Sonia Díaz Rois, experta en gestión emocional: “WhatsApp tiene la capacidad de acercarnos a quien está lejos… pero a veces aleja a quien tenemos cerca"

En muchas ocasiones, comunicarse a través del teléfono móvil puede intensificar conflictos que, en persona, se resolverían con facilidad

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El peligro de las redes
El peligro de las redes sociales a la hora de comunicarse

En la era de la hiperconexión, aplicaciones como WhatsApp han dejado de ser simples herramientas de mensajería para convertirse en parte esencial de nuestra vida diaria. Entre notificaciones, emojis, audios eternos y el famoso doble check azul, esta app no solo facilita el contacto, sino que también ha transformado profundamente la forma en que nos relacionamos. Sin embargo, en ese intento de estar siempre disponibles, también han surgido nuevas tensiones y malentendidos. En muchas ocasiones, lo menos perjudicial podría ser tomarse un tiempo para respirar, pensar y esperar a hablar las cosas en persona; sobre todo cuando es una conversación complicada.

“WhatsApp tiene la capacidad de acercarnos a quien está lejos… pero a veces aleja a quien tenemos cerca. Lo que no nos atrevemos a decir cara a cara lo soltamos sin filtro en un chat. Y lo que en directo pasaría como una sutileza sin importancia, escrito puede acabar en drama”. Así se lo ha explicado Sonia Díaz Rois, coach y mentora especializada en gestión de la ira, a la revista Semana. La experta ha querido compartir cómo una herramienta que debería mejorar la comunicación, consigue en muchos casos, lo contrario.

Uno de los principales problemas, señala la experta, es que al comunicarnos por texto perdemos elementos fundamentales del lenguaje como el tono de voz, los gestos o el contexto emocional. “Hablar en diferido y sin estar presentes multiplica los malentendidos. Cuando no vemos el tono ni el gesto, rellenamos los huecos con nuestras suposiciones… y casi siempre tiramos a lo negativo. Un ‘vale’ neutro puede sonar a enfado, y un silencio a desprecio”.

Malinterpretación de mensajes.- (Imagen ilustrativa
Malinterpretación de mensajes.- (Imagen ilustrativa Infobae)

5 trampas de Whatsapp que crean conflictos innecesarios

  • El doble check azul: Interpretar el “visto” como una señal de desinterés es un error frecuente. “No contestar al momento no significa ‘no me importas’. A veces esa persona está ocupada, se ha despistado o, simplemente, prefiere contestar con calma más tarde en lugar de hacerlo con prisas. El doble check azul confirma la entrega, no el afecto”.
  • Responder en caliente: Escribir bajo el efecto del enfado suele tener consecuencias negativas. “Escribir en pleno subidón de rabia es como lanzar un dardo sin mirar la diana. Un mensaje escrito en caliente casi siempre llega frío y mal”. Como solución, recomienda un truco sencillo: escribir el mensaje o grabar un audio sin enviarlo. “Esto te permite expresar lo que sientes, ordenar ideas y reduce la intensidad de la emoción”.
  • Puntos suspensivos: Frases como “ok…” o “ya…” pueden ser interpretadas como pasivo-agresivas. “Los puntos suspensivos son como un autocompletado emocional: dejan huecos que la otra persona rellena según su estado de ánimo”. Para evitar malentendidos, la clave es usar frases completas y claras.
  • Emojis mal interpretados: Aunque parezcan inofensivos, los emojis pueden dar lugar a confusión. “Nadie nos ha dado un curso de ‘lenguaje emoji’ y, según el contexto, el mismo símbolo puede significar cosas muy distintas”. Por ejemplo, una carita con los dientes apretados puede expresar nerviosismo o reproche, según quien la reciba. “Si lo que quieres transmitir se sostiene solo en un dibujito, corres el riesgo de que la interpretación dependa más del estado de ánimo del otro que de tu intención real”.
  • Uso de mayúsculas: En el lenguaje digital, las mayúsculas se interpretan como gritos. “En WhatsApp, un ‘NO ME APETECE’ o un ‘YA TE LO DIJE’ puede percibirse con un tono elevado que pone al otro a la defensiva”.

Otras molestias cotidianas

Además de estas trampas, hay comportamientos cotidianos que pueden resultar irritantes: mensajes en cadena para decir una sola frase, audios largos cuando no podemos escucharlos, o textos extensos cuando hemos olvidado las gafas. También puede fastidiar el típico “pitidito” constante de las notificaciones o no recibir un “corazoncito” en la foto del grupo familiar.

Sonia Díaz Rois lo resume así: “El enfado no está en el teclado, está en cómo lo expresamos y, sobre todo, en cómo lo interpretamos. Si ponemos un poco más de atención en lo que enviamos y recibimos, nos ahorramos discusiones absurdas y cuidamos las relaciones. Y si hay dudas, mejor preguntar”.