidores, que creen al creador de contenido sin cuestionarse qué es verdad y qué no

Desde la perspectiva económica, Raymond Torres, director de coyuntura y economía internacional de Funcas, subraya la importancia de saber distinguir entre impuestos y cotizaciones sociales, otra confusión frecuente en los discursos de los influencers. Torres explica que los impuestos financian servicios públicos esenciales como infraestructuras, sanidad y educación, y reivindica que “es importante mostrar que los impuestos sirven para todo eso”. Mientras, las cotizaciones sociales constituyen “una especie de salario diferido” que garantiza prestaciones como la jubilación o el desempleo. “El impuesto sirve para sostener el Estado de Bienestar, cuyo beneficio es absolutamente colectivo”, afirma Torres, quien también destaca que la desinformación sobre estos conceptos puede erosionar el consenso social en torno a la fiscalidad.

¿Quién tiene la responsabilidad?

En España contamos con una regulación, la Ley General de Comunicación Audiovisual, que incorpora a los influencers en su ámbito de aplicación, regulando aspectos como la publicidad o los derechos humanos. No obstante, esta ley no exige a los creadores de contenido que sus mensajes sean veraces, a diferencia de los medios de comunicación, que sí están obligados a cumplir con principios de objetividad, imparcialidad y veracidad, y pueden ser sancionados si incumplen estos requisitos. Esto permite que los influencers puedan difundir información y, si es falsa, no tengan ningún tipo de represalia, siempre que no vulneren derechos fundamentales.

La responsabilidad de combatir la desinformación recae tanto en la regulación como en la educación mediática. Modejar considera que, aunque se han dado pasos para regular la actividad de los creadores de contenido, aún queda mucho por hacer: “Como mínimo, habría que vigilar los mensajes que se están dando, si son falsos, y que hubiera algún tipo de sanción si se prevé que puede ser un riesgo para la salud e integridad física de alguien”.

“Más allá de eso, creo que es un trabajo un poco de educación”, matiza, añadiendo que se debería “cultivar el sentido crítico” entre los jóvenes, principales consumidores de estos contenidos, para que aprendan a cuestionar y contrastar la información que reciben.

Pedro Sánchez reivindica una fiscalidad justa en pleno debate por la tributación del SMI,

“El impuesto progresivo ha sido una victoria”

Como solución, Raymond Torres también opina que se deberían “denunciar estos bulos” y “aportar respuestas a un cierto desconocimiento”. “Los expertos y organismos oficiales deben seguir informando de la financiación, sobre para qué sirven los impuestos, y también mostrar que con ellos se consiguen cosas”, explica el economista, matizando que también hay “una responsabilidad directa del sistema política”, a la hora de “actualizar los Presupuestos Generales del Estado cada año” y “reiterar la importancia de figuras tan relevantes como son los impuestos y las cotizaciones sociales”.

“No olvidemos que, históricamente, el impuesto progresivo ha sido una victoria de los movimientos sociales, es algo que se corresponde con grandes victorias democráticas. Nuestra propia transición democrática se caracterizó, entre otras cosas, no solamente en la vuelta a instituciones democráticas, sino también la creación de un verdadero sistema fiscal del que carecíamos durante toda la época de la dictadura”, concluye Torres.